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Efecto Vive Claro: dudas en las graderías y shows con permisos a última hora

La promesa de un escenario digno para atraer a artistas de talla mundial a Bogotá quedó inmersa en diversas polémicas, una cancelación y dudas sobre los conciertos que vienen. ¿Qué está pasando?

Juan Camilo Parra

05 de octubre de 2025 - 12:00 p. m.
AME2569. BOGOTÁ (COLOMBIA), 21/08/2025.- Personas trabajan en la adecuación de las graderías del nuevo centro de eventos Vive Claro, distrito cultural este jueves, en Bogotá (Colombia). El distrito cultural Vive Claro, el espacio de espectáculos más grande de Colombia con capacidad de hasta 40.000 personas y que acogerá conciertos de artistas internacionales como Kendrick Lamar, Imagine Dragons o Shakira, se inauguró en la capital del país. EFE/ Carlos Ortega
Foto: EFE - Carlos Ortega
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Este fin de semana Bogotá fue escenario de 27 eventos masivos, que requirieron permisos de las autoridades distritales, los cuales se expidieron a pocos días o a última hora. Este es un trámite común en una ciudad que en los últimos dos años ha tenido 1.498 actividades masivas que tuvieron que someterse a un proceso de verificación de requisitos para garantizar la seguridad de los asistentes.

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Pero lo que viene ocurriendo con el escenario Vive Claro, tras la cancelación del concierto del rapero Kendrick Lamar y la incertidumbre alrededor del permiso para el show de los Guns N´ Roses, saca a flote lo complejo del sistema para tramitar esas autorizaciones y, de paso, evidencia que ante las dudas el Distrito prefiere frenar cualquier espectáculo que poner en riesgo a la gente. Pero, ¿qué pasa con este escenario?

Con el pie izquierdo

El Vive Claro comenzó con el pie izquierdo, pero con una idea y antecedentes claros: brindar un espacio para conciertos de talla mundial, luego de frustrados y vergonzosos episodios como el show de Dua Lipa, en un improvisado escenario en el Salitre Mágico; el obligado cambio de ubicación del Circo del Sol; el desastre previo al concierto de Damas Gratis, en el Movistar Arena, o todos los líos que han rodeado al recinto Med Plus.

En este contexto, Ocesa vio su oportunidad en un lote, privilegiado en cuanto a ubicación (carrera 60, entre las calles 26 y 53), pero que se usaba para el pastoreo, pese a que sus vecinos lo consideraban un espacio con valor ambiental, por colindar con el humedal Salitre. Tras una serie de verificaciones lo tomaron en arriendo y diseñaron un escenario a partir de ejemplos itinerantes, como el Adel Arena en Múnich (Alemania), para más de 80.000 personas, o las tribunas que se instalan para la Fórmula 1 o los Juegos Olímpicos. Se trata de graderías fabricadas por Nussli, empresa suiza con 80 años de experiencia.

Para instalarlas, la promotora no necesitó licencias de construcción, al ser un escenario modular “no convencional”. Según ellos, solo requerían cumplir la norma de sismorresistencia, tramitar el permiso para cada evento y cumplir compromisos ambientales, como la reforestación de un 75 % del lote. Y ahí el primer problema: este tipo de escenarios no están regulados en el país, lo que representa un reto para las autoridades a la hora de identificar riesgos con la estructura, cosa que al parecer solo advirtieron luego del primer concierto, el de Green Day, a mediados de agosto.

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Todo esto se desarrolló en medio de la inconformidad de veedurías, vecinos y ambientalistas que insisten en la relevancia ambiental del predio, pese a que desde 2013 el Distrito lo desestimó como humedal, aunque instó a recuperarlo. Por eso, desde que hizo pública su iniciativa, Ocesa enfrentó acciones legales, que intentaron frenarla, y la visita de los organismos de riesgo. Ambas situaciones parecían superadas, al punto de que terminaron levantando un estadio provisional, para más de 40.000 espectadores, que pusieron a prueba con el concierto de Green Day, primera banda de talla mundial en pisar esta arena. Para este evento obtuvieron autorizaron sin polémicas. Pero las impresiones que dejó este evento, alrededor del ruido, la movilidad, la seguridad o el movimiento de las graderías, llevaron al Idiger a negar su visto bueno para el concierto de Lamar. ¿Bajo qué criterios aprobó el primer concierto?

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Seguridad vs. tiempo

El debate llegó a un punto de no retorno con la cancelación a última hora del concierto de Lamar. Esa misma semana se hicieron públicos informes que expidió el Idiger en agosto, redirigiendo el debate a la seguridad del escenario. Un día antes del concierto del rapero, Ocesa dijo haber recibido las últimas observaciones, que no alcanzó a subsanar, en particular una: la vibración de las gradas.

“Las vibraciones excesivas no solo generan molestias a los usuarios, sino que pueden comprometer la integridad, estabilidad y seguridad de la estructura”, explicó el organismo el 26 de septiembre. Increíblemente, mientras el concierto estaba en vilo, ese mismo día Ocesa radicó el permiso para el show de Guns N’ Roses para el 7 de octubre. Gustavo Quintero, secretario de Gobierno, señaló que en efecto el problema con Vive Claro es la vibración de las graderías. “No se van a caer ni hay riesgo estructural”, aseguró el funcionario. “Sobrepasaron los niveles de vibración esperados, y por eso el Idiger requirió más información”, agregó.

La cancelación provocó que el alcalde determinara que las empresas deben entregar documentos finales al menos cinco días antes de los eventos, y obligó una reunión con Personería y una inspección de Procuraduría, para resolver dudas sobre los conciertos que se vienen.

Aunque Ocesa envió un documento de 90 páginas explicando la seguridad de las graderías, esto no convenció al instituto encargado de medir los riesgos y, ante apuros y dudas, la promotora se comprometió a entregar los documentos solicitados, cosa que no será de la noche a la mañana, según dio a entender el organizador, aun en vista de la seguidilla de conciertos que vienen para el escenario. La pregunta que deja esto es: ¿se debe reformar el sistema de permisos? ¿Es un sistema obsoleto como afirmó Ocesa?

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Dudas con graderías

Los informes del Idiger detallaron más de 80 observaciones, la mayoría subsanadas, en temas como el montaje de las graderías y los soportes, la señalización en las rampas de acceso y la falta de señalización de evacuación, y se estableció un sistema de conteo digital para controlar el aforo. Pese a esto no subsanaron otros puntos, como el componente de estructura y cimentación, por lo que el Idiger solicitó el levantamiento topográfico de la tarima y las graderías.

Sobre la estructura de las gradas, la colombiana Daniela Rugeles, project manager de Nussli, que estuvo al frente del ensamblaje de las gradas traídas de Suiza, explicó que esta estructura prefabricada no solo tuvo en cuenta las características de Bogotá y el terreno, sino que los andamios fueron vendidos a Ocesa, cliente frecuente de la promotora en México. Lo anterior deja las dudas del mantenimiento de las gradas y si la empresa seguirá asesorando a Ocesa para sus conciertos.

“La estructura de gradas fue diseñada para albergar 18.558 asientos para personas sentadas, aunque su capacidad total puede ser mayor al incluir áreas como el VIP. El diseño es un sistema en el que todas las piezas se interconectan para asegurar que la carga se distribuya de manera eficiente. La resistencia estructural del sistema de Nussli ya está predeterminada”.

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Esto significa que el diseño modular de la estructura prefabricada ya ha sido probado y certificado para soportar la presión y las fuerzas equivalentes a esa magnitud, lo que, según la empresa, asegura que la estructura “sea totalmente segura para el uso”, pese a tener un “componente de flexión”. El reloj corre para despejar las preguntas de miles de personas que esperan ver grandes bandas en este escenario. El Idiger, por su parte, se mide a garantizar la seguridad en un escenario poco común, en medio de una avalancha de solicitudes que abrió otra pregunta: ¿está preparada Bogotá para espectáculos de talla mundial?

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Por Juan Camilo Parra

Periodista egresado de la Universidad Externado de colombia con experiencia en cubrimiento de orden público en Bogotá.jparra@elespectador.com
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