¿El agua sí llegará a La Mesa en 2020?

El gobierno de Cundinamarca asegura que entregará las obras con un avance del 40 %.

Kelly Rodríguez / krodriguezd@elespectador.com
13 de noviembre de 2019 - 04:01 a. m.
 Se está rehabilitando la red que se construyó anteriormente, en intentos fallidos por construir el acueducto. / Cortesía
Se está rehabilitando la red que se construyó anteriormente, en intentos fallidos por construir el acueducto. / Cortesía

Que todos los días se pueda abrir el grifo y tener agua ha sido por 13 años la promesa incumplida a los 45.000 habitantes de los municipios de La Mesa y Anapoima, en Cundinamarca, quienes reciben el líquido cada 15 días y, por eso, se ven obligados a llenar tarros, baldes y tanques para suplir sus actividades cotidianas durante el tiempo de “sequía”. Para cambiar ese panorama, la Gobernación se puso la meta, por lo menos, de rescatar el proyecto y dar un primer paso que, si bien no garantizará el suministro del líquido las 24 horas, sí pretende mejorar la frecuencia del servicio.

Mientras el escepticismo embarga, con razón, a los residentes de estas poblaciones, que creen que “primero llegará el metro a Bogotá que el agua a La Mesa”, la Gobernación anuncia que a finales del próximo mes las obras quedarán con un avance del 40 %. Si bien no era lo esperado, ya que en julio de 2018 prometieron que estaría listo a finales de este año, hoy el panorama pinta mejor, pues los últimos tropiezos, dicen, ya fueron superados. La nueva fecha de entrega es el 26 de junio de 2020.

Esta nueva etapa comenzó en agosto del año pasado, cuando la Financiera para el Desarrollo Territorial (Findeter) y el consorcio Acueducto Regional firmaron el contrato por $24.782 millones, en el que se comprometieron a entregar los trabajos a finales de 2019. Sin embargo, varios traspiés retrasaron las obras. Según Andrés Díaz, gerente de Empresas Públicas de Cundinamarca (EPC), aunque la primera fase de revisión de diseños empezó a tiempo, se detectaron problemas en la estación de bombeo, en la adquisición de predios y en varios tramos de la tubería, instalados en 2006, durante el primer intento por construir el acueducto.

Para solucionar los percances se requería una nueva inyección de capital. Ante esta situación, la EPC y Findeter solicitaron al Ministerio de Vivienda la reformulación del proyecto. La gestión tardó cinco meses y solo hasta el pasado 25 de junio pudieron realmente comenzar las obras. Con la aprobación de los nuevos recursos, el costo de la obra se elevó a $32.438 millones, financiados por el Gobierno Nacional (46,2 %) y el departamento de Cundinamarca (53,8 %).

“Queremos que la comunidad conozca todos los trámites que tienen que ver con este proyecto, cómo se recuperó una inversión que estaba sin uso y mostrarles el estado en el que se va a entregar al próximo gobierno, para que se convenzan de que sí hay avance”, afirma Díaz. Cabe aclarar que esta obra garantizaría garantizará el agua las 24 horas, abasteciendo los tanques de almacenamiento entre las 10:00 p.m. a 5:00 a.m., que son las horas en las que menos se consume agua.

Se diseñó de esta forma porque como el agua se le compra a Bogotá, se utilizará el mismo tubo que abastece primero a Funza, a Mosquera y a Madrid. En ese sentido, La Mesa y Anapoima será el destino final del líquido que, luego de recorrer 40 km, deberá pasar por reproceso de potabilización para garantizar su consumo.

“Al final, el objetivo es suministrar agua todo el día, pero eso es un nuevo proyecto que costaría $51.000 millones. Por ahora tenemos los estudios, en los que invertimos $2.500 millones y ya se los entregamos en el empalme al gobernador electo, Nicolás García. Si el nuevo gobierno logra un cierre financiero, podría lograr esta meta antes de finalizar su período”, agrega Andrés Díaz.

La tercera es la vencida

Desde 2006 han sido dos los intentos fallidos por calmar la sed de quienes viven en La Mesa y Anapoima. Ese año se aprobaron los diseños para construir un acueducto por $48.000 millones. La obra, que fue adjudicada en 2007 al Grupo Nule, contemplaba un tramo de 53 km, que se construiría en cuatro fases, para lo que se realizaron cuatro contratos. De estos solo se cumplió uno, el más corto (de La Mesa a Anapoima), que ha mitigado el desabastecimiento de esos municipios con el caudal de la quebrada La Honda. De todas formas quedaron varios tramos de tubería instalada sin conexión y hubo un detrimento de $42.000 millones.

Luego, en 2012, cuando Gustavo Petro llegó a la Alcaldía de Bogotá, dijo que no vendería el   agua en bloque, entonces se tuvo que reevaluar el diseño. En 2015, la Gobernación planteó llevar el agua desde Bojacá, a partir de cinco pozos. La obra tenía un costo de $22.000 millones y estaba  pre vista para desarrollarse en 12 meses, para que comenzara a funcionar en 2016.

Pero, una vez más, el proyecto se cayó cuando la comunidad de Bojacá se negó a compartir su fuente hídrica, argumentando que tanto ellos como La Mesa también sufrían racionamiento de agua. Ese par de antecedentes han frustrado la esperanza de La Mesa y Anapoima, que se mantienen incrédulos, pese a las nuevas promesas que indican que los municipios tendrán agua en junio del próximo año. Por eso dicen: “hasta no beber, no creer”.

Por Kelly Rodríguez / krodriguezd@elespectador.com

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