El cambuche pasó a la Plaza España
La invasión de la Plaza España es el coletazo más visible, hasta ahora, del operativo que les permitió a las autoridades hacerse al control de la “olla” del Bronx. Habitantes de calle montaron cambuches para establecerse allá.
Redacción Bogotá
A pesar de que, como lo admitió Daniel Mejía, subsecretario de Seguridad de Bogotá, era previsible que estas personas se esparcieran hacia otras partes de la ciudad, un grupo nada despreciable optó por mantenerse cerca del Bronx, con el objetivo de volver a entrar. La consecuencia no ha sido otra que el desorden: el domingo en la mañana, enojados, la emprendieron contra locales comerciales aledaños a la Plaza España. En la noche manifestaron su ira lanzando piedras y, en algunos casos, bolas de fuego contra el Esmad de la Policía.
La tensión en la zona, al menos hasta ayer, era alta. De acuerdo con el Distrito, estas personas se quedaron allí alentadas por la estructura criminal del “gancho Mosco”, uno de los tres puntos de venta de droga golpeados en el operativo. “Les están dando droga, comida e incluso ropa. También les llevaron botellas de gasolina con mechas para que lanzaran bombas molotov a la Policía”, aseguró Mejía.
La confirmación de que ese gancho sigue activo y con capacidad de influencia sobre uno de los eslabones más débiles de la cadena del tráfico de droga en la ciudad, es una muestra de que el mero control territorial que lograron las autoridades en el Bronx no implica acabar de tajo con el negocio.
A eso se suma que, por más que la Alcaldía mantenga una puerta abierta para atender a los habitantes de calle, ellos no están obligados a entrar. Miryam Cantor, subdirectora para la Adultez de la Secretaría de Integración Social, explica que, por orden de la Corte Constitucional, debe ser voluntario el ingreso de esa población vulnerable a los programas de atención.
Hasta ayer en la mañana, de todas formas, habían sido atendidos 1.069 habitantes de calle en los ocho centros con que cuenta el Distrito para ello, uno de los cuales está en La Mesa (Cundinamarca). Y aunque el más cercano a la zona es Bakatá, construido en la anterior administración y con capacidad para 350 personas, el interés de la mayoría que solicita ayuda es que los lleven a otros más alejados. “Simplemente quieren estar en otra parte”, precisa Cantor.
Uniformados de la Policía y del Esmad, por lo pronto, siguen custodiando el Bronx y sus alrededores, incluyendo la Plaza España. Y aunque esas medidas son necesarias con el fin de mantener el control de la zona, de la atención a mediano y largo plazo que reciban poblaciones como los habitantes de calle y los niños rescatados de la “olla” depende, en buena medida, el éxito del golpe, tal y como lo informó este diario en su edición de ayer.
A pesar de que, como lo admitió Daniel Mejía, subsecretario de Seguridad de Bogotá, era previsible que estas personas se esparcieran hacia otras partes de la ciudad, un grupo nada despreciable optó por mantenerse cerca del Bronx, con el objetivo de volver a entrar. La consecuencia no ha sido otra que el desorden: el domingo en la mañana, enojados, la emprendieron contra locales comerciales aledaños a la Plaza España. En la noche manifestaron su ira lanzando piedras y, en algunos casos, bolas de fuego contra el Esmad de la Policía.
La tensión en la zona, al menos hasta ayer, era alta. De acuerdo con el Distrito, estas personas se quedaron allí alentadas por la estructura criminal del “gancho Mosco”, uno de los tres puntos de venta de droga golpeados en el operativo. “Les están dando droga, comida e incluso ropa. También les llevaron botellas de gasolina con mechas para que lanzaran bombas molotov a la Policía”, aseguró Mejía.
La confirmación de que ese gancho sigue activo y con capacidad de influencia sobre uno de los eslabones más débiles de la cadena del tráfico de droga en la ciudad, es una muestra de que el mero control territorial que lograron las autoridades en el Bronx no implica acabar de tajo con el negocio.
A eso se suma que, por más que la Alcaldía mantenga una puerta abierta para atender a los habitantes de calle, ellos no están obligados a entrar. Miryam Cantor, subdirectora para la Adultez de la Secretaría de Integración Social, explica que, por orden de la Corte Constitucional, debe ser voluntario el ingreso de esa población vulnerable a los programas de atención.
Hasta ayer en la mañana, de todas formas, habían sido atendidos 1.069 habitantes de calle en los ocho centros con que cuenta el Distrito para ello, uno de los cuales está en La Mesa (Cundinamarca). Y aunque el más cercano a la zona es Bakatá, construido en la anterior administración y con capacidad para 350 personas, el interés de la mayoría que solicita ayuda es que los lleven a otros más alejados. “Simplemente quieren estar en otra parte”, precisa Cantor.
Uniformados de la Policía y del Esmad, por lo pronto, siguen custodiando el Bronx y sus alrededores, incluyendo la Plaza España. Y aunque esas medidas son necesarias con el fin de mantener el control de la zona, de la atención a mediano y largo plazo que reciban poblaciones como los habitantes de calle y los niños rescatados de la “olla” depende, en buena medida, el éxito del golpe, tal y como lo informó este diario en su edición de ayer.