La mayor parte de las críticas que recibió la anterior administración se debieron a la proporción de participación ciudadana en la estructuración de proyectos. Parques, equipamientos, desarrollos en humedales, y tala y siembra de árboles fueron algunos temas en los que el modelo técnico del exalcalde Peñalosa chocó con el ímpetu de los vecinos. La alcaldía de Claudia López pretende dar un giro a la manera como se realizan las inversiones en las localidades y para ello buscará que las comunidades intervengan más en la planeación de cómo se invierte en sus barrios.
Este ejercicio es conocido como presupuestos participativos y surgió en los años 60 en Porto Alegre (Brasil), en medio de una crisis política en la que movimientos sociales reclamaron mayor participación en el control del presupuesto. Aunque en Colombia el mecanismo está protegido por una ley de 2015 que vela por la promoción del derecho a la participación, se intentó llevar a cabo desde los años 90, con experiencias en Pasto (1996), Medellín (2004) y Risaralda (2002).
Bogotá habló por primera vez del tema en 1992 y desde entonces todas las administraciones han tenido iniciativas que se quedaron en buenas intenciones. Fue en 2013, en la administración Petro, que la participación fue un eje transversal de su Plan de Desarrollo y se definió cómo ejecutar presupuestos participativos a través de cabildos. No obstante, el modelo recibió varias críticas porque a menudo se eclipsaron argumentos técnicos, en especial en cuanto a infraestructura y malla vial.
La administración Peñalosa, aunque reconoce que no aplicó los presupuestos participativos tal como lo sugiere la norma, asegura que sí adelantó procesos serios de participación en las localidades.
Para Iván Casas, exsecretario de Gobierno, “se hizo un trabajo fuerte en la formulación de planes locales y se estructuró un proyecto en el que la gente diseñó planes para su barrio. También presentamos un proyecto que obliga a que un porcentaje de recursos del fondo local se comprometa en procesos participativos. Hay muchas formas de discutir con la comunidad, pero una perversa es que la ciudadanía decida, por ejemplo, qué vías hacer, sin un soporte técnico”.
El proyecto que refiere el exfuncionario es el aprobado por el Concejo en 2019, el cual indica que a partir de este año el Distrito debe organizar la administración de las localidades con una participación ciudadana en mínimo el 10 % de los recursos, con la condición de que el dinero se ejecute según estudios adelantados por el Distrito. Por ahora hay pocas luces sobre cómo se va a hacer, ya que las alcaldías locales son las encargadas de apoyar la implementación, por lo que primero hay que esperar la elección de alcaldes y la formulación de los planes locales de desarrollo.
Lo claro es que, de acuerdo con el programa de gobierno de la administración, la idea es que los presupuestos participativos prioricen los sectores cultura, recreación y deporte, integración social, educación, movilidad, género y ambiente. “Nuestro gobierno será abierto y ejercido desde los territorios, por sus habitantes que reflexionan, participan, deciden, ejecutan, controlan y vigilan. Los laboratorios ciudadanos se desarrollarán durante el primer semestre y servirán como pilar en la construcción del Plan de Desarrollo”, apuntó la alcaldesa López en su plan de gobierno. Mañana, la mandataria liderará un encuentro en el Instituto de la Participación y Acción Comunal (Idpac), en el que se empezarán a definir los lineamientos y la metodología de los presupuestos participativos para este cuatrienio.
Estos movimientos, según Carlos Roberto Pombo, presidente del Consejo Territorial de Planeación Distrital, representan un cambio en la forma de ejecutar los presupuestos participativos. Cree que “Peñalosa redujo la posibilidad de participar, ya que los presupuestos de las localidades ya tenían destino, así que las juntas locales tenían poco margen de maniobra. Aplaudo que la alcaldesa esté interesada en el tema, pues mientras la democracia local no sea efectiva, no vamos a tener una ciudadanía fuerte”.
Aunque las experiencias de la capital con los presupuestos participativos no son las mejores, esta administración tiene la oportunidad de transformar estos ejercicios, basada en los aciertos y errores de las pasadas alcaldías. Todo depende de cómo hacer para que la comunidad decida qué hacer con el dinero de su comunidad sin interferir con los planteamientos de expertos en las diferentes áreas.
Por Redacción Bogotá - Bogota@elespectador.com
