El dato es conocido. El año pasado, por primera vez en la historia de la humanidad, las ciudades pasaron a ser el sitio donde habita más de la mitad de la población mundial. Para 2050, el 70% de los terrícolas vivirán en centros urbanos, cada vez más gigantescos. La urbanización de la población es una tendencia veloz e imparable, y a ese mismo ritmo llegan las dificultades para manejar sus problemas crecientes.
Pero así como hay al frente enormes desafíos para las ciudades, también hay oportunidades para enfrentarlos. Bajo esa premisa, la semana pasada se reunieron en Nueva York 500 líderes de 165 ciudades del planeta para “explorar nuevas herramientas, nuevos modelos y los nuevos requerimientos de liderazgo para rehacer el ecosistema de las ciudades en el siglo XXI”, en palabras del anfitrión, el presidente mundial de IBM, Samuel J. Palmisano.
Paradójicamente, las alarmas que se han encendido en la primera década de este siglo sobre dilemas de orden global —el cambio climático, la geopolítica energética, la crisis en la oferta de alimentos y drogas, la vulnerabilidad frente al terrorismo o la crisis financiera mundial— impulsan el desarrollo de estas “ciudades más inteligentes”, como se llama el proyecto. Y en el centro de la solución está el uso analítico de la información masiva, que hoy se maneja de manera dispersa y, por lo mismo, ineficiente.
“Estamos entrando a la cuarta generación de la revolución inalámbrica”, dice Ivan Seidenberg, presidente de Verizon, la gigante de las comunicaciones. “Hoy la mayoría de los usuarios de móviles no los utilizan para voz, sino para datos. Hemos pasado de una conexión persona a persona, a una de persona a máquina y estamos entrando a una de máquina a máquina”, agrega. Y señala que esto abre oportunidades para combinar y analizar la información que en la actualidad recogen millones de bases de datos para un uso restringido.
En los discursos todo suena a futurismo optimista, pero existen aplicaciones prácticas que muestran el camino. Por ejemplo, en seguridad, uno de los mayores retos para alcaldes del mundo entero.
La ciudad de Nueva York, con su Centro del Crimen en Tiempo Real (RTCC), ha logrado centralizar toda la información que antaño reposaba en informes archivados y eso le permite hoy ser la ciudad grande más segura de los Estados Unidos.
Hoy en Nueva York todo reporte, desde una multa de tránsito hasta una infracción tributaria o un homicidio, entra en esta base de datos. A partir de este año, toda esa información analizada está a la mano de cualquier policía en cualquier esquina de la ciudad a través de un dispositivo móvil, que pronto tendrá también sensores de reconocimiento facial y de escaneo del iris.
“Hoy, cuando un policía ingresa los datos de una multa por un mal parqueo, la información ingresa de inmediato al centro y si, por ejemplo, la placa está relacionada con algún crimen, ese policía va a tener la información al instante y podrá actuar. Lo que antes podía tardar meses, hoy sucede en cuestión de segundos”, comenta Keneth Mekeel, comandante a cargo del RTCC.
Chicago es otro ejemplo en seguridad, con el desarrollo de un centro de comando similar. La gran fortaleza en Chicago es la digitalización de la ciudad, que en algún momento de su crisis de violencia invirtió en cámaras en casi todos los edificios. Hoy todas ellas están interconectadas.
“Tan pronto llega una llamada al número de emergencia de la ciudad y se ingresa la dirección al sistema”, explica Mike Daniels, vicepresidente de servicios tecnológicos globales de IBM, “de inmediato se activan todas las cámaras que hay cerca de ese lugar e, incluso, por medio de sensores se puede detectar el sonido de un disparo y enfocar las cámaras hacia allá”.
Pero no se trata sencillamente de avances tecnológicos, sino de cómo sacarles el mayor provecho. Dice el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg: “Algunos piensan que la meta es la recolección de información, pero ese es solamente el comienzo. Analizarla y tener resultados con ella es la verdadera meta”. Y agrega Jeremy Travis, rector del John Jay College of Criminal Justice: “Las estadísticas no lo son todo. Imagínese un barrio en el que nadie sale de su casa por temor a la violencia y por lo tanto no hay muchas víctimas; esa no es la ciudad que queremos”.
Centro del éxito parece ser, entonces, la colaboración armónica de un liderazgo político enfocado en un tema y una academia y un sector privado dispuestos a colaborar. “Nosotros lo que podemos hacer es tomar las ideas brillantes de los políticos y ayudar a ponerlas en práctica”, dice Palmisano, el presidente de IBM. Y Travis, del Jay College, cuenta cómo Nueva York se propuso mejorar la seguridad en el metro, aun cuando no era particularmente inseguro, y al hacerlo mejoró la seguridad en toda la ciudad.
Para cada servicio que ofrece la ciudad hay ejemplos. En el sistema de salud (ver balcón), tanto como en transporte o energía, hay un potencial enorme.
Dice Robert Morris, vicepresidente de Desarrollo de IBM: “En algún momento pensamos que para poder monitorear el tráfico vehicular tendríamos que poner un sensor en cada calle de las ciudades. Hoy tenemos un teléfono móvil en cada auto de una ciudad grande y desde ahí podemos monitorearlo casi todo”.
Daniels insiste en las aplicaciones de los sensores, esta vez para el tema energético: “A mi casa llega cada mes un muchacho que lee el medidor de energía, anota un número y me manda una factura. La única decisión que yo puedo tomar con mi esposa es decirle ‘amor, quiero que ese número baje’. Pero con un instrumento inteligente en la casa que le haga visible en tiempo real el consumo o las tarifas diferenciales según uso u horario, el usuario podría tomar decisiones de ahorro inmediatas”.
A pesar de que todo luzca promisorio, las barreras están a la vuelta de la esquina. La mayor del momento, según el consenso de los participantes en el foro, es la falta de recursos, pues de entrada las inversiones son grandes. Pero otro gran obstáculo es el de la normatividad para poder utilizar la información.
“Los gobernantes y las empresas son reacios a compartir la información. También hay temores frente a derechos a la privacidad”, comenta Morris, el investigador de IBM.
Pero Seidenberg, de Verizon, es optimista: “Hace 15 años, cuando intentamos imponer el uso del identificador de llamadas, todo el mundo estaba en contra. Hoy, tal vez no exista un teléfono en el mundo que no lo tenga”.
Los resultados, como dice el alcalde de Nueva York, pueden tener al final la respuesta para abrirse a un manejo amplio de la información. Un héroe, el jefe de los bomberos de Nueva York, Salvatore Cassano, lo secunda: “Después del 9-11 aprendimos la importancia de tener y compartir la información”.
Más allá de la tecnología, de la colaboración armónica o de la financiación, opina Laura Tyson, de la Universidad de Berkeley, California, las barreras se superan con “confianza en quién y cómo va a utilizar la información”. Y, para ella, es el nivel local “el escenario perfecto para generar esa confianza”.
Los problemas de las ciudades lucen por momentos irresolubles, pero hay mucha gente en el mundo investigando para solucionarlos. Y algunos muestran resultados.