El humedal de la discordia

Nunca los medios de comunicación habían  hablado tanto de la necesidad de construir un nuevo escenario para conciertos en Bogotá como en diciembre pasado, cuando Juanes tuvo que dividir su presentación ante el público capitalino en tres conciertos diferentes en el Palacio de los Deportes. A pesar de la insistencia de empresarios , el Distrito no accedió a prestar el estadio El Campín, pues en 2006 había tenido que invertir $1.000 millones en la recuperación de la gramilla, justamente, destrozada por los conciertos.

Días más tarde, el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) y el alcalde Samuel Moreno anunciaron que ya se habían designado los terrenos para erigir unas nuevas instalaciones dedicadas exclusivamente a ser escenario de eventos y espectaculos artisticos. El lugar estaría ubicado aledaño al parque Salitre Mágico por el costado nororiental, en un área de 10.000 metros cuadrados, y la obra estaría a cargo de Ocesa, una empresa subsidiaria del grupo mexicano de nombre Compañía Internacional de Entretenimiento (CIE).

Para entonces, trabajando como consultor de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, y a nombre de esa misma compañía, Byron Calvachy, biólogo experto en humedales, envió un documento a la administración distrital advirtiendo que de realizarse dicha obra, el nuevo escenario se levantaría sobre el humedal El Salitre, afectando consigo un ecosistema de cuatro hectáreas que alberga a diversas especies de aves y plantas acuáticas y que “resultaría de gran utilidad para conocer los procesos ecológicos que tuvieron lugar en la sabana de Bogotá durante todos estos años”.

“Sería injusto con las generaciones venideras que bajo la idea de la diversión y la recreación se perjudique un ecosistema como este, uno de los que mejor calidad de agua tiene en la ciudad y más conociendo la situación actual de un mundo en el que mitigar calentamiento global se ha convertido en un asunto prioritario”, comenta Calvachy no sin antes aclarar que de las 50.000 hectáreas de humedales existentes en la sabana a principios de siglo, sólo quedan 800 y que, de acuerdo con el último Plan de Ordenamiento Territorial, entre las 13 zonas declaradas como humedales no figura la de El Salitre.

Por otra parte, la directora del IDRD, Ana Camacho, explicó que las labores de construcción todavía no empiezan. Se encuentran a la espera del concepto de dos secretarías: la de Planeación y la de Ambiente. “No queremos adelantarnos a definir qué vamos a hacer si se declara la zona como reserva natural. Continuamos a la espera de que se concreten algunos detalles jurídicos y el informe de las secretarías para dar vía libre a la construcción del escenario”.

Originalmente, se preveía que las instalaciones estarían listas para el 6 de agosto, día del cumpleaños de la ciudad. No obstante, es posible que lo que para algunos es una paradoja cambie el acontecer: por cuidar una gramilla, se afectaría a todo un humedal.

Nunca los medios de comunicación habían  hablado tanto de la necesidad de construir un nuevo escenario para conciertos en Bogotá como en diciembre pasado, cuando Juanes tuvo que dividir su presentación ante el público capitalino en tres conciertos diferentes en el Palacio de los Deportes. A pesar de la insistencia de empresarios , el Distrito no accedió a prestar el estadio El Campín, pues en 2006 había tenido que invertir $1.000 millones en la recuperación de la gramilla, justamente, destrozada por los conciertos.

Días más tarde, el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) y el alcalde Samuel Moreno anunciaron que ya se habían designado los terrenos para erigir unas nuevas instalaciones dedicadas exclusivamente a ser escenario de eventos y espectaculos artisticos. El lugar estaría ubicado aledaño al parque Salitre Mágico por el costado nororiental, en un área de 10.000 metros cuadrados, y la obra estaría a cargo de Ocesa, una empresa subsidiaria del grupo mexicano de nombre Compañía Internacional de Entretenimiento (CIE).

Para entonces, trabajando como consultor de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, y a nombre de esa misma compañía, Byron Calvachy, biólogo experto en humedales, envió un documento a la administración distrital advirtiendo que de realizarse dicha obra, el nuevo escenario se levantaría sobre el humedal El Salitre, afectando consigo un ecosistema de cuatro hectáreas que alberga a diversas especies de aves y plantas acuáticas y que “resultaría de gran utilidad para conocer los procesos ecológicos que tuvieron lugar en la sabana de Bogotá durante todos estos años”.

“Sería injusto con las generaciones venideras que bajo la idea de la diversión y la recreación se perjudique un ecosistema como este, uno de los que mejor calidad de agua tiene en la ciudad y más conociendo la situación actual de un mundo en el que mitigar calentamiento global se ha convertido en un asunto prioritario”, comenta Calvachy no sin antes aclarar que de las 50.000 hectáreas de humedales existentes en la sabana a principios de siglo, sólo quedan 800 y que, de acuerdo con el último Plan de Ordenamiento Territorial, entre las 13 zonas declaradas como humedales no figura la de El Salitre.

Por otra parte, la directora del IDRD, Ana Camacho, explicó que las labores de construcción todavía no empiezan. Se encuentran a la espera del concepto de dos secretarías: la de Planeación y la de Ambiente. “No queremos adelantarnos a definir qué vamos a hacer si se declara la zona como reserva natural. Continuamos a la espera de que se concreten algunos detalles jurídicos y el informe de las secretarías para dar vía libre a la construcción del escenario”.

Originalmente, se preveía que las instalaciones estarían listas para el 6 de agosto, día del cumpleaños de la ciudad. No obstante, es posible que lo que para algunos es una paradoja cambie el acontecer: por cuidar una gramilla, se afectaría a todo un humedal.