El Concejo empieza a discutir la creación de una secretaría distrital de seguridad, alrededor de la cual soplan vientos favorables. Por un lado, el Distrito, principal promotor de la iniciativa, tiene el respaldo de las mayorías en el cabildo. Por el otro, las cifras de seguridad y de percepción de inseguridad, así como los escándalos de corrupción que han rodeado al Fondo de Seguridad y Vigilancia (FSV), sirven como respaldo para justificar la necesidad de crear la nueva dependencia distrital. Sin embargo, sobre la mesa hay varias propuestas y visiones de lo que debería ser y hacer este despacho, y aunque casi todas apuntan a mejorar los recursos técnicos de la Policía, hay otras tan llamativas como la creación de un cuerpo de policía cívico. El interrogante es: ¿de dónde saldrá la plata para que tantas ideas se hagan realidad?
El presupuesto que manejará esta entidad parece corto. Según explicó Daniel Mejía, actual subsecretario de Seguridad y quien será el titular del nuevo despacho (de ser aprobado), se estima que para este año será del orden de $250.000 millones. El grueso (casi $196.000 millones) saldrá de los dineros que maneja el FSV, el cual sería liquidado para dar paso a la nueva secretaría. Los otros $46.000 millones saldrán de los ajustes, incluidos algunos recortes de personal, que hará la administración en las oficinas que manejan el tema de seguridad.
De todo esos dineros, al menos los $46.000 millones que esperan obtener con los ajustes ya tienen destinación específica. Según Mejía, se invertirán en medios para mejorar la movilidad de la Fuerza Pública y resolver sus necesidades técnicas. Como el general Hoover Penilla, comandante de la Policía Metropolitana, le contó a El Espectador, la capital está rezagada en la materia. Por ejemplo, mientras Cali (con la cuarta parte de la población de Bogotá) tiene 1.200 cámaras de seguridad y un centro de comando para su monitoreo, el Distrito apenas tiene 239 cámaras en funcionamiento. Es decir, en este aspecto, la nueva secretaría tendrá mucho por hacer y la estrategia parece clara.
Lo que no está claro es cuál será el papel del nuevo despacho al gestionar soluciones para la falta de pie de fuerza que tiene la ciudad, y esto hará parte del debate. Para la muestra, una comparación: mientras en Bogotá hay un uniformado por cada 450 habitantes, en Medellín la tasa es de un agente por cada 280 pobladores. El déficit, sostiene Mejía, ronda el 40%.
Apoyado en estas cifras, El Espectador conoció que el concejal Julio Acosta, de Cambio Radical, uno de los ponentes de la creación de la secretaría, presentará un proyecto de acuerdo que apunta a crear una gendarmería distrital. Es decir, un cuerpo de policía desarmado que se encargue de la seguridad en eventos, por ejemplo, y de las labores de oficina que actualmente ocupan al 25% del personal policial, para que los agentes armados puedan salir a patrullar. Según Acosta, ese grupo debería ser financiado por el Distrito.
Aunque la iniciativa no es nueva e incluso se escuchó en la pasada campaña a la Alcaldía, hay dudas sobre la posibilidad de materializar la idea. Desde la administración hay reparos. El subsecretario Mejía sostiene que por ahora no hay recursos para la policía cívica. Eso sí, asegura que a mediano plazo, la Policía Nacional debe asignar más uniformados para la ciudad.
Por su parte, el concejal Daniel Palacios, del Centro Democrático, señala que en la ciudad faltan entre 10.000 y 15.000 uniformados y que, de ser asumidos por el Distrito, le costarían casi $300.000 millones, dinero que supera el presupuesto que destina la capital a seguridad.
Menos garrote
En medio de la discusión sobre la creación de la secretaría de seguridad se han escuchado críticas que apuntan a que la dependencia ofrecería mucho garrote y poca zanahoria. Eso cree el cabildante Jorge Torres, del Partido Verde: “El proyecto, aparte de justificar insuficientemente la creación de la nueva entidad, falla en un aspecto fundamental: domina un enfoque más policivo que integral de la seguridad y la convivencia en Bogotá”.
La administración pasada le había apostado al enfoque integral, pero no logró coordinar su visión de la seguridad con entidades como la Policía y esa desarticulación se notó. Hoy, con este proyecto, el Distrito busca poner fin a ese corto circuito.
Desde el Polo Democrático también se ha hablado de la necesidad de que la secretaría de seguridad empiece a abordar el posconflicto en la capital. Sin embargo, este asunto ya fue descartado por la administración, que ha dicho que es un tema que debe manejar la Secretaría de Gobierno.
En medio del debate, pocos discuten la necesidad de la creación de la secretaría. El buen ambiente pasa, en parte, por la difícil situación de seguridad de la capital. Las autoridades están preocupadas por el aumento del hurto y las riñas, y aunque la tasa de homicidios de Bogotá (17 por cada 100.000 habitantes) es más baja que el promedio nacional, el 86% de los habitantes se sienten inseguros, según la Red de Ciudades Cómo Vamos.
Ese consenso, sumado a la mayoría de Peñalosa en el cabildo y a la venia que le dio al proyecto el presidente Juan Manuel Santos durante la cumbre de la seguridad de Bogotá, sugiere que el proyecto no tiene reversa. Las falencias y necesidades son evidentes, pero el presupuesto no alcanza para tanta propuesta y la discusión del enfoque policivo sobre el preventivo sigue a la mano. Eso es lo que tendrán que resolver los cabildantes desde hoy, cuando se comience a discutir el futuro de la secretaría de seguridad en el Concejo.
Por Jaime Flórez Suárez
