Si es transeúnte habitual de la calle 85, entre carreras 13 y 15, habrá notado una gran montaña de escombros, maquinaria pesada y una enorme polisombra azul. Y seguro, al ver la magnitud del campamento de obra, se habrá preguntado ¿qué harán ahí? La respuesta es simple: es el primer plan parcial de renovación urbana en Bogotá que tiene luz verde para mover la primera piedra, tras 20 años de trámites.
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El proyecto se llama Quora (antes Proscenio), del cual se habló con frecuencia en las última década, por los líos jurídicos, solicitudes de modificación, cuestionamientos ambientales y la negociación predial. Ahora, con todo en regla, se construyen los cimientos de una obra que costará $2,2 billones (80 % del valor de una troncal de Transmilenio) e intervendrá 6,5 hectáreas, siendo más grande que el parque El Virrey, su vecino.
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Un nuevo aire
¿Por qué le cambiaron el nombre? Reemplazar Proscenio (que es la parte de un teatro más cercana entre el público y un escenario) por Quora, más allá de un asunto comercial, fue por el imaginario alrededor del proyecto. Desde su formulación, en 2004, al ser el primer plan parcial por renovación urbana (densificar una zona consolidada), la iniciativa levantó reticencias. No en vano pasaron cinco años antes de ser adopatado; casi 10 años haciendo ajustes para tener la versión final y cinco más para empezar obras.
La construcción está a cargo de Cimento, constructora con capital colombiano y guatemalteco, que asumió la gerencia del plan en 2014. Y, si bien, en 2021 fueron las primeras demoliciones, hoy, con la construcción de las bases, se puede decir que en 2028, cuando la ciudad se esté alistando para los primeros viajes en metro y RegioTram, el proyecto Quora le dará un nuevo aire a este sector.
El reto del componente social
La renovación urbana en Bogotá es un proceso demorado, accidentado y tedioso. Un ejemplo es la idea (sin éxito) de renovar el centro de Bogotá y cambiar una de las zonas más deprimidas de la ciudad. Aunque proyectos como el parque Tercer Milenio y la recuperación del Bronx han materializado en algo la promesa, no se ha podido consolidar.
Desde que se reglamentó la figura de la renovación urbana, en 2004 (en el POT 190), el instrumento ha generado debates por la gentrificación (expulsión de los vecinos de las zonas a intervenir), el arraigo de los propietarios y la expropiación. En el caso de Quora fueron dos décadas en las que sortearon varios cuestionamientos, que resolvieron.
En principio, en la zona a intervenir figuraban 138 grupos de propietarios, que interpretaron el proyecto como un desalojo. Así lo cuenta Gabriel Escallón, gerente de Cimento, al hablar del largo camino para pasar de la desconfianza inicial a la actual confianza. En efecto, al ser la primera vez que la administración y un privado se embarcaban en la empresa de la renovación, la oposición vecinal representaba un alto grado de complejidad.
En 2013, por ejemplo, tras la primera ronda de negociación, se hicieron dos modificaciones para facilitar la compra de predios, en una zona altamente valorizada. Fueron necesarias 1.800 reuniones en las que no solo ofrecían comprar sino la posibilidad de entregar los predios a cambio de metros cuadrados en el nuevo proyecto. Este año adquirieron la última tanda de inmuebles.
Cuestionamientos
Una investigación de Daniel Coronell, publicada a principios de 2018, denunció el presunto favorecimiento del entonces alcalde Enrique Peñalosa a los promotores del proyecto. Señaló que allí se beneficiaban las constructoras Amarilo y Arpro, de la familia Neme, que hizo aportes a su campaña en 2015. Sin embargo, luego de que Peñalosa pidió a la Fiscalía y a la Procuraduría que investigaran, a la fecha no ha habido una decisión al respecto. Eso sí, el defensor del Pueblo de aquel entonces, Carlos Negret, pidió la revocación del plan parcial, argumentando falta de concertación ambiental y riesgos al parque El Virrey. En concreto, cuestionó que la naturaleza del proyecto contradecía las directrices para la protección ambiental de estos parques y la vulneración del proyecto a las directrices del POT, al régimen de usos del suelo y cargas urbanísticas, en tanto aumentaba el tráfico en una zona con vocación residencial. El Distrito rechazó ambas diatribas aunque, en modificaciones posteriores, el plan parcial adoptó dos cambios más para resolver el lío del tráfico: la construcción de un deprimido en la calle 86, cuatro nuevos accesos vehiculares, 10 carriles de acceso y más de 3.700 nuevos parqueaderos en la zona.
Dicho plan, pese a observaciones adicionales de los opositores, fue aprobado por la Secretaría de Movilidad en 2019, en la modificación definitiva del plan. Por lo pronto, sin negar estos antecedentes, lo cierto es que Quora se convirtió en la prueba sólida de que la renovación urbana sí es posible en Bogotá. El hito no es irrelevante si se tiene en cuenta que, con base en el POT 555 de 2021, la ciudad busca dar un vuelco hacia la densificación y la renovación de zonas ya consolidadas, en contra vía de la deriva expansionista de los últimos años.
Las prácticas para generar ese bien tan intangible y valioso que es la confianza deben ser aplicadas, pues es innegable que detrás de los sueños de renovación hay seres humanos con preocupaciones legítimas. Después de todo, esa nueva urbe que nos soñamos deberá estar blindada de cualquier pesadilla de gentrificación y, sobre todo, desalojo de moradores. El objetivo con iniciativas como esta debe ser siempre lograr el punto de equilibrio.
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