Evitar colapso del transporte público, una tarea de todos

El sistema de transporte de Bogotá está cerca de superar el 35 % de capacidad permitida. Cada vez hay más usuarios en las horas pico y hay un llamado a los trabajadores y empresarios a replantear sus rutinas de trabajo.

Felipe García Altamar (fgarcia@elespectador.com)
23 de mayo de 2020 - 03:03 a. m.
Antes de la pandemia, TM y el SITP movilizaban 3’860.000 pasajeros. En estos días de aislamiento movilizan 1’351.000 usuarios.  / Gustavo Torrijos
Antes de la pandemia, TM y el SITP movilizaban 3’860.000 pasajeros. En estos días de aislamiento movilizan 1’351.000 usuarios. / Gustavo Torrijos

La reactivación gradual de la economía en Bogotá requiere un sistema de transporte público que garantice la movilidad de quienes sostienen los sectores que poco a poco retoman las rutinas laborales. Así lo ha hecho hasta ahora Transmilenio (TM), poniendo a funcionar el 100 % de su flota (2.094 buses de TM y 4.400 del SITP), para permitir el distanciamiento físico y que se cumpla la orden presidencial de no superar el 35 % de capacidad en cualquier forma de transporte. No obstante, el sistema ya registró momentos en los que los buses azules del SITP llegaron al 34 % de capacidad, y la alcaldesa Claudia López ya alertó sobre el creciente flujo de pasajeros en las horas pico del sistema.

Si los pasajeros siguen aumentando en las horas de mayor circulación en el sistema (de 6:00 a.m. a 8:30 a.m. y de 4:30 p.m. a 7:30 p.m.), el Distrito se vería obligado a suspender la operación, tanto del SITP como de TM (que registra 20,8 % de ocupación), tal como ya ocurrió con el Transmetro de Barranquilla a principios de este mes. Pero no es el único problema que enfrenta el sistema: la disminución de pasajeros implica un notable bajón en los ingresos. Transmilenio calcula que, para seguir garantizando la prestación del servicio, requiere que antes del 2 de agosto realicen una inyección financiera de $575.000 millones, que se destinarán a cubrir la diferencia entre la tarifa técnica (lo que realmente cuesta movilizar un pasajero) y la que paga el usuario.

Tan seria es esta advertencia, que desde la subgerencia económica de TM ya se envió una comunicación a la Secretaría de Hacienda, solicitándole una adición presupuestal y aclarando que incluso las proyecciones pueden cambiar, debido a la incertidumbre que rodea todo lo relacionado con la pandemia. Por ahora, mientras el Distrito define cómo aliviar un déficit que se suma al que ya existía desde años atrás en el sistema, la urgencia está en hacer entender a usuarios y a empresarios que evitar el colapso del transporte público es una misión que los involucra a todos.

En eso es reiterativo el gerente de TM, Felipe Andrés Ramírez, quien destacó la importancia de que los usuarios utilicen el sistema de forma repartida, pues esto les permite recopilar mejor los datos de ocupación y así cumplir con el mandato de no superar el 35 %. “Si nos movemos todos a la misma hora, tenemos un único dato y un único problema de aglomeración en el día. Si todos nos movemos por debajo del 35 %, y organizados en distintas horas del día, tendremos la oportunidad de transportar a más pasajeros y así más sectores se podrán reactivar”, aseguró.

Ramírez agreó que se encuentran realizando monitoreos cada hora, para saber cómo evoluciona la ocupación en los buses y estaciones. “Necesitamos la ayuda de todos los ciudadanos. Muchas personas se siguen moviendo en las horas pico, y aunque muchos usuarios también nos ayudan usando el sistema en horas valle, necesitamos que más personas viajen en esos horarios”, exhortó el funcionario.

Creatividad y corresponsabilidad

Para evitar que se rebase la capacidad del transporte público, expertos en movilidad piden a los empresarios que accedan a modificar el horario de sus trabajadores y al sistema le sugiere que evalúe alternativas para disminuir l   |a presión de incumplir con la capacidad máxima.

Para Germán Prieto, director de la especialización en gerencia del transporte de la U. Tadeo, Transmilenio podría enfocar esfuerzos en innovar en esta etapa, pues considera que es inviable por completo pensar en paralizar el transporte. “Pensaría en otras alternativas de inclusión de nuevos buses, como flota de servicio especial u otras opciones, que garantizaría más frecuencias y bajaría los niveles de ocupación. Sin embargo, eso podría traer más líos financieros. Y a los usuarios hay que pedirles que regulen sus horarios y que en lo posible usen medios no motorizados”.

Prieto enfatizó en que muchos trabajadores de la ciudad no tienen elección de horario y menos de transporte, por lo que extendió su llamado a los empleadores. “La gente no sale en horas pico por gusto, sino por otras cosas, como que la empresa se lo exija. Ellos también deberían colaborar en esta situación”, agregó.

El director del Observatorio de Movilidad de la Universidad Nacional, José Stalin Rojas, sugirió explorar acuerdos con otros gremios, como el de taxis, para poder disminuir la presión a Transmilenio y el SITP. También subrayó que para garantizar que no se supere la capacidad del sistema, el balón está en cancha de los empresarios.

“La Secretaría de Movilidad debe garantizar la infraestructura para el uso de otros medios, como la bicicleta, pero en definitiva, para no sobrepasar el 35 % de ocupación, se necesita que las empresas evalúen modificar los horarios de los trabajadores. Incluso, las entidades estatales deben evaluar una variación de horarios, pero la carga mayor está en las empresas. El sistema podría incluso pensar en materializar la propuesta que hay hace tanto tiempo de operar 24 horas, pero se necesita garantizar la seguridad, iluminación, entre otras, que podrían tomar más tiempo”, agregó Rojas.

Sobre la labor de los usuarios, Marco Tulio Gutiérrez, experto en transporte y representante de los operadores del SITP, resaltó que se ha evidenciado un buen comportamiento y suplicó a los pasajeros que sigan comprendiendo la situación. “Mi mayor temor, cuando empezó la pandemia, era el transporte. Me sorprendió la actitud de los pasajeros, que al principio fue un poco contradictoria y se peleaban por ingresar a los buses, pero el comportamiento que se ha visto recientemente ha sido ejemplar. La gente cada vez respeta más el cupo y hay que seguir entendiendo que si no pueden ir más pasajeros, hay que esperar el próximo bus. Dentro de nuestra indisciplina, la operación del transporte está dando inició a una disciplina colectiva”, destacó Gutiérrez.

Evitar el colapso financiero

Además de sortear los factores que pueden derivar en el colapso en la capacidad de los articulados, no se puede perder de vista que las finanzas del sistema están en cuidados intensivos. El concejal Rolando González (Cambio Radical), quien hizo pública la carta en la que TM pidió socorro a la Secretaría de Hacienda, señaló que el déficit total de Transmilenio se acerca a los $900.000 millones y que sin un plan de salvamento podría dejar de funcionar en agosto. Por eso sugiere incluir alguna propuesta en el Plan de Desarrollo, cuyas ponencias se empezaron a discutir ayer en el Concejo Distrital.

“En medio de la discusión del proyecto se necesita una medida que le permita al sistema tener una salvación en 2020. Estamos proponiéndole a la Alcaldía que tome acciones. La alcaldesa Claudia López puede elevar la petición ante las entidades nacionales, pero evitar el colapso es responsabilidad únicamente del Distrito”, alegó el cabildante.

Para los expertos, como Rojas, la administración, tarde o temprano, tendrá que sentarse de nuevo con los operadores para reevaluar, al menos por este año, una fórmula temporal para que los costos operativos sean compartidos. “La baja de los ingresos debe ser solidaria. Como los matrimonios, se debe compartir la riqueza, pero también las vacas flacas”, manifestó.

Entretanto, Prieto destacó que esta problemática pone de nuevo sobre la mesa la necesidad de financiar el transporte público, pues el Fondo de Estabilización Tarifaria (FET) puede cubrir el déficit para operar, pero sus recursos son limitados. “El Distrito tiene que discutir cómo puede reunir recursos que no sean exclusivos del pasaje que pagan los usuarios. ¿De dónde saldrá el dinero para financiar la operación de las rutas? ¿Cuánto cuesta? ¿Quién lo financia? ¿Por cuánto tiempo se tendrá que costear?, son preguntas que se deben resolver”, indicó.

Compromisos de Transmilenio

Además de garantizar la operación del 100 % de su flota, la administración anunció que reforzará su estrategia para regular el acceso de pasajeros, sobre todo en portales y estaciones priorizadas. Dicha estrategia, que se realiza de forma conjunta con la Policía, prevé el despliegue de uniformados que corroboren que quienes van a usar Transmilenio en efecto estén entre las excepciones establecidas por las autoridades nacionales. Como novedad, el sistema implementó en 5.187 buses de TM y el SITP un mensaje en las tablas del panorámico que dirá “sin cupo”, que se emitirá cuando los vehículos alcancen la capacidad máxima permitida.

Entretanto, los usuarios de los buses del SITP que utilicen la aplicación del sistema (TransMiApp) verán un mensaje que dice “Este bus ya tiene el máximo de pasajeros posibles. Por tu salud, espera el siguiente. TransMi te cuida”, cuando el bus que esperan alcance la capacidad permitida. Por las medidas presidenciales, el transporte público seguirá funcionando al 35 % por unos meses más y será labor de todos que opere de forma óptima. Si bien es tarea del Distrito hacer todo lo posible para garantizar la prestación del servicio en la ciudad y evitar que se supere la capacidad permitida, para garantizar el distanciamiento social, también recae en los usuarios y los empresarios el compromiso de regular las horas de ingreso a las estaciones, paraderos y buses.

Por Felipe García Altamar (fgarcia@elespectador.com)

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