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Festivales en el Simón Bolívar y la necesidad de garantizar sostenibilidad ambiental

Vuelve el Festival Estéreo Picnic al Simón Bolívar y las veedurías ciudadanas de Teusaquillo llaman la atención por el impacto de este y los demás espectáculos en el parque. No se oponen a los conciertos, dicen, pero piden revisar la sostenibilidad ambiental y el cumplimiento de los protocolos por parte de los promotores. El Distrito vigila.

Juan Camilo Parra

26 de marzo de 2025 - 08:00 p. m.
Asistentes al Festival Estéreo Picnic.
Foto: El Espectador - José Vargas
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Desde hace 30 años el parque Simón Bolívar es epicentro de los festivales Al Parque y, a la vez, un escenario ambiental considerado como uno de los pulmones de Bogotá. Allí la cultura, el arte y la naturaleza se conjugan, ofreciendo un espacio de múltiples usos para los habitantes, al ser el parque de mayor superficie. Pero con los años, la inclusión de más festivales y eventos, tanto públicos como privados, lo han puesto en riesgo. Al menos, es lo que dicen las veedurías ciudadanas, que llevan décadas velando para que los impactos en el parque sean mínimos.

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Equipos de secretaría de Ambiente durante el montaje del FEP 2025.
Foto: Secretaría de Ambiente.

Prueba de ello es lo que sucede alrededor de los diferentes conciertos y festivales, que cada año se toman este espacio. Para hacerse a una idea, solo el año pasado, el Parque Simón Bolívar albergó 32 eventos, la mayoría, con masiva asistencia. Entre ellos, los festivales Al Parque (con nuevas variantes cada año), que en 2024 reunieron a casi 500.000 personas en el Simón Bolívar y a 1.200 músicos, de agrupaciones distritales, nacionales e internacionales.

O el Estéreo Picnic, que arranca hoy su segunda versión en Bogotá (antes era en Briceño), el cual reunió el año pasado a más de 159.000 asistentes (casi 40.000 cada día), y el Festival Cordillera, que convocó a 75.000 fanáticos. Para este 2025, la proyección del FEP es aumentar 10 % la asistencia y superar los 170.000 asistentes. Esto sin contar la proyección de los festivales que organiza Idartes y otras empresas privadas. Entonces, surge la duda, ¿aguanta el Simón Bolívar el impacto de estos eventos y siete festivales Al Parque, cada año? ¿Quién cuida su estructura ecológica?

Cuidado

Eduardo Prieto es el presidente de Asovecinos Teusaquillo, una veeduría oficializada, que cuenta con 25 veedores de los barrios de la localidad. Por 13 años le han hecho seguimiento a cuatro aspectos: medio ambiente, salud, uso del suelo y calidad de vida. Este semestre, a Prieto le corresponde representar a la comunidad en temas ambientales y, en ese aspecto, el parque Simón Bolívar, es clave.

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Prieto recuerda que Arturo Robledo fue el arquitecto que en 1982 entregó el diseño del parque Simón Bolívar, que hoy conserva sus 113 hectáreas. “El diseño incluyó la plaza central, en su tiempo, de conmemoraciones, con capacidad para máximo 10.000 personas. Esta cifra ha ido en aumento; el suelo ahora debe soportar el triple, y se proyectan más. No estamos en contra de que se hagan conciertos, sino pensar en dónde, ya que este es un parque que presta valiosos servicios ecosistémicos. Además, en este momento, ninguna ciudad del mundo debería darse el lujo de destruir un ecosistema, que duró décadas en construirse, volviéndolo centro de eventos masivos”.

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Beatriz García Moreno, arquitecta de la Universidad Nacional, fue cuñada de Arturo Robledo. Ella recalca que el diseño del parque se pensó para que fuera como lo es el Central Park para Nueva York o el Palermo de Argentina. “Hubo una lucha para que el Gobierno cediera esos lotes y la ciudad tuviera su espacio verde. Todas las grandes ciudades tienen un gran parque y un lugar de diversión. Nunca fue planeado para eventos tan enormes. Además, está situado en una zona residencial y cerca de un complejo deportivo”, dice.

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El año pasado, la fundación Aves S.O.S. y su directora Evelyn Martínez, veterinaria con experiencia en crianza y rehabilitación de aves silvestres, encontró cadáveres de aves en el parque, tras la primera versión del FEP en Bogotá. Lo consignó en un informe que salió al público y ayudó a reforzar los requerimientos para el uso de este espacio. “Este año esperamos generar mucha más difusión y conocimiento en la comunidad, porque, como hemos visto, no hay labores desde las entidades, que logren una mitigación”. Una de sus estrategias es desincentivar la asistencia al festival.

Equipos de secretaría de Ambiente durante el montaje del FEP 2025.
Foto: Secretaría de Ambiente.

“El Simón Bolívar genera elementos estructurantes de la conectividad ecológica junto con la Universidad Nacional de Colombia, la Biblioteca Pública Virgilio Barco, El Barrio Quirinal, Pablo VI etapas I y II y el ecobarrio la Esmeralda”, apunta la doctora. Y estas condiciones hacen posible la existencia de diversas especies de artrópodos, anfibios, reptiles y aves, entre otras, así como la presencia de especies nativas, algunas de ellas amenazadas según la categorización de UICN o migratorias, como las águilas cuaresmeras y las reinitas. Muchas de ellas son sensibles al ruido, la luminosidad y la polución que se genera por el uso de plantas eléctricas, vehículos y la presencia de seres humanos.

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Las viejas alertas de las veedurías y de grupos ambientalistas dieron pie a que en 2023 se revisaran los protocolos de uso del parque, proceso que se realizó en conjunto con el IDRD (administrador del parque). No obstante, el reciente informe de Evelyn Martínez, daría cuenta de que parte de los protocolos se incumplieron y culminaron en afectaciones a las aves nativas y migratorias. Para este año, con la programación que hay, temen que ocurra lo mismo.

El documento, que describe los protocolos a seguir, divide en puntos cada requerimiento para el cuidado del parque, incluso en lo concerniente al uso de las polisombras, las cuales pueden afectar los suelos o estructuras arbóreas. Son cinco puntos, cada uno con cláusulas que deben seguir las empresas a las que se les preste el parque, así como el Distrito, con sus festivales.

Por ejemplo, deben implementar medidas para manejo del ruido; de residuos, tanto sólidos como orgánicos; cuidados con la fauna y flora, y apuntar a la carbononeutralidad del parque, esto último, porque el Simón Bolívar desde el año 2022 cumplió con las condiciones para certificarse como el primer parque urbano carbono neutro de América Latina. El año pasado, el Festival Cordillera se consagró como un evento “carbono neutro”, al implementar cuatro estrategias para mitigar impactos en el parque.

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No obstante, pese a que el documento detalla otras exigencias, mucha se incumplieron. Por ejemplo, se dice que los eventos deben terminar antes de las 11:00 p.m., varios eventos no cumplieron este aspecto el año pasado. “Si el horario se extiende por un tiempo superior a esta hora, deberá ser informado oportunamente a las comunidades, con el fin de tomar las precauciones a que haya lugar, para evitar perturbación a los residentes de las áreas aledaña al escenario”, añade el texto.

El documento también se prohíbe cualquier uso de pirotecnia aérea exterior con algún tipo de factor sonoro, por las afectaciones que generan a la fauna residente y migratoria del parque y área de influencia, al igual que el uso de reflectores lumínicos, que afecte la biodiversidad del Simón Bolívar, así como la orientación de fuentes de luz hacia coberturas arbóreas o cuerpos de agua. Además, “se prohíbe el uso de árboles para anclajes o para la extensión de cuerdas o de cableado. No se permite utilizar el arbolado como estructuras de soporte de estructuras”, según indica el manual. Varios de estos puntos se incumplieron en los diferentes festivales que se desarrollaron en el parque.

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¿Quién cuida?

Si bien el IDRD tiene equipos ambientales y es quien presta el parque, la entidad sostiene que el tema ambiental lo maneja la secretaría de Ambiente. Este año, esta cartera parece comprometida en el cuidado de la flora y fauna en el marco de los festivales, comenzando con el Estéreo Pícnic.

“En días anteriores, la autoridad ambiental, a través del Sistema Único de Gestión para el Registro, Evaluación y Autorización de Actividades de Aglomeración de Público en el Distrito Capital (SUGA), formuló una serie de recomendaciones a la productora del festival, para que propenda por la protección de los árboles y la fauna silvestre presente en el lugar y, en general, para que sea un evento ambientalmente responsable”, señaló el sector Ambiente.

Se emitieron, además, recomendaciones como: redirigir las tarimas para evitar direccionarlas a los barrios aledaños sensibles: Pablo VI y Quirinal. La iluminación debe redireccionarse hacia el tronco de los árboles o un área abierta que no tenga presencia de árboles. Nunca debe dirigirse hacia las ramas y copas, puesto que son zonas de descanso y de anidación de las aves. Realizar una correcta instalación del cableado subterráneo para que no afecte la fauna terrestre.

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La arquitecta Beatriz y cuñada del diseñador del parque, recuerda que cuando este empezó a ser usado por la ciudadanía, en conversaciones con Robledo (quien murió en 2007), a este le causaba gracia porque, “decía que el parque se lo había tomado la gente y le parecía maravilloso ver a las familias divertirse, ver los festivales nuevos de verano”.

El conflicto que atraviesa el parque se centra entonces en esa doble necesidad de mantener un espacio que ganó la ciudadanía en equilibrio con el componente ambiental y para ello, la sinergia entre actores ciudadanos e instituciones distritales es crucial, para que la ciudadanía siga disfrutándolo de la naturaleza y los espectáculos, con la garantía de que el parque podrá aguantar 30 años más de vivencias.

Equipos de secretaría de Ambiente durante el montaje del FEP 2025.
Foto: Secretaría de Ambiente.

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Por Juan Camilo Parra

Periodista egresado de la Universidad Externado de colombia con experiencia en cubrimiento de orden público en Bogotá.jparra@elespectador.com
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