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Fin del racionamiento: un año de yerros y aciertos en la crisis de agua

Un año duró el racionamiento en Bogotá y 11 municipios, tiempo en el que el Distritro acudió a todo lo que tuvo a la mano para sortear la crisis. Pero ¿fue acertado levantar la medida? Aquí los detalles.

María Angélica García Puerto

11 de abril de 2025 - 06:00 p. m.
Expertos analizaron que el racionamiento no se debió flexibilizar y las cifras dieron cuenta de ello. / Cortesía
Foto: Cortesía
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El 11 de abril de 2024 fue el primer día de grifos secos en Bogotá y 286 barrios estrenaron el racionamiento que decretó la Alcaldía, ante una crisis hídrica que dio señales con antelación. La ciudad se dividió en nueve zonas y cada día una vivía 24 horas sin agua. Hoy, tras un año, en el que cada hogar vivió 34 de 365 días sin agua, el alcalde Carlos Fernando Galán le puso fin a una medida que, aunque técnica, develó omisiones, aciertos y errores. ¿Era momento para esta decisión?

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¿Medidas tardías?

Cuando Galán asumió la alcaldía, en enero de 2024, al margen de la sequía y los incendios forestales, crecía otro lío: el progresivo deterioro de los embalses del Sistema Chingaza, que se hizo más notorio en agosto de 2023, cuando su nivel máximo fue uno de los más bajos de la historia. Desde entonces su nivel vino en picada, rompiendo marcas.

Pese a que esto hubiera sido suficiente para actuar, no se hizo. No se actuó, de acuerdo con la actual gerente del Acueducto, Natasha Avendaño, porque el equipo de empalme de la alcaldesa Claudia López, nunca advirtió la situación. Y no se advirtió, según Noel Valencia, gerente del Acueducto en 2023, porque el nivel del 45 % registrado en diciembre era “normal en época de sequía en la Orinoquia”. Pero no era normal. Tanto que el 15 de enero se activó la alerta amarilla, algo inédito, la cual luego se volvió alerta roja el 23 de marzo. El racionamiento se declaró el 11 de abril y el día más crítico fue el 19, cuando el nivel del sistema cayó al 14 %.

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“Creo que el juego político impidió tomar decisiones desde enero. Si hubiéramos empezado el racionamiento desde el 1, habríamos ahorrado más o menos 10 millones de metros cúbicos y sí, habría una cierta mejora, pero eso no sería tan significativo. Y al final, eso no fue lo que nos puso en un punto crítico, lo hizo el no haber tomado medidas años atrás”, dice Erasmo Rodríguez, docente de la Unal y experto en recursos hídricos. Su afirmación la complementa Alberto Groot, exdirector de abastecimiento del Acueducto en 2009: “Lo que no se hizo fue haber construido el embalse Chingaza II hace cinco años o haber trabajado el agua subterránea de ocho pozos construidos”.

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Así maniobró el Distrito

El 2024 fue un año agitado para la administración. El primer trimestre estuvo marcado por ajustes en la operación de las plantas de tratamiento y campañas pedagógicas. En abril, con el racionamiento, el llamado a los bogotanos a ahorrar y otras acciones, el Distrito trazó una meta: lograr que el 31 de octubre los embalses llegaran al 70 %. El 11 de mayo fue el primer balance: se había superado la alerta roja, al llegar al 20 % del nivel. Ese mes, la primera temporada de lluvias y el anuncio del fenómeno de La Niña, puso en alerta a más de 600 municipios del país. Según pronósticos del IDEAM, había 70 % de probabilidad de un aumento de lluvias entre agosto, septiembre y octubre. De ahí que la Empresa de Acueducto centrara sus esperanzas en el fenómeno para nivelar los embalses.

Hasta finales de junio, en efecto, hubo señales de mejoría. El nivel del sistema se duplicó y, confiando en las lluvias, la administración flexibilizó la restricción: pasó de ser cada nueve días a cada 18. Pero el fenómeno de La Niña no se consolidó. “No se había producido una intensificación en el régimen de viento como para decretar el fenómeno como tal. Hubo una premura en los centros internacionales y del IDEAM”, aseveró Emel Vega, profesor de posgrado de Meteorología de la Unal. “El fenómeno sí se presentó, pero el enfriamiento se dio en el Pacífico central, no en la costa suramericana. Entonces la respuesta del clima fue diferente”, explicó José Daniel Pabón, profesor de Geografía en la Unal y experto en meteorología.

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Y aunque el nivel de los embalses llegó a mediados de agosto a 52 %, las lluvias no cayeron con intensidad y de nuevo el nivel volvió a caer. El 29 de septiembre no hubo más opción que volver al plan original. La meta del 70 % se perdió. Con un nivel del 44 % y en descenso, se planteó la idea de fijar un día cero (36 %) como corte para endurecer la restricción.

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Hasta que sacaron la carta salvadora: Tibitoc. Con el aumento de su producción, se le pudo disminuir la exigencia a Chingaza, que mostró de nuevo señales de recuperación, al punto de reportar el 30 de noviembre el 53 % del nivel (el máximo de 2024). Pero lo que se había ganado se perdió de nuevo. Con un consumo sin variación, la suspensión del racionamiento de final de año y un invierno que no llegó, el nivel de Chingaza se quedó oscilando alrededor del 40 %. Hoy, con las primeras precipitaciones y unos embalses todavía golpeados, la Alcaldía levantó la restricción.

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La historia da indicios de dónde se falló. Andrés Torres, director del Instituto Javeriano del Agua, criticó, por ejemplo, el haber cargado “toda la responsabilidad de la mala gestión histórica al sector residencial y que solo se miró una limitación de la demanda y tarde el aumento de la oferta”.

Erasmo Rodríguez, docente de la Unal, por su parte, cuestionó que la medida se haya flexibilizado y se limitara “la estrategia de comunicación y sensibilización”. En contraste, resaltó como aciertos el aprovechamiento de la planta Tibitoc, la ampliación de la concesión del río Bogotá y la firma del convenio con la U. de los Andes para crear un plan maestro de pérdidas “que hoy rondan el 37 % y debería máximo del 15 %”.

¿Se superó la crisis?

Con el anuncio del fin del racionamiento llegan las promesas y los balances. El alcalde Carlos Fernando Galán aseguró que la decisión llegaría con la certeza de que no se tendría que volver a implementar. Y con el anuncio de este 11 de abril, tal parece que concretó esa seguridad. Y fue lo que trató de explicar la gerente de la Empresa de Acueducto, Natasha Avendaño, al contar que un año de racionamiento permitió ahorrar 46 millones de m3 cúbicos de agua; que sobre el embalse Chuza llueve más de lo proyectado y que Chingaza hoy tiene 118 millones de metros cúbicos más (nivel del 40,8 %) respecto al abril de 2024 (16,6 %). “Esto nos da tranquilidad de que iniciamos el año mejor (...) Si tenemos lluvias que estén por encima del 80 % en los meses que quedan hasta llegar al inicio del año hidrológico en 2026, vamos a llegar a una situación normal que nos permita garantizar el abastecimiento”, dijo.

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La decisión se toma pese a la insistencia de expertos y la CAR, quienes señalaron la necesidad de terminar el racionamiento cuando los niveles del sistema Chingaza superaran, por lo menos, el 60 % y con tendencia ascendente sostenida. “Hay un incremento en el consumo de agua y no hemos aprendido a reducir la demanda”, dijo María del Pilar García, profesora y experta en derecho de agua.

“La crisis no está superada. Las reservas actuales en Chuza son del 35,76 %, similares a las de 2023, pero aún lejos de los promedios históricos que indican que en abril las reservas están en 48,9 %”, analizó Erasmo Rodríguez.

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Según el IDEAM, la primera temporada de lluvias se incrementaría en 20 % (con referencia al promedio, en marzo y mayo), y casi el 50 % en abril. ¿Serán suficientes las precipitaciones para prepararnos en la temporada seca de 2026? “En abril, mayo y junio podemos tener lluvias cercanas a los promedios normales y habría que ver qué tanto se recuperan los embalses en junio. Bogotá depende de la variabilidad climática. El Acueducto debería contar con sistemas de pronóstico de clima a 1,3 o seis meses de los aportes (de lluvias) a las cuencas que alimentan a los embalses o trabajar con el Ideam para que pueda desarrollar ese tipo de herramientas”, recomendó José Daniel Pabón, experto en meteorología.

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Para el docente Rodríguez, atravesar esta crisis de agua permite repensar el sistema de abastecimiento “y hablar de una solución integral”. El cálculo del Acueducto sobre el consumo de agua sin restricción apunta a más de 18 m3/seg, por lo que seguirán con campañas pedagógicas. El fin del racionamiento fue una decisión definitiva, pero las que tendrán la última palabra serán el ahorro en los hogares, las lluvias y la gestión de pérdidas de agua para no volver a decisiones incómodas en 2026.

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Por María Angélica García Puerto

Cubre temas de seguridad, primera infancia, educación, movilidad, derechos humanos y género.@_amariag
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