“Gamines”: los niños de la miseria en Bogotá

Dos investigadoras reconstruyeron la vida de los niños en las calles en el siglo XX. Pese a que el fenómeno ha disminuido, según el censo de habitantes de calle, aún hay 133 menores en la indigencia en la capital.

Felipe García Altamar / fgarcia@elespectador.com / @FelipeAltamar
02 de marzo de 2019 - 03:03 a. m.
Los niños limosneros, vendedores o ladrones eran parte del paisaje de la Bogotá de mediados del siglo XX. / Fotografías: Archivo Ximena Pachón - Archivo U. Nacional - Helena Mogollón.
Los niños limosneros, vendedores o ladrones eran parte del paisaje de la Bogotá de mediados del siglo XX. / Fotografías: Archivo Ximena Pachón - Archivo U. Nacional - Helena Mogollón.

Los llamaban “chinos”, “gamines” o “chinches” y era fácil identificarlos. Permanecían en grupos a las afueras de iglesias, teatros o mercados, a la espera de una limosna. Estas galladas, de niños y niñas menores de 15 años, aprovechaban las aglomeraciones, sobre todo en el centro, para ofrecer sus servicios como lustrabotas, voceadores de periódicos y otros trabajos callejeros. Otros, a la menor oportunidad, robaban relojes o carteras. Estas eran las formas de sobrevivir de estos menores, cuyas vivencias fueron reconstruidas en el libro Los niños de la miseria: Bogotá, siglo XX.

La publicación es el quinto volumen de una extensa investigación en la que vienen trabajando desde hace cincuenta años las profesoras Ximena Pachón (Antropología, U. Nacional) y Cecilia Muñoz (Psicología Clínica, U. Javeriana). El texto, más allá de sus análisis, recoge cientos de noticias publicadas en revistas y diarios, desde 1900 hasta finales del siglo XX, mediante los cuales presentan una realidad que en el siglo pasado, en especial en las décadas del 60 y 70, parecían parte del paisaje bogotano.

“La degradación de los menores callejeros era tal que a pocos les escandalizaba verlos caminando con cuchillos o soplando bolsas de Boxer. Las consecuencias de no atender esta situación se sintieron a lo largo de los 80, cuando el crecimiento de Bogotá llevó al surgimiento de zonas donde se concentraron los habitantes de calle”, señalan.

Los tiempos han cambiado y hoy un niño trabajando o robando en las calles es motivo de alerta para la sociedad. Sin embargo, en el siglo pasado, paradójicamente, a pesar de ser uno de los grandes problemas sociales de la ciudad, más que acciones gubernamentales, eran material de poemas, documentales, series de televisión y reportajes de prensa, dicen las investigadoras.

“En El Tiempo y El Espectador se publicaban fotos donde era difícil distinguir a los niños de los perros, cubiertos por el color polvoriento y ennegrecido que adquirían después de pasar muchos días sin ir a los dormitorios o a la pileta de La Rebeca para bañarse”, reseñan en su libro.

Desde 1966, cuando se conocieron, Cecilia Muñoz y Ximena Pachón se dedicaron a indagar sobre la vida de los menores capitalinos. Según cuentan, el tema se les convirtió en un objeto de estudio por sensibilidad, al notar que era una realidad ajena a gran parte de la sociedad. Por eso, desde entonces empezaron acercamientos para entrevistar a los niños en instituciones de protección del Distrito, cárceles, albergues y, por supuesto, en las calles.

“Hicimos un trabajo clásico de etnografía. Observamos a los niños en las calles. Los seguimos con ayuda de instituciones y familias, y luego revisamos cómo y con qué imágenes los describía la prensa”, relata Pachón, quien recuerda con nostalgia la primera publicación que hicieron sobre las conclusiones de su trabajo: Gamines: testimonios, en 1980. A ese le siguieron otros tres textos: La niñez en el siglo XX (1991), La aventura infantil a mediados de siglo (1996) y Réquiem por los niños muertos (2002).

El cambio de milenio trajo consigo una transformación de la visión sobre la niñez. “El niño es un objeto de estudio relativamente nuevo dentro de las ciencias sociales, que pasaban por encima de ellos y no era mucho lo que se les estudiaba. Los momentos históricos cambian y los periodistas y literatos cambian su mirada y su lenguaje; además, ahora hay una cobertura escolar más amplia”, dice Pachón.

Muñoz agrega que este cambio de perspectiva sobre los menores también se dio gracias al trabajo interinstitucional. “Las cosas cambiaron y a los niños los sacaron de las calles. Hoy, niño que encuentran en la calle de una vez es recogido y llevado a las instituciones”.

Ahora, con su nuevo trabajo, la intención de estas profesoras es explicar las causas detrás de los niños de la calle, las cuales siguen siendo las mismas en la actualidad: abandono, pobreza, violencia o irresponsabilidad intrafamiliar, familias desplazadas por la guerra, cobertura educativa y las redes de adultos que los usan para delincuencia y explotación sexual. A pesar de esto y los esfuerzos de algunas instituciones por garantizar los derechos de la niñez, el problema se mantiene. El más reciente censo de habitabilidad en calle en Bogotá reveló que hay 133 menores de edad en las calles.

De esta quinta entrega de su investigación solo hay un ejemplar, por ahora. Se encuentra en el centro editorial de la Universidad Nacional y en los próximos días llegará a las vitrinas de varias librerías. El texto, para sus autoras, es un documento que reúne la historia reconstruida de la vida de los niños de la miseria.

Por Felipe García Altamar / fgarcia@elespectador.com / @FelipeAltamar

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