Cuerpos desmembrados, envueltos en bolsas y abandonados en cualquier esquina de Bogotá son muestras de la extrema violencia de la guerra que se libra entre bandas delincuenciales por las rentas criminales en la ciudad. En lo corrido del año, según la Fiscalía, van 13 casos (casi dos mensuales), y de seguir a este ritmo la cifra podría superar los 23 registros del año pasado. El escenario ha sido Kennedy (4), Bosa (3), Ciudad Bolívar (3), Engativá (1), Puente Aranda (1) y Fontibón (1), lo que demuestra cómo el fenómeno delictivo ha migrado a otras zonas.
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Mientras el año pasado la mayoría de los casos fueron en el centro, ahora se concentran en el sur y el occidente. Todos con un elemento en común: han ocurrido donde se ha denunciado mayor presencia de grupos delincuenciales. Por eso, esclarecerlos se ha convertido en uno los principales retos de las autoridades, ya que cada hallazgo ha disparado la percepción de inseguridad entre los capitalinos.
El reto es mayor si se tiene en cuenta que este año se viene perdiendo la lucha contra las muertes violentas. A junio de este año se reportaban 546 casos, representando un aumento del 10 %, en comparación con el mismo período del año pasado. Según Leonor Merchán, directora seccional de Fiscalías de Bogotá, el sicariato ha sido la modalidad que más ha crecido (30 %) y hoy, con 216 reportes, representa el 45 % de todos los homicidios que se han cometido en la ciudad.
¿Quién está detrás de los crímenes?
El asesinar y desmembrar a sus víctimas “es una forma de mandar un mensaje, de que alguien dentro de una estructura manda más que otra o que tiene más poder en la zona. En el mundo criminal, cuando las bandas criminales están en competencia, no gana la más civilizada, sino la más violenta. Eso se ve en estas luchas, en las que es claro el proceso de ‘disciplinamiento’ a través del crimen”, analiza César Restrepo, director de seguridad de la Fundación Probogotá.
Si bien no hay absolutos en este tipo de casos, donde no solo las bandas organizadas perpetran este tipo de asesinatos, las autoridades y expertos señalan que la mayoría de estos homicidios están relacionados con bandas criminales, vinculadas con la distribución de estupefacientes, en diversos sectores de la ciudad.
Así, según conoció este diario, las principales organizaciones detrás de gran parte de estos macabros crímenes son el Tren de Aragua y Los Satanás, entre otras, que desde el año pasado vienen siendo perfiladas por la Fiscalía. El motivo detrás de cada asesinato, dicen las autoridades, es el control de las redes de distribución de estupefacientes.
Este año, en medio de esta guerra (que se libra desde el año pasado), hay una particularidad: el envío de mensajes sistemáticos a sus adversarios, con la disposición de cadáveres en cuadras simultáneas, como se ha visto en la localidad de Kennedy, al suroccidente de la capital. Las víctimas que han hallado en el sur y centro de Bogotá estarían vinculadas, según las investigaciones, con la llegada de nuevas organizaciones, que buscan adueñarse de las rentas criminales que hay en la ciudad.
“Hemos encontrado que la motivación detrás de cada caso es la disputa entre bandas de tráfico de estupefacientes, porque las víctimas se desempeñan como seguros o cajeros en las estructuras criminales, es decir, eran vendedores o quienes prestaban seguridad en las zonas de distribución. En estos casos, tal parece, que no bastaban con la cantidad de heridas que causaban a las víctimas, sino que era necesario provocarles dolor. Fueron crímenes bastante despiadados”, precisa la directora de la seccional Bogotá de la Fiscalía.
Como ejemplo menciona la matanza que se presentó a finales de septiembre de 2022 en un bar de Chapinero, sobre la avenida Caracas, en donde torturaron y asesinaron a cuatro personas que pertenecían a la banda delincuencial de alias El Mosco, dedicada al microtráfico en el norte de la ciudad. De acuerdo con la investigación, al parecer fue la organización del Tren de Aragua la responsable de estos cuatro homicidios que, de acuerdo con la Fiscalía, fueron con sevicia.
En cada caso, uno de los principales retos para las autoridades es identificar a las víctimas (frecuentemente personas vulnerables), para luego poder construir el perfil forense del agresor. En los casos donde han logrado avanzar en el esclarecimiento se ha contado no solo con la declaración de testigos estrella, sino con pruebas técnicas que se han descubierto gracias al rigor de los investigadores.
“En el caso de Chapinero, cuando identificamos el lugar de los hechos, llegamos a un bar que solo tenía un baño. Al usar nuestros equipos encontramos muchos rastros de sangre y en medio de ellos una huella, lo que nos permitió dar con el primero de los indiciados”, explica la directora de la seccional Bogotá de la Fiscalía. Por este caso ya judicializaron a seis personas.
No obstante, los esfuerzos de las autoridades por desarticular a las bandas responsables de estos macabros crímenes han generado la reacción de estas organizaciones, que se vienen desplazando por diferentes zonas de la ciudad para borrar su rastro. “Cuando la justicia actúa, la delincuencia muta, porque saben que no puede seguir haciendo lo mismo en la misma zona y de la misma forma. Cambia el sector de injerencia o sus modos de actuar”, señala Merchán.
Un ejemplo es la estructura multricrimen Tren de Aragua, la cual, según cifras de la Secretaría de Seguridad de Bogotá, a la fecha han sido capturados 130 integrantes. Aun así, a la fecha siegue siendo un grupo con gran poderío en diversos sectores de la ciudad.
“Cuando atacamos al crimen organizado hay un reacomodamiento de estas estructuras y, de paso, enfrentamientos entre ellos. Las capturas empiezan a generar desconfianza entre sus miembros y comienzan a buscar quién informó a las autoridades. Frente a estos fenómenos, las autoridades hemos priorizado zonas como Kennedy, Bosa y Ciudad Bolívar para generar la contención y luego a la disminución del homicidio”, indicó el secretario de Seguridad, Óscar Gómez.
La percepción ciudadana
“En este año, con estos 23 reportes, hemos logrados avances judiciales (la captura de al menos una persona) en 16 casos, lo que representa un avance del 69 % en el esclarecimiento de estos hechos. Por ejemplo, en las localidades de Suba, Engativá y Antonio Nariño se han esclarecido todos los casos”, manifestó la directora de la seccional Bogotá de la Fiscalía. En ese sentido, las autoridades aseguran estar tras la pista de estos delincuentes en la ciudad, en la que la denuncia y colaboración de la ciudadanía son claves para lograr la judicialización de estos casos.
Asimismo, la Fiscalía asegura estar avanzando en la capacitación de sus investigadores, para la recolección de pruebas técnicas (registros de cámaras de seguridad, elementos forenses, entre otros) para llegar con más solidez a los juicios. Aun así, a pesar de que las víctimas son frecuentemente personas vinculadas a bandas criminales, estos hechos siguen causando terror entre la ciudadanía, que es la que encuentra los cadáveres abandonados en la ciudad.
“El hecho de que alguien sea descuartizado es un acto de barbarie, sin importar quién sea la víctima. Un caso de estos destruye la seguridad en la ciudad. Un asesinato es el peor crimen, según el Código Penal, y minan con los avances que se han hecho los últimos años”, analiza el experto en seguridad César Restrepo.
“El impacto que genera en la población es miedo, capacidad de acción por encima del poder de las autoridades de estas bandas a través de muestras de su poder violento. Estos hechos disparan la percepción de inseguridad. La gente siente que cualquiera puede ser víctima de esta modalidad, pese a la que la mayoría de víctimas sean por ajuste de cuentas”, explica María Stella Baracaldo, experta en seguridad.
Así, mientras en la ciudad continúan apareciendo cuerpos abandonados, las autoridades siguen en lo que parece una interminable ronda de boxeo, en los que aún está por verse cómo las autoridades se recuperan de la fuerza que han tomado las bandas criminales en la capital del país.