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Homicidios y drogas, dupla peligrosa

Investigación cruza los sitios donde se concentran los asesinatos y las incautaciones de estupefacientes en Bogotá. La conclusión es que al menos cuatro de cada diez de los homicidios registrados ocurren cerca de los expendios.

Fundación Ideas para la Paz *
17 de junio de 2016 - 04:08 a. m.
La tasa de homicidios en Bogotá es de 17 por cada 100.000 habitantes. / Archivo  - El Espectador
La tasa de homicidios en Bogotá es de 17 por cada 100.000 habitantes. / Archivo - El Espectador

Bogotá ha tenido una importante reducción en la cifra de asesinatos en los últimos 25 años. Desde el último pico, en 1993, cuando se reportó una tasa de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes (hpch), ha tenido una disminución paulatina, hasta llegar el año pasado a una cifra de 17,1. Es evidente que la ciudad ha sido exitosa en la reducción de este indicador de violencia y que, en esta medida, hoy es más segura.

Sin embargo, el problema está lejos de ser controlado. La ciudad aún conserva altos niveles de violencia homicida. Aunque su tasa actual está por debajo de la media nacional (22,8 hpch), Bogotá aún está lejos de las cifras de ciudades como Lima (5,6 hpch), Quito (8,3 hpch) o Ciudad de México (9 hpch). Incluso supera la media de América (16,3 hpch), que es considerado el continente más violento del mundo.

Ver el problema en términos absolutos puede ayudar a dimensionar la escala de la problemática del homicidio. Bogotá tiene 7,9 millones de personas y el año pasado fueron asesinados, de forma intencionada, 1.360 ciudadanos. Son 280 homicidios más de los que hubo en Buenos Aires, ciudad con 16,1 millones de habitantes.

Impulsados por esta situación, un equipo de investigadores de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) se dio a la tarea de tratar de entender qué hace que los bogotanos se maten unos a otros. Lo que encontraron es sorprendente.

Los investigadores comenzaron por probar una hipótesis de vieja data: que los asesinatos aparecen cuando en un lugar hay otras conductas delictivas, especialmente la venta de drogas. Con información de la Policía Nacional, se hizo un mapeo de los homicidios y de las incautaciones de drogas registradas en los últimos años.

Este ejercicio encontró “una fuerte correlación espacial” entre estos dos delitos. Es decir, las áreas en las que se vende —y se incauta— droga son también los lugares en donde más matan a la gente. Las áreas en donde coinciden expendio de drogas y homicidio representan menos del 10 % del área urbana de Bogotá, pero concentran el 40 % de los homicidios. Otra manera de verlo es que el 99 % de los asesinatos que se cometen en Bogotá ocurren a menos de 500 metros de los sitios donde las autoridades han hecho incautaciones de droga. Las localidades que más presentan este panorama son La Candelaria, Rafael Uribe Uribe y Bosa, seguidas de una parte de Kennedy, Suba y Ciudad Bolívar

Motivados por estos hallazgos, los investigadores de la FIP fueron más allá y en un segundo ejercicio emplearon una técnica conocida como Risk Terrain Modeling (RTM) para determinar qué otros delitos aumentan el riesgo de homicidio en la ciudad. Con esta técnica encontraron que el tráfico de cocaína, las lesiones personales, el expendio de bazuco, el hurto a personas y la venta de marihuana son factores que incrementan el riesgo en un determinado lugar, aunque el nivel del incremento y el área de influencia del delito varían para cada caso.

Uno de los hallazgos más impactantes es que, a una distancia de 100 metros de un lugar donde se trafica cocaína, es 7,7 veces más probable que ocurra un asesinato. La distribución de bazuco y marihuana también aumentan la probabilidad de homicidio, aunque el efecto no es tan grande ni tan concentrado como el que genera la distribución y venta de cocaína.

La investigación de la FIP deja claro que la mayor incidencia de muertes violentas en algunas zonas de Bogotá está determinada por la presencia de otras conductas delictivas, principalmente las que tienen que ver con mercados ilegales de drogas.

Este hallazgo tiene varias implicaciones para la política de seguridad de la capital. Por ejemplo, si se tiene en cuenta que la venta de estupefacientes es generalmente controlada por el crimen organizado, es posible deducir, aunque no demostrar, que las organizaciones criminales son las responsables de que los niveles de homicidio de Bogotá permanezcan por encima de ciudades como Lima, Quito y Ciudad de México.

Esta relación debe ser tenida en cuenta por la Alcaldía en sus estrategias de reducción de asesinatos, de manera que las dos problemáticas se aborden desde una perspectiva conjunta o, por lo menos, complementaria.

El interés demostrado por la Alcaldía en combatir el fenómeno del narcomenudeo puede ser un factor que contribuya, de manera definitiva, a acelerar la caída del homicidio. Hasta ahora no se sabe a ciencia cierta por qué cae o no cae este delito, pero la asociación que hace la FIP da algunas pistas. Si se combaten los mercados ilegales es posible que por ese camino también caigan las estadísticas de las muertes violentas en la capital.

* La investigación de la FIP fue elaborada por Patricia Bulla, Juan Felipe García, Boris Ramírez, María Paula Lovera y Daniel Wiesner.

Por Fundación Ideas para la Paz *

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