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La salud mental en universidades de Bogotá continúa siendo objeto de debate tras la muerte de Catalina Gutiérrez, una residente de medicina de la Universidad Javeriana que decidió quitarse la vida. Las condiciones en otras universidades, sin embargo, no son mejores. Desde el Concejo de Bogotá, Julián Sastoque dio a conocer preocupantes cifras de suicidio en instituciones como la U. Pedagógica o Distrital, donde este año se reportaron cuatro suicidios y cinco ideaciones suicidas, respectivamente.
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Cuidar la salud mental de los jóvenes en las universidades de la capital no es un tema nuevo. Desde el Concejo de Bogotá, diversas denuncias y propuestas han surgido acerca del deterioro de la salud en jóvenes. En una última movida, el cabildante de la Alianza Verde radicó una carta formal al secretario de Salud, Gerson Bermont, solicitándole la implementación del programa “Salud Mental a mi U”, o uno parecido, el cual sirvió para que, en 2023, más de 5.000 estudiantes recibieran atención en salud mental.
“El estado de la salud mental de los estudiantes de las universidades de la ciudad merece especial atención. En la Universidad Pedagógica, solo este año, ya se registraron 4 casos de suicidio y 13 casos de intento de suicidio, superando los 10 intentos en todo el 2023. En la Universidad Distrital, aunque no se han presentado suicidios, hay un registro de 5 casos de ideación suicida, 4 de ellas, mujeres”, escribió en la misiva el cabildante.
Adicionalmente, alerta Sastoque que en 2024, en la U. Distrital se presentaron 1.568 atenciones por trastornos de salud mental, la mayoría por ansiedad y depresión, ansiedad generalizada, estrés, situaciones de problemas familiares, entre otros. En 2023 se prestaron más de 2.830 atenciones. En el caso de la U. Nacional, según la Secretaría de Salud, en 2024 se han presentado 32 casos de ideación suicida.
En mayo del año pasado, la estrategia “Salud Mental a Mi U”, planteó un trabajo en conjunto con las universidades, en la cual se brindaron espacios para la promoción de prácticas para el bienestar emocional y el cuidado de los jóvenes de la ciudad. La idea era llegar a 20 instituciones de educación superior en Bogotá. Uno de los últimos objetivos que tuvo el programa fue tener cobertura en la Universidad Externado y la Javeriana, sin embargo, con el cambio de administración, la estrategia se pausó.
El programa llevaba los servicios de las Unidades Móviles de Atención Primaria en Salud con énfasis en salud mental, a las instituciones que participaron en la estrategia. Durante las jornadas de atención se realizaban actividades de regulación emocional, fomento de las redes de apoyo, consumo responsable de alcohol, fortalecimiento de habilidades sociales, prevención del tabaco y sustancias psicoactivas. Pero también se buscó hacer un diagnóstico en cada plantel educativo para identificar riesgos de salud mental, funcionamiento familiar, detección de consumo de alcohol, tabaco y sustancias, identificación de trastornos debido al consumo de alcohol, entre otros.
En un intento por salvar algo de esta estrategia en la difícil coyuntura que atraviesa el país por el suicidio de la residente de medicina, el concejal escaló la petición al secretario Bermont: “en mi calidad de Concejal de Bogotá, muy respetuosamente le solicito reactivar la estrategia de “Salud Mental a mi U”, que logramos gestionar en el año 2023, incorporando dentro del programa de las Unidades Móviles para la Atención de Salud Mental la atención en los entornos universitarios de la ciudad”, concluye la carta.
Combatir el tabú
Para la terapeuta Nancy Becerra, miembro del Movimiento Latinoamericano de Madres y Padres con hijos diversos y cofundadora de la Fundación Sergio Urrego, el bienestar de la mente es la conversación que se debe dar. Eso sí, superando la idea de que “un psicólogo es salud mental” y yendo hacia lo profundo de los abismos de esta problemática, que parte de la discriminación.
“Se siente una desesperanza en nuestros jóvenes, algo de lo que no se habla, que no está en las cifras. A veces minimizamos cosas que lastimosamente estamos normalizando, como vivir en guerra, los mensajes de odio y la soledad en los jóvenes”, dijo la terapeuta a El Espectador.
En la Fundación se han conocido casos que “en una semana se pueden llevar una vida”, por comentarios en redes sociales. “Esa parte de discriminación es fuerte y al abordarlo hay un gran tabú entre los jóvenes y sus familias. Nos cuesta todavía hablar sobre salud mental, levantar la mano y pedir ayuda”, añadió Alba Reyes, madre de Sergio Urrego y fundadora de la organización.
Hay todavía mucho trecho por recorrer. Un punto de partida es confrontar el tabú que rodea el hecho de hablar de suicidio, no dejar pasar ni una sola señal de alguien que necesita ayuda. La escucha, la comprensión, pero también un trabajo concienzudo con las instituciones públicas y privadas es clave para cuidar la salud mental de los jóvenes en Bogotá.
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Por Juan Camilo Parra
