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Transformar los sistemas agroalimentarios, clave para evitar más hambre en Bogotá

Acceder a comida depende de los ingresos económicos y esto conlleva a las familias a comprar comida más barata, pero menos nutritiva. La situación se agudiza con la carencia de sistemas agroalimentarios resilientes ante eventos climáticos extremos. ¿Qué está haciendo la capital para no retroceder?

María Angélica García Puerto

30 de enero de 2025 - 01:02 p. m.
El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición, advirtió que el mundo está lejos de alcanzar el objetivo ‘Hambre cero’ para 2030, y los avances en la lucha contra el hambre han retrocedido 15 años. EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda
Foto: EFE - Mauricio DueÒas CastaÒeda
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Mientras usted lee este artículo, seguro ya consumió al menos un alimento, pero ¿fue nutritivo? Esta es una de las preguntas que se debe hacer a la hora de comer, ya que por estos días lo nutritivo, como las frutas u hortalizas tienden a escasear por la variabilidad climática extrema (sequía o inundaciones). Esto afecta la producción e influye en el alza en los precios, lo que conlleva a que los productos saludables sean cada vez más inalcanzables para los más vulnerables.

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Lo anterior lo resume el nuevo informe ‘Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2022-2023 de América Latina y el Caribe’, publicado por cinco agencias de Naciones Unidas, donde no solo dibujan los principales desafíos para erradicar el hambre y la malnutrición, sino que pone en evidencia cómo están en riesgo los logros alcanzados en los últimos años, producto del cambio climático.

En el caso de Colombia, el informe recalca que en el periodo 2021-2023, alrededor de 2,2 millones de personas sufrieron hambre y en 2023 casi 14,6 millones de personas (el 26,1 % de los hogares) no lograron acceder a las tres comidas diarias. De ellos, 2,6 millones estaban en condición de inseguridad alimentaria grave y muchos adultos sacrificaron su alimentación, para que los más pequeños pudieran comer.

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Asimismo, según estimaciones de la FAO, para 2022 una persona necesita US$4,13 ($17.000) para costear una dieta saludable o diversificada. Algo que el 36,6 % de la población (19 millones) no puede permitírse. Esa dieta, según el ICBF, se basa en un plato de once elementos: agua, frutas, verduras, productos lácteos, carnes, huevos, leguminosas secas, cereales, raíces, tubérculos y plátanos.

Las consecuencias del clima

La FAO resalta la responsabilidad de los gobiernos de proteger el derecho a una alimentación adecuada y prevenir la malnutrición en todas sus formas, facilitando al mismo tiempo el acceso a dietas saludables. Pero a su vez, resaltan que también es urgente aumentar la resiliencia climática en todos los sistemas agroalimentarios, ante la variabilidad del clima y los fenómenos climáticos extremos.

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Y es que las consecuencias, Bogotá las conoce bien. El fenómeno de El Niño que inició en mayo de 2023 y pasó a su fase neutral en junio de 2024, golpeó la producción de alimentos en la Región Central, la despensa agroalimentaria más importante del país y de la que la capital depende, ya que en el Distrito solo se producen 7.000 toneladas de alimentos al año, misma cantidad que consume toda la ciudad en un día.

“200.000 hectáreas (Ha) de la región se vieron afectadas por el déficit hídrico; 17.000 Ha por las heladas, y 8.000 Ha por los incendios”, detalló en su momento, Ricardo Agudelo, gerente de la RAP-E. Si bien, no hubo pie para una declaratoria de desabastecimiento ante la falta de agua, algunos alimentos escasearon, otros empezaron a perder calidad y a subir de precio.

En estos 30 días de enero del 2025, los sistemas de medición reportaron que las heladas se presentaron con mayor intensidad y ya tienen efectos en el sector lechero y de las hortalizas, generando una disparada en los precios de estos productos.

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Según el Observatorio de la Secretaría de Desarrollo Económico, el abastecimiento de alimentos en Bogotá alcanzó las 204.802 toneladas en mayo de 2024, una variación de 493 menos, respecto al mes anterior. Las verduras y hortalizas (34,8 %), los tubérculos y los plátanos (27.4 %) fueron las más abastecidas, seguido de frutas frescas (25,2%) y otros (12,6 %).

“En cuanto a las crisis alimentaria (situación donde la inseguridad alimentaria aguda exige acción urgente para proteger y salvar vidas), los fenómenos climáticos extremos fueron más significativos en 2023 que en 2022 debido a El Niño, el cual causó precipitaciones irregulares y escasas en toda la región. Este fenómeno impactó principalmente a regiones de Colombia, El Salvador y Guatemala”, señaló la FAO en su informe.

Debido a la frecuencia e intensidad de fenómenos climáticos extremos donde Colombia hace parte de los 20 países de América Latina y el Caribe que presentaron una alta exposición, el organismo de Naciones Unidas, concluyó que la subalimentación o hambre aumentó en un 0,8 % entre 2019 y 2023, ante la falta de mínimo 1.850 kilocalorías al día.

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Sistemas agroalimentarios más resilientes

Dentro de las principales recomendaciones del informe, está el de acelerar las políticas y acciones para transformar los sistemas agroalimentarios, a fin de que sean más resilientes y no solo enfrenten los desafíos climáticos, sino también la desigualdad.

Pero, ¿de qué tratan? Son sistemas que pueden garantizar la disponibilidad de alimentos de manera sostenible, incluso en momentos de crisis como una fuerte sequía o inundación. “Tienen la capacidad para prevenir, anticipar y absorber cualquier alteración, adaptarse a ella y transformarse con el objetivo funcional de garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición para todos, así como ingresos decentes para los actores de los sistemas agroalimentarios”, explica Alimenta ODS, un proyecto español que busca promover el derecho a la alimentación.

Rossana Polastri, directora Regional de la División de América Latina y el Caribe del FIDA, asevera que para lograrlo, se debe invertir más en las áreas rurales, “de manera que los pequeños productores cuenten con infraestructuras básicas, sistemas de información climática, prácticas agrícolas sostenibles y acceso a productos financieros que les permitan hacer frente a los eventos extremos y a la variabilidad del clima. Además, debemos invertir en las mujeres y en los grupos de población más vulnerables para asegurar que los avances en la reducción del hambre no dejen a nadie atrás”, sentenció.

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Sin embargo, la realidad es que los campesinos, factor esencial de la cadena, se ven afectados por la falta de tercerización de vías, intermediarios, falta de pagos justos por su trabajo o ‘macheteo’ cuando se pacta un precio con el comprador, pero esta paga menos cuando se entrega el producto.

En el caso de Bogotá, para consolidar un sistema alimentario sostenible en la ciudad, Daniel Alberto Bernal Rojas, magíster en Seguridad Alimentaria y Nutricional de la Universidad Nacional, señala que es necesario afianzar “un sistema de abastecimiento y distribución; promover la producción local y la agricultura urbana”, en una ciudad donde solo 4 % de los hogares cultivan alimentos en casa, según un informe de la Veeduría Distrital en 2024.

¿Qué se está haciendo?

Desde la RAP-E, indicaron a este diario sobre las acciones que están acelerando para fortalecer la resiliencia de los sistemas agroalimentarios. Cuenta de ello, es el inicio de un proceso de actualización del Plan Maestro de Abastecimiento de la Región Central, “con una mirada que incluye la atención de la demanda interna de cada territorio, la oportunidad de comercialización en el marco de la integración de la demanda regional (caso arroz con tres territorios productores y tres que no lo producen con una demanda fuerte), haciendo énfasis en los programas institucionales y la demanda regional”.

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De igual manera, agregaron estar trabajando “en el apoyo con cada territorio a los productos promisorio para el mercado exportador. Resaltando la innovación tecnológica y de mejoramiento productivo está acompañándose con el sector académico y con las entidades nacionales como Agrosavia y la cooperación internacional con quienes se han establecido líneas de trabajo y acuerdos plasmados en convenios de cooperación”.

Desde el Distrito, continúan con todo el plan de ‘Bogotá Sin Hambre 2.0′, que toma como referencia el creado por el exalcalde ‘Lucho’ Garzón y que cuenta con una inversión de 4,6 billones de pesos, con especial énfasis en niñas y niños. Al cierre del 2024, entraron en operación tres nuevos comedores comunitarios en Ciudad Bolívar, Puente Aranda y Kennedy, para un total de 114 comedores, atendiendo a más de 44 mil personas.

De igual manera, de 12.900 beneficiarios del programa de transferencias monetarias, 8.440 personas eligieron esta opción y 4.460 decidieron seguir recibiendo sus beneficios a través de bonos canjeables por alimentos. Educación, por su parte, subió el 6 % de raciones de comida caliente en el PAE y se inauguraron siete nuevos comedores escolares.

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Desarrollo Económico, con la recién estrategia ‘Mercados Solidarios’, ha entregado mercados saludables y generando espacio para pequeños productores de la región central, sin intermediarios, similar a los ‘Mercados Campesinos’, que favorece a más de 2.000 familias provenientes de 26 municipios de Cundinamarca, con el fin de no solo reducir la pérdida de alimentos (1,2 millones de toneladas al año en Bogotá), sino también impulsar un sistema de consumo más sostenible en la ciudad.

Desde la UNGRD y el IDEAM, informaron que Colombia transita una temporada de menos lluvias hasta finales de marzo, que aumenta el riesgo de incendios forestales en Cundinamarca y demás departamentos. Aunque aseguraron que no es posible declarar oficialmente el fenómeno de La Niña, esperan una intensidad débil y de corta duración, afectando principalmente la Región Andina, entre otras.

La FAO, resalta la importancia de fortalecer los sistemas de alertas temprana y ampliar el desarrollo del modelo de acciones anticipatorias en el sector agropecuario para hacerle frente a los fenómenos climáticos que eviten elevar el costo de los alimentos y ampliar las brechas de inseguridad alimentaria y malnutrición.

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Una línea fundamental que Bogotá Región debe seguir apostando, como parte de una respuesta integral al 33 % de los hogares de la ciudad que solo pueden garantizar entre una y dos comidas al día y 5 de cada 10 hogares han tenido que reducir la cantidad de alimentos que compran debido al alto precio.

Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

Por María Angélica García Puerto

Cubre temas de seguridad, primera infancia, educación, movilidad, derechos humanos y género.@_amariag
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