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El ojo de un artista es capaz de percibir los más pequeños detalles, recrearlos y contar una historia a través de los mismos. Tal es el caso de Ingrid Salcedo, una artista plástica de la Universidad Distrital que camina las calles, y hasta usa Google Maps, para conocer la ciudad y contar su historia a partir de las fachadas, las cuales recrea en forma de maceta, o del tamaño de un pequeño cuadro para colgar en la pared.
Ejemplo de lo anterior es el edificio de El Tiempo, ubicado en la avenida Jiménez con carrera séptima. Más allá del medio de comunicación al que representa, su frente cuenta una historia, la de la arquitectura bogotana de hace medio siglo, y la de las marchas que en sus proximidades han transitado con arengas, carteles y música. Tal vez no lo haya notado, pero estas movilizaciones han dejado huellas en su fachada: las marcas del estallar de los pimpones cargados de pintura que son lanzados por los manifestantes. Ese fue el detalle que aprovechó Salcedo para resaltar el relato que cuenta esta edificación.
“Soy muy observadora del espacio público. Hace años practicaba el grafiti y el cartelismo, eso ayuda a tener otras percepciones de la capital. Por ejemplo, el resaltar detalles como los contadores de las casas, ya que algunos tienen puntillas. Todo eso ofrece una estética de la ciudad”, expresa Salcedo.
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La joven artista se acomoda un poco en un banco de su casa, desde donde cuenta su historia. Fija su mirada en una de las esquinas de la habitación y continúa su relato al recordar cómo nació este emprendimiento. “Antes estaba empleada… Era mediadora en exposiciones de arte”, dice. Como a muchos otros la pandemia la dejó sin trabajo. Intentó buscar otras fuentes de sustento, pero no las encontró. Hasta que alguien que conocía su arte le preguntó si podía recrear la fachada de una casa.
Sin titubear dijo “sí”, y cuando la terminó decidió compartirla en sus redes sociales. Esta era una vivienda de barrio popular, de esas de apariencia rústica en las que se ve el bloque de ladrillo y que son decoradas con un colorido portón y ventana. La misma tiene una consigna escrita en su frente: “¡No nos han derrotado!” haciendo alusión a los trapos rojos de la pandemia y los repetidos intentos de desalojo que se han registrado en la ciudad.
El resto es historia, la emoción de muchos por rememorar la casa materna, o la de los abuelos, cogió fuerza y Salcedo dedica sus días a cumplir con estos encargos.
Dice que una de estas fachadas le puede tomar entre 25 y 60 horas, dependiendo de la complejidad. Parte de las más dificultosas es la que terminó esta semana, la del icónico frente de casas que aparece en la película colombiana ‘La estrategia del caracol’, esa que tiene un imponente grafiti con un mensaje que se ha popularizado: “Ahí tienen su hijueputa casa pintada”.
“Siento que esa imagen refleja la línea de habitar la ciudad desde las clases populares. Esa película es sobre arrendatarios que son desalojados de su vivienda en medio de una crisis económica. Algo que sigue vigente y que ha sido impulsado por la pandemia y por la fuerza pública, como lo fue el caso de Altos de la Estancia”, asegura.
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Su taller, ubicado en una amplia habitación de su vivienda, la cual se encuentra en un edificio del centro de la ciudad, tiene una mesa de trabajo en una de sus esquinas, en la cual Salcedo dispone de pinturas, pinceles, lápices y una escuadra. Allí pasa de ocho a diez horas al día elaborando sus piezas, en las que se inspira al acompañar su quehacer con música que, asegura, identifica los barrios populares de Bogotá, como lo es el rap, la salsa y la cumbia.
Salcedo cree que su trabajo ayuda a preservar la memoria de la ciudad, pues detrás de esas fachadas que replica hay historia, pero también una expresión de personalidad si se analizan las distintas formas que tienen las casas en una misma cuadra, los colores de sus portones, marcos de ventana y los diseños de pintura que cada propietario plasma en su vivienda.
Todos estos rasgos que hacen particular a cada una, podrían perderse con el paso de los años, pues en el último tiempo las constructoras han impuesto una nueva estética en la ciudad, una más cuadriculada en la que todas las fachadas lucen igual y cualquier intento por personalizarla podría significar un serio lío con la administración del conjunto residencial. En el pasado quedarían ‘colombianadas’ como poner vidrios de botella en los muros a modo de sistema de seguridad.
Su próximo reto, después de haber hecho el mural de ‘¿Quién dio la orden?’, la fachada del ONLY y otras ya descritas en este artículo, es la del Palacio de Justicia, no el actual, si no el que quedó en ruinas tras la toma del M-19.
Esta joven artista es una de tantas muestras de emprendimiento que, a pesar de adversidades tan complejas como lo es la crisis económica generada por la pandemia, ejemplifican que se puede salir adelante con proyectos que apasionen. A modo de reflexión invita a las personas a buscar alternativas y a apoyar los emprendimientos de aquellos conocidos o amigos que están despegando.
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Mientras tanto, en su taller, continúa recreando esas imágenes tan representativas de la ciudad. Haciendo memoria con cada pequeño trozo de madera que pega para hacer el marco de una ventana, con cada grieta que a su vista no pasa desapercibida. Tal vez su arte, en el futuro, sean las imágenes más realistas de cómo, en un momento de la historia, lució Bogotá.