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Desde hace 82 años, ‘La Nariz del Diablo’ ha sido un referente visual y geográfico que no pasa desapercibido a la vista de los colombianos que viajan por la vía Bogotá-Melgar. Generaciones enteras crecieron admirando, muchas veces con cautela, la formación rocosa que asemeja la nariz del mismísimo diablo. Pero detrás de esta roca hay todo un mito al rededor del demonio y una historia de progreso que permitió esta misteriosa vía
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Ubicada en un paso importante que conduce de Cundinamarca a Ibagué, Cali, El Espinal, y Neiva, la vía Bogotá-Girardot, fue protagonista en la historia de la conectividad en el país, en los años 40. Al pasar por esta particular curva, los padres instaban a los niños y niñas a que se asomaran a ver la famosa nariz. Pero, ¿cómo llego a formarse? ¿Qué hechos nutrieron el mito de que en este lugar tenía presencia el diablo?
¿Cómo se formó ‘La Nariz del Diablo’?
La historia la recogió el Espació Odeón hace unos años, cuando realizó una exposición artística, partiendo de la leyenda de ‘La Nariz del Diablo’. Fue en 1942 cuando se formó la nariz, a poco más de 90 kilómetros de la capital, muy cerca del cauce del río Sumapaz. Para lograr la conectividad, los obreros de esta concesión batallaron con la geografía agreste de la región, teniendo que usar dinamita para abrirse paso entre las montañas.
“Tras varias explosiones, la piedra resistió y dejó una gigante protuberancia en forma de nariz, lo que impulsó a varios testigos a sostener que el diablo habitaba esa zona”, indica la historia recopilada por Espacio Odeón. En vista de que la roca nunca cedió, la concesión optó por dejar la roca intacta, a pesar de que, a primera vista, pareciera que en cualquier momento la montaña podría poner en riesgo a los ocupantes de los carros que pasan justo debajo, pero después de 80 años, la roca sigue de pie.
No lo faltaron los accidentes que sucedieron tras la inauguración de la vía. Eso también alimentó la narrativa de que en la zona habitaba el diablo. “Tras la apertura de la carretera, fue común la accidentalidad vehicular en las curvas vecinas a la gran roca, lo que para algunos se justificaba en la estrechez y peligrosa sinuosidad de la vía -entonces de doble sentido-, mientras que para otros comprobaba la presencia e influencia del demonio”, añade el texto del equipo TransHistoria de Odeón.
Incluso los habitantes de Boquerón durante años esparcieron historias paranormales acerca de la incidencia de belcebú en esta región. No obstante, la vía sirvió para el desarrollo económico de Melgar y posicionar el área como un destino turístico que todavía hoy día atrae a miles de ciudadanos.
“A pesar de la resistencia o dificultades que la naturaleza impuso a la construcción, esta vía permitió el desarrollo económico de Melgar, población que bajo el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla en la década de 1950 fue proyectada como epicentro de una amplia zona de esparcimiento y turismo que repercutió en la construcción de numerosos balnearios y sitios de descanso familia”, relata el texto citado.
Hoy día, en la vía Bogotá-Girardot, por la que pasan alrededor de 16 millones de conductores cada año, se rehabilitaron dos tramos de vía y se pusieron al servicio de los ciudadanos más de 60 kilómetros nuevos durante el 2023. De acuerdo con la empresa, Vía Sumapaz (antes Vía 40 Express) estas obras se ejecutaron en conjunto con VINCI Construction, empresa que, al igual que la concesión, pertenece al Grupo VINCI.
Otras intervenciones fueron, el 50% de la rehabilitación del corredor, y el avance en el tercer carril de la vía, del cual ya un tercio está finalizado. De acuerdo con el ingeniero Fabián Leonardo Lacouture Carvajal, quien es el director técnico de la Concesión Vía Sumapaz, actualmente en el corredor se están llevando a cabo alrededor de 100 frentes de obra. Algo que sin duda influirá en los viajes de diciembre y enero.
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Por Redacción Bogotá
