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La montaña mordida

Los cerros de la Calera se han convertido en el lugar predilecto para las grandes urbanizaciones. En algunos sectores del municipio casas de hasta $ 500 millones sustituyen lo que debería ser bosque nativo.

María Camila Peña

02 de enero de 2008 - 11:16 a. m.
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Mientras que en Bogotá se hacen esfuerzos para conservar los cerros orientales, al otro lado de la montaña, en La Calera, se construyen múltiples urbanizaciones que atentan contra esta reserva natural. Hoy es común ver entre los arbustos edificaciones de hasta tres pisos de altura que se entremezclan con la vegetación de las montañas. Debido a esta situación, los habitantes y algunos concejales de este municipio han denunciado las presuntas irregularidades que se vienen presentando en lo referente al ordenamiento territorial.

"En La Calera el bosque nativo se está acabando porque la administración está dando las licencias a diestra y siniestra. En estos días comenzará la construcción de 35 casas en el cerro La Pita. Exigimos que se respeten nuestros derechos al agua y al medio ambiente”, dijo enfáticamente el líder comunal Jorge Abel Venegas Beltrán.  Denuncias como estas se oían a voz en cuello el pasado jueves en las instalaciones del Concejo, mientras los miembros del cabildo asistían a una de las sesiones extraordinarias citadas por el Alcalde para revisar y  ajustar el proyecto del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), a tan solo tres días de terminar su mandato.

El proceso, que se ha llevado a cabo para realizar el ajuste de este plan de ordenamiento, ha  causado divididas opiniones entre los concejales. Por una parte, unos ven con ojos sospechosos las repetidas irregularidades que ha tenido la presentación del proyecto de acuerdo. “Hay unas contradicciones grandes, porque en el nuevo proyecto se habla de los cerros como zonas de reservas, pero,  paralelamente, la oficina de planeación está adjudicando licencias”. Otros, como es el caso del concejal Jorge Eliécer Cortés, dicen que aunque el proyecto tenga problemas en su presentación, será para beneficio de la comunidad y del medio ambiente.

Frente al tema, la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR) sustenta que ellos no son los encargados de adjudicar las licencias, pues eso es responsabilidad de la administración. Sin embargo, aseguran que con el nuevo ajuste del POT el objetivo es proteger la zona colindante con los cerros de Bogotá, considerándola como zona de amortiguación. De esta forma, el municipio se comprometería a proteger las áreas del cerro occidental establecidas, manteniéndolas como zonas destinadas a la agricultura tradicional y no a la construcción.

Proyectos en los cerros


Para muchos de los habitantes tradicionales de La Calera, que crecieron viendo a sus padres cuidar del agua y del bosque, parece mentira que la administración municipal esté entregando sus tierras a las grandes constructoras. Doña Susana, que desde hace 40 años vende almojábanas en una de las esquinas de la plaza del pueblo, dijo: “Mientras en Bogotá están defendiendo los cerros, acá están construyendo mansiones.  Son muchas injusticias ambientales las que se han cometido”.  

Fuera de las 35 casas que se piensan construir en el cerro de La Pita, en la  vereda San Rafael,  hay varias licencias que ya han sido adjudicadas y diferentes proyectos que hoy día ya están en pie. Algunos ejemplos de las zonas afectadas por las construcciones son el cerro El Chocolatero y los cerros localizados cerca al embalse.

Además, Jorge Abel Venegas, líder comunal, asegura que la adjudicación de las licencias en los cerros no es el único problema, sino que también se están comenzando a construir conjuntos residenciales sin siquiera tener aún la licencia. Según Venegas, este fue el caso de la Urbanización Arboreto, con número de radicación 254 del 28 de noviembre de 2007, que se comenzó a construir en una zona de 33.500 metros cuadrados, meses antes de que a sus constructores  les dieran la licencia.

Por otra parte, los habitantes también denuncian la adjudicación de la licencia de construcción del proyecto Valle Alto, ubicado en la vereda San José, en un área de 300.996 metros cuadrados. Según se explica en la licencia número 2924,  este predio pasó de ser de uso agrícola para convertirse en una zona donde es posible desarrollar proyectos de parcelación campestre. En éste se hizo un loteo en donde 98 casas compondrán la urbanización.

Ante esta situación, el  secretario de Planeación,  Víctor Soto, dijo que “la informalidad y la clandestinidad en el sector de la construcción se dan en cualquier momento y es difícil detectar este tipo de cosas”. Además, ratificó que “las licencias para construir en zonas altas  que se han otorgado se han dado porque así está establecido en el POT que rige actualmente. No se está haciendo nada fuera de la norma. En el momento que se adopte el ajuste no será posible dar licencias en los cerros occidentales.”

Según el POT de La Calera, el área del municipio es de 31.686 hectáreas, de las cuales el 50% del terreno es considerado como zona de rehabilitación natural en donde está restringido el loteo. Además, conforme está dispuesto por la normatividad, en estas zonas las viviendas deben ser hogares campesinos con una construcción que no puede superar el 10% del predio.

Al finalizar la sesión del pasado jueves en el Concejo de La Calera, en donde se aprobaría el nuevo POT, los concejales no pudieron ponerse de acuerdo. En una primera votación quedaron empatados, y para la segunda vuelta, los miembros del cabildo votaron nueve en contra y sólo tres a favor. De esta manera, por su desaprobación, quedó en estudio el documento clave que decidirá el uso del suelo del municipio durante los próximos cuatro años.    

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Por María Camila Peña

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