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La peligrosa mezcla de éxtasis con MDA que circula en Bogotá y aumenta los riesgos

Los riesgos por el consumo de éxtasis en fiestas se acrecientan cuando lo que contiene no es MDMA sino MDA, como se ha encontrado en los recientes análisis de sustancias. Piden reforzar controles y campañas para jóvenes en vista del creciente ‘policonsumo’.

Juan Camilo Parra

24 de abril de 2025 - 06:00 p. m.
Del 27 al 30 de marzo de 2025, ATS analizó 659 muestras analizadas en el Estéreo Pícnic. Las que más se analizaron fueron: MDMA (conocida como éxtasis, cristal) en cristales: 39,2%; seguida de MDMA en comprimidos (pastillas), con 30,2%
Foto: Éder Leandro Rodríguez
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Días antes de que se conociera el fallecimiento de un joven, de 22 años, tras asistir al Doom Festival 2025, se habían hecho públicas dos “alertas psicoactivas”, por el consumo de éxtasis, cristales y ‘tusi’ que, mezcladas con alcohol y medicamentos, podría resultar mortal. Estas iban dirigidas a instituciones y organizadores de este tipo de eventos, para tratar de evitar una escena que parece volverse común: la intoxicación o muerte de jóvenes, asociadas al consumo de estupefacientes, en festivales a electrónica.

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Y es que el riesgo viene en aumento, en especial, porque al desconocimiento de muchos sobre lo que están consumiendo, ahora en este mercado ilegal están circulando sustancias alteradas, con compuestos más peligrosos.

“Hemos conocido al menos dos muertes y seis intoxicaciones graves en los últimos días asociadas al desconocimiento de la sustancia y a la sobredosis con cristales y tusi. En la mayoría de los cristales que circulan ya no usan MDMA (droga de la familia de las anfetaminas) sino MDA (sustancia similar, pero más fuerte). Cada vez usan más benzodiacepinas en el tusi que, al mezclarse con ketamina y alcohol, es mortal”, explica la organización Acción Técnica Social, que a través de su programa Échele Cabeza, analizó varias sustancias que se consumieron en el Estéreo Picnic 2025.

¿Qué dicen las muestras?

Aunque sobre la reciente muerte del joven en el Doom Festival, las autoridades no han dicho qué sustancia pudo provocar la falla cardiorrespiratoria, que no se pudo contrarrestar en 40 minutos de atención médica y que causó su muerte, la preocupación radica en la circulación de nuevas drogas, acogida por una cultura de consumo, que se instaura en Bogotá con esta generación del “quinquenio”, como la llama Julián Quintero, sociólogo y director de ATS.

Del 27 al 30 de marzo de 2025, Échele Cabeza analizó 659 muestras en el Estéreo Pícnic. Las que más estudiaron fueron MDMA (conocida como éxtasis) en cristales (39,2%); MDMA en pastillas (30,2%); LSD (18,1%), y finalmente tusi, cocaína, cannabis, ketamina y 2C-B, en menor proporción.

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Lo que llamó la atención de la organización fue que la mayoría de los productos no era lo que los consumidores esperaban. Encontraron, por ejemplo, que el 64,7% de los cristales contenía MDA (sustancia similar al éxtasis, pero más fuerte), así como el 76,4% de los comprimidos. Vale anotar que el MDA es un “análogo” del éxtasis y entró al mercado como la “píldora del amor”.

Para completar, por primera vez se detectó PMMA (Parametoximetanfetamina) en tres muestras en el FEP. Esto llamó la atención, pues es una sustancia relacionada con muertes por sobredosis. Por esta razón, ATS emitió tres alertas sobre pastillas adulteradas.

“Definitivamente, están circulando drogas muy peligrosas, en especial tres: el tusi, que es una sustancia impredecible, porque nunca sabemos qué tiene y en la que vemos más depresores del sistema nervioso como ketamina, benzodiazepina y opioides que, al mezclarlos con alcohol, podrían ser mortales”, dijo Quintero.

El segundo riesgo es el MDA, que desde hace rato venía suplanta al éxtasis y hoy es más frecuente. La gente cree que está consumiendo éxtasis, pero resulta ser MDA, la cual, al ser más potente, eleva el riesgo de sobredosis.

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En cuanto al ‘tusi’, dicen, cada vez es más frecuente encontrar alteraciones en sus compuestos. Échele Cabeza analizó 1.507 muestras en 2023 y descubrió que el 21 % (205) contenía benzodiacepinas (medicamentos psicotrópicos, que actúan sobre el sistema nervioso central). Para 2024, esta porción escaló a 34 %, según el artículo “El nuevo bazuco”, publicado en el libro ‘Entre Líneas’, de Quintero y Mauro Díaz.

No obstante, en algunos eventos, este tipo de casos se presentan en mayor proporción. El año pasado, de las muestras analizadas en el Baum Festival, encontraron benzodiacepinas en el 46,2%, lo que encendió alarmas por “el peligro de mezclar la ketamina en el tusi con alcohol, en las prácticas de consumo”.

Vladimir Torres, creador y director del diplomado de Reducción de Riesgos y Daños de Sustancias Psicoactivas, en Contextos Educativos, analiza: “los consumidores pueden tener al lado al mejor equipo médico para atenderlo, pero frente a una mezcla mortal o dosis letal, no hay equipo médico capaz. Algunos usadores de droga, por el afán de experimentar y probar nuevas sustancias, terminan siendo conejillos de indias”.

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Aunque su enfoque es el consumo y no en el tráfico de sustancias, la organización ATS ha detectado que “las sustancias que están circulando en Colombia no son las mismas que circulan en Holanda o Bélgica, que son los países que principalmente proveen estas drogas al mundo, como éxtasis y el ‘tusi’ original. Ante esto, podríamos decir que, o las sustancias las están enviando adulteradas desde allá o, algo que es más probable, las estén sintetizando acá. Lo cierto es que hay una peligrosa adulteración de lo que hay disponible en el mercado”.

Tanto este riesgo como las prácticas de consumo elevan la preocupación. Y esto lo demuestran casos como el de Carlos David Ruiz, a quien que hallaron sin vida en un tanque de Corferias, el 25 de mayo de 2024 tras el Baum Festival. En su caso, Medicina Legal encontró en su sangre rastros de cocaína, tusi y licor. También está el del bogotano Nicolás Corredor, de 25 años, quien murió en agosto pasado tras el ‘Corona Sunset’, en Santa Marta. O el antecedente de 2022, en el Baum Festival, de donde trasladaron a una joven al Hospital Méderi, donde falleció por un cuadro grave derivado de consumo de sustancias psicoactivas. Este último festival tendrá una nueva edición este año, del 31 de mayo y primero de junio del 2025, otra vez en Corferias.

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No bajar la guardia

“Nos enfrentamos a una nueva oleada de jóvenes y una nueva generación que está entrando a la fiesta. Nosotros esto lo medimos por quinquenios, porque básicamente el mayor riesgo está entre los 18 y 20 y 24 años, y ahorita estamos viendo que hay una generación nueva”, dice el sociólogo.

Y es que es una generación que no le teme hablar de las drogas; que las consigue en internet, y en empaques con ‘stickers’ y dibujos psicodélicos, que hacen parte de un nuevo mercado.

“En festivales y conciertos el público, en su mayoría, son muy jóvenes. Se pueden encontrar todo tipo de sustancias; hay multioferta, y el riesgo es que siempre hay nuevas drogas ,de las que los jóvenes no tienen mayor conocimiento. No hay prevención primaria, sobre su manejo y su uso; los equipos de reducción de riesgos y daños son pocos”, señaló Torres.

Quintero añadió que en su caso: “pasamos de estar en 20 o 30 fiestas al año a tener más de 150. Y ahí ocurrieron muchas situaciones. Todas las organizaciones deberían estar pilas con el bienestar en las fiestas, implementando zonas de recuperación; servicios de análisis de sustancias; mínimo vital de agua, y personal experto en atender emergencias de drogas, pero eso ha desmejorado en el último año, lo vimos muy fuerte en el 2024 y este año es evidente que hay una desmejora en las condiciones de bienestar”.

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Por último, ambos expertos señalan la necesidad de consolidar una política de prevención y reducción de riesgos y daños asociados al consumo, partiendo de la realidad actual. “Es, también, una generación que se está enfrentando sola a todo eso. Es poca la política e información al respecto. Ni al gobierno nacional ni al gobierno local de Bogotá les conozco una campaña masiva de alto impacto de prevención y de reducción de daños en el consumo de sustancias. Esto es algo que deberían evaluar”, concluyó.

Por Juan Camilo Parra

Periodista egresado de la Universidad Externado de colombia con experiencia en cubrimiento de orden público en Bogotá.jparra@elespectador.com
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