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Opinión: la poética política de Francia Márquez

La política que oficia Francia Márquez Mina sacudió la tradición electorera. Plena de alegría, de inocencia, de honestidad, expele poesía desde el carácter hasta el lenguaje.

Alberto López de Mesa
01 de julio de 2022 - 03:20 p. m.
Francia Márquez Mina se posesionará el próximo 7 de agosto como vicepresidenta de la República.
Francia Márquez Mina se posesionará el próximo 7 de agosto como vicepresidenta de la República.
Foto: EFE - CArlos Ortega

Repasaba los apuntes que tenía para este artículo, cuando me abordó una vendedora de cocadas con su hijita, le compré una y le pregunté a la niñita si sabía quién era Francia Márquez, sin dudarlo, con la mano empuñada y el brazo en signo de fortaleza exclamó orgullosa: ¡mi vicepresidenta! La mamá le dijo: dile al señor que quieres ser cuando grande, y la pelaita orgullosa declaró: “yo quiero ser como Francia Márquez”. Y la mamá agregó: “sí, mijita, con verraquera y mucho estudio, cuando grande serás presidenta de Colombia”.

Observándolas pensé que la vicepresidenta es el Cambio encarnado. Haber alcanzado la primerísima instancia del poder ejecutivo, investida con la dignidad de mandataria, todo su ser ahora irradia signos transformadores, maravillosas revelaciones que igual las lee la chica de las cocadas, el banquero ricachón y el presidente de USA. Los significados de su imagen van más allá del carisma, porque proyecta las alegrías, las tristezas, las ilusiones de ella misma y de toda su raza, historias y acervos de su origen que animan la empatía de los humildes. De lejos, diferente a la admiración idólatra que se profesa a los héroes del deporte o estrellas del espectáculo, porque a quienes ella representa se sienten redimidos, les resignifica su condición y hasta la conciencia de sí mismos.

El que una niña vendedora ambulante manifieste que un día será presidente como la negra Francia Márquez, es una semilla de empoderamiento liberador que debería ser objetivo capital de los sistemas educativos. Así mismo, su ejemplo inicia cambios en las idiosincrasias desesperanzadas de los afrodescendientes como ella, de los indígenas y especialmente de las muchachas más pobres, que ya han interiorizado la marginalidad cómo realidad inamovible.

Obviamente, la politología blanquita asume que Francia es resultante de albures históricos, como si su talento de lideresa, sus virtudes para la política fueran de generación espontánea y no la tesonera auto-elaboración de su precoz conciencia, de su misión existencial coherente con sus responsabilidades sociales y con la sustancia de su espíritu.

A los 16 años de edad, Francia encaró a los directivos de la multinacional minera Golden Gold Ashanti por depredadores, porque explotaban el trabajo infantil y, no obstante, amenazada por esbirros del Clan del Golfo y demás sicarios al servicio de los usurpadores, en 2004 los entuteló e impidió que desviarán hacia su represa un río de su pueblo. Más claro demostró el talante de política, en 2014, cuando persuadió a 11 coterráneas y, haciendo gala de su vena poética (es rapera de nuevas ondas) y sabida de la eficacia del lenguaje simbólico, lideró la Marcha de los Turbantes, en la que partieron desde Suárez, norte del Cauca, hasta Bogotá y por el camino se le unieron más mujeres afrodescendientes. “Mujeres Negras marchando para exigir el Cuidado de la Vida y los Territorios Ancestrales”. Toda una semana a pie, llegaron a Bogotá y se plantaron ante el palacio de Gobierno, presionando con dignidad hasta que la Corte atendió sus demandas.

Entonces, porque con liderazgo asertivo, movilizó a su gente en defensa de ríos, bosques, especies nativas y comunidades desalojadas de su territorio ancestral, por comprometida, a riesgo de su propia vida, en la protección de la biodiversidad e irreductible a la hora de enfrentar mineros ilegales y multinacionales depredadoras, la valiente e inteligente jovencita de Suárez, recibió en la ciudad de San Francisco el premio Medioambiental Goldman. Sépase que el colectivo de científicos, ambientalistas y catedráticos jurados del Goldman no premió, como supondrían en Colombia muchos comunicadores del status quo, a una negrita caucana, guerrera pero empírica, sino que, los del respetable jurado, de ella, además de su compromiso aguerrido, resaltaron la lucidez de su discurso toda vez que distingue la transversalidad que se teje entre las distintas problemáticas que asume: lo étnico, lo ambiental, el feminismo, la pobreza y el abandono estatal. Lo cual inaugura intervenciones integrales para la cabal superación de dramas sociales en regiones del mundo en condiciones similares.

Desde su precoz activismo social y en su trayectoria de lideresa, Francia ha sido consciente de tener el carisma, el don y vocación para persuadir, para organizar y para asumir las demandas y reivindicaciones que requiere su gente, y nada escatima en pos de cualificarse, de aprender, de entrenarse como representante política de sus gentes, sus territorios y de sí misma porque es inmensa su misión existencial.

Así pues, a sus 42 años de edad, madre soltera de dos hijos ya resueltos en destino y seguridad, y porque entendió que sus luchas requieren soluciones estructurales que le exigen desbordar los límites de su aldea, se asumió cómo activista política en el orden nacional con la firme aspiración de ser gobierno.

Y créanlo, gente, impávida como si se supiera predestinada, se postuló como candidata a la presidencia para el periodo 2022-2026, con su propio partido “Soy porque somos”, tremendo nombre, que como un silogismo de Ortega y Gasset, en tres palabras anuncia la inmensidad de lo que representa y en lo ontológico declara el ser de su existencia. Pero para el comentario político típico “Soy porque somos” ha de ser un dicho de negros. Esa metáfora no cabe en la mente de mercaderes de la publicidad política como Beccassino.

Avalada por el Polo Democrático, llega a competir en la consulta del Pacto Histórico que lidera Gustavo Petro, a quien también le cimbronió la poética y el perrenque de la niche lideresa ambiental y feminista que ya era una revelación en el panorama electoral. De hecho, feministas de aquí y de allá se preguntaban si para Petro era opción como fórmula vicepresidencial. Pero el líder del Pacto Histórico, inicialmente, ni fu ni fa, pese a que en su política hay creatividad y poesía, pero lo de Francia es de otro mundo. “Pago por ver”, debió pensar y salió de la duda porque ella obtuvo más de 700 mil, la tercera mejor votación entre todas las consultas, y téngalo por seguro que donde no lo hubiese escogido como fórmula, le caería todo el mundo, incluido yo, y dudo mucho que hoy fuera el presidente.

La política que oficia Francia Márquez Mina sacudió la tradición electorera. Plena de alegría, de inocencia, de honestidad, expele poesía desde el carácter hasta el lenguaje: “juntanza” fue la voz ancestral que usó para convocar, “vivir sabroso” su programa de gobierno, “hasta que la dignidad se vuelva costumbre” la utopía ensoñada y su ideal de Estado. Esa poética entre el montón de lugares comunes del argot electorero ya era un cambio. Más por pobre y por negra en este país clasista y racista, sus modales, su lenguaje, su participación democrática sonaban como irreverencias, ilegibles para las élites y para la clase media en supina sumisión.

Verbigracia, el conspicuo y magistral Daniel Samper Pizano en una desafortunada columna, pero que le surgió de las entrañas, titulada “Los suplentes”, dice de la vicepresidenta, cuando aún era candidata: “La admiro como mujer valiente, lideresa popular, defensora ambiental y luchadora capaz de superar los obstáculos que tiende Colombia a los negros, a los pobres y a las mujeres. Su vida y su lucha son ejemplos estimulantes. Garantizan buena fe, honorabilidad y coraje, mas no preparación, experiencia ni sabiduría. Pero no sirven para manejar una nación. Con eso solo no se gobierna. Y menos un país tan complicado como Colombia”.

Pocos días después, alguno de su combo aristocrático, debió persuadirlo a recapacitar, sospecho que debió ser la novelista Laura Restrepo: “te pifiaste, Daniel”, debió decirle con su embrujo de Sibila. Y bueno, Francia Márquez hace rato que boya sin zozobra en mares discriminatorios.

No, viejo Samper: la vicepresidenta Francia Márquez no se conforma de suplente. Ya verán cuando empiece a bullir el magma de su ingenio transformador, resonará su poética política en los confines del mundo y por su gracia hasta los incrédulos, igual que los humildes que ella redimirá, aprenderán a vivir sabroso.

Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

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