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Las Nieves del centro

De la mano con varias universidades del centro de la ciudad, este barrio se transforma con miras al futuro. En este sector se encuentran importantes centros culturales, como la Biblioteca Nacional.

Santiago La Rotta
22 de noviembre de 2008 - 02:20 a. m.

“Voto por López para que no sean asesinados los diputados”. La frase, célebre con el pasar del tiempo, fue pronunciada el 7 de marzo de 1849 por Mariano Ospina Rodríguez, reconocido político conservador, presidente entre 1857 y 1861, y fundador del Partido Conservador. En las afueras del templo de Santo Domingo, ubicado en lo que ahora se conoce como el barrio Las Nieves, la multitud iracunda ejercía una amenazante presencia para inclinar el voto del Congreso hacia el político liberal José Hilario López.

Dentro de la iglesia se encontraban, amedrentados por la gente, los diputados del Congreso, quienes, por mandato constitucional, debían perfeccionar la elección, puesto que ninguno de los entonces candidatos habían alcanzado la mayoría de los votos. En la enciclopedia se lee que López fue presidente desde 1849 hasta 1953 y que fue quien abolió la esclavitud en Colombia.

El cuento que no aparece en los pesados tomos de historia patria es que, en su mayoría, quienes ejercieron la presión que terminó por definir la elección de ese entonces eran comerciantes y artesanos del barrio Las Nieves, ubicado ahora en el centro de la ciudad.

Las Nieves emergió de la nada en 1598 cuando la ciudad, en ese entonces nada más que un pueblo lleno de españoles cubiertos de metal y virreyes ambiciosos, fue dividida en cuatro parroquias por los curas: La Catedral, Santa Bárbara, San Victorino y La Nieves. La iglesia, encomendada a Nuestra Señora de Las Nieves, y que fue construida 17 años antes, se convirtió rápidamente en uno de los epicentros de la incipiente vida capitalina, que en buena parte giraba en torno a la religión; se puede hablar no de ciudadanos, sino de beatos. La construcción, tal y como se encuentra ahora, fue realizada en 1922, luego de los temblores de 1918 que devastaron buena parte de Bogotá.


El lenguaje administrativo cambia, no evoluciona, se adapta a las necesidades del burócrata de turno. Entonces Las Nieves pasó de ser una parroquia a un cuartel en 1774. Para ese entonces, el barrio había empezado a poblarse de artesanos, los mismos que casi 100 años después impondrían la presidencia de José Hilario López.

Con el dinero llegaron las fábricas a principios del siglo XX. En el sector se instalaron Fenicia, los fabricantes de vidrio que proveían a Bavaria, y Faenza, una industria de lozas, que, a su vez, sería el germen del teatro del mismo nombre que aún existe. Con el dinero que trajeron las factorías llegaron los placeres, usualmente ilícitos u ocultos, o ambos. La prostitución, el juego y el alcohol se hicieron al sector. Hasta hace poco, según algunos habitantes y caminantes usuales del barrio, pasar por Las Nieves de noche, o de día incluso, suponía cierto peligro en una ciudad ya de por sí peligrosa.

El ahora, el después

Catastralmente hablando, de nuevo en clave de burocracia, el barrio Las Nieves abarca un cuadrante comprendido entre las calles 19 y 26 y las carreras tercera y décima. Dentro de sus límites hay un abanico completo de bienes y servicios: teatros, bibliotecas, universidades, bares, parqueaderos, instituciones distritales, centros religiosos, cafés, panaderías y un sinfín de negocios y sitios que, en el imaginario común del bogotano promedio, tienen una cierta importancia.

Pero tal vez son las instituciones culturales las que se roban el show. En Las Nieves son vecinos de barrio varios huéspedes ilustres de Bogotá, como por ejemplo, el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, el Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo), la Biblioteca Nacional, los teatros Faenza, Bogotá y México y una serie de auditorios y bibliotecas de dos universidades, la Central y la Jorge Tadeo Lozano.


Asimismo, pasan por las calles de este sector una población flotante, en su mayoría estudiantes que, de alguna u otra forma, operaron una transformación silenciosa al interior de Las Nieves. De la mano de la Corporación de Universidades del Centro de Bogotá, una figura jurídica que nació en 1996, los centros educativos empezaron a intervenir el sector, como si se tratara de una cirugía a corazón abierto.

En un primer momento, impulsado por el rector de la Tadeo, José Fernando Isaza Delgado, los estudiantes de todos los programas de la institución empezaron a involucrarse con el barrio. Por ejemplo, los estudiantes de Administración de Empresas desarrollaron un programa para dotar de plan de negocios a los comerciantes del barrio. “También hemos contribuido con la parte arquitectónica. La construcción del auditorio rehabilitó ese sector y, además, le da la posibilidad a los vecinos del barrio de tener un centro cultural de proyección distrital a la vuelta de la esquina”, afirma Alberto Saldarriaga, decano de la facultad de Ciencias Humanas, Arte y Diseño. Además, la Universidad Central se encargó de rehabilitar los teatros de la calle 22: el Faenza, el México y el Bogotá, actualmente en remodelación. 

Pero las obras no paran ahí. En el barrio se proyecta la construcción de una estación de Transmilenio en la carrera tercera con calle 22, el Centro Cultural Español en la misma carrera, pero con calle 19, y un nuevo edificio de artes de la Tadeo en la calle 26 con carrera quinta; asimismo el Mambo planea una expansión de 15 mil metros cuadrados.

Según Saldarriaga, “lo que también se quiere hacer en el barrio, a futuro, es repoblarlo. El sector tiene un enorme potencial para vivienda, puesto que hay aún muchos lotes en desuso o como parqueaderos”.

Por Santiago La Rotta

 

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