Muy discretamente, tratando de evadir las cámaras que lo esperaban a la entrada, acompañado de su abogado, el ex viceprocurador Carlos Arturo Gómez Pavajeu, a las 3 p.m. del viernes llegó a la Fiscalía el alcalde Samuel Moreno para rendir interrogatorio dentro del escándalo del cartel de la contratación en la ciudad, una investigación que adelantan el ente acusador, la Procuraduría y la Corte Suprema de Justicia.
Aunque la diligencia se llevó a cabo en medio de un total hermetismo, no es difícil inferir las preguntas que Luis Alfonso Triana, el fiscal delegado ante la Corte que citó al mandatario, formuló a Moreno. Al menos, en eso coinciden los tres concejales que han sido llamados por las autoridades en calidad de denunciantes del cartel de los contratos: Carlos Vicente de Roux, Carlos Fernando Galán y Antonio Sanguino.
¿Qué injerencia tienen el senador Iván Moreno, hermano del Alcalde; el abogado Álvaro Dávila y el empresario Emilio Tapia en la contratación distrital?, ¿por qué el empresario Miguel Nule asegura que le pidieron comisiones para los hermanos Moreno?, ¿por qué el contrato de los Nule en la calle 26 fue cedido y no se le declaró la caducidad, a pesar de los incumplimientos de los contratistas?, serían los cuestionamientos básicos que este viernes fueron planteados a Samuel Moreno.
Sumados a otro derivado de las versiones del ex subcontratista Alejandro Botero ante la Procuraduría, la Fiscalía y la Corte Suprema: ¿Es cierto que Botero puso en conocimiento de asesores de la Alcaldía las denuncias sobre irregularidades en la contratación, meses antes de que estallara el escándalo? y, si es así, ¿qué medidas adoptó el Alcalde para ponerle coto al tan mentado cartel?
En el marco de esta investigación las autoridades han indagado, además, por otros nombres, como el de Julio Gómez. Nombres por los que seguramente este viernes preguntaron al Alcalde, quien se limitó a emitir un comunicado en el que expresó: “Hemos entregado la información que demuestra que no es cierto lo que se ha dicho”. La justicia tendrá la última palabra.
Por El Espectador
