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Libre competencia en la recolección de basuras: los retos que enfrentará Bogotá

El esquema de recolección de basuras en Bogotá volverá a la libre competencia. La negativa de la CRA a la solicitud del Distrito para mantener las Áreas de Servicio Exclusivo derivó en la salida de la directora de la UAESP. Su reemplazo llegará a alistar la ciudad para los retos del cambio. Detrás del fracaso hubo cuestionamientos técnicos, financieros y operativos

Camilo Tovar Puentes

21 de agosto de 2025 - 06:07 p. m.
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“En algunas partes de la ciudad, el tema de las basuras nos tiene asfixiados. Debemos reconocer que, a pesar de los esfuerzos, no hemos logrado cambiar la tendencia. Tenemos que tomar medidas para mejorar la situación”. Con estas palabras, el alcalde Carlos Fernando Galán admitió una realidad de la que se venía hablando hace meses: el servicio de aseo de Bogotá atraviesa días difíciles.

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Y no solo por la proliferación de puntos de acumulación de residuos (700 dice el Concejo) y las dificultades para la recolección en las periferias, sino por el golpe que representó la negativa de la CRA al Distrito para renovar la autorización para aplicar el esquema de Áreas de Servicio Exclusivo (ASE), con la cual conservaría la prestación del servicio con un solo operador por zona y aprovechar una nueva licitación para ajustar obligaciones y ampliar la cobertura.

Sin embargo, todo terminó en un fracaso administrativo, que derivó en la salida de Consuelo Ordóñez de la dirección de la UAESP. El propio alcalde le pidió la renuncia, porque, como explicó Miguel Silva, secretario general de la Alcaldía, “la ciudad requiere un perfil distinto en la entidad”. El nombre del nuevo director de la UAESP, según Silva, se dará a conocer en los próximos días.

Bogotá produce, en promedio, 7.500 toneladas de basura diarias. / UAESP
Foto: UAESP

Este tendrá que llegar a resolver las dudas frente al futuro del servicio de aseo, que a partir de febrero vuelve el esquema de libre competencia. Además, fijar estrategias para que en la transición nadie se quede sin el servicio y, si lo considera, presentar una nueva solicitud ante la CRA, aprovechando que la entidad dejó la puerta abierta.

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Los modelos, la discordia y los malos resultados

El modelo actual se basa en las Áreas de Servicio Exclusivo (ASE), donde solo una empresa, mediante contrato con el Distrito, puede ofrecer y prestar el servicio público de aseo. Acá, el usuario no puede elegir y, por eso, es un modelo excepcional, que solo se puede aplicar con autorización a la CRA, como lo hizo el exalcalde Enrique Peñalosa en 2018. Él dividió a la ciudad en cinco ASE, cada una con su operador. Ellos no solo debían cumplir las normas nacionales, sino la reglamentación del contrato.

Estos contratos terminan en febrero de 2026, razón por la cual la Alcaldía solicitó ante la CRA autorización para renovar el esquema ASE. Propuso hacer ajustes como la ampliación de cobertura, más obligaciones y mayores niveles en la calidad de servicio, pero fracasó y ahora el único camino es volver al otro modelo, que es regla en el país: la libre competencia. Acá no hay fronteras para los operadores y los usuarios pueden elegir quién recoge su basura. Bajo este esquema, el operador solo debe cumplir la normativa nacional, es decir, el Distrito pierde injerencia en la prestación del servicio.

El tema es que bajo este esquema las empresas también pueden decidir dónde y a quién les ofrecerán sus servicios. Y ahí radica uno de los temores con el cambio de modelo, que se dará a partir de febrero y que tendrá que resolver el nuevo director de la UAESP: que algunas zonas de difícil acceso, por infraestructura o distancia, se queden sin el servicio de recolección. En esto basó la insistencia la Alcaldía por mantener las ASE, al asegurar que podría hacer una distribución geográfica, cubriendo todo el Distrito, garantizando el servicio a todos los ciudadanos y la rentabilidad para los operadores.

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Las críticas a la ASE

A pesar de los beneficios que el Distrito reconoce, lo cierto es que, como lo dijo el alcalde Galán, la situación de las basuras tiene asfixiada a la ciudad. Una queja recurrente es la definición limitada de “áreas limpias”, incluidas en los contratos, que obliga a los operadores solo a recoger residuos domiciliarios con una frecuencia definida, sin incluir residuos mixtos o puntos críticos. Esta es la causa actual de la acumulación de basura en algunos puntos de la ciudad y de que la administración gaste casi $25.000 millones al año, mitigando la situación.

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La idea de la UAESP con las ASE era abrir estructurar un contrato con nuevos servicios para la recolección de otros residuos, así como la disposición final de muebles y escombros. Pero no fue suficiente para convencer a la CRA, que concluyó que la administración no justificó en debida forma la necesidad de implementar un esquema excepcional.

Detrás, hay una serie de yerros, que el propio gremio de operadores de aseo advirtió, entre ellos, las tarifas. Dicen que el modelo financiero estuvo mal calculado y si la CRA hubiese aprobado las ASE, la capital habría terminado con la tarifa de aseo más cara del país. Si bien esta crisis obedece, en gran parte, a problemas estructurales del modelo de recolección, también evidencia una deuda histórica con la promoción de una verdadera cultura ciudadana en torno al manejo de residuos, que han contribuido a que miles de ciudadanos sigan viendo el espacio público como un botadero improvisado. Sin una estrategia integral, cualquier esquema está condenado a fracasar.

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Responsabilidad de todos

Si bien es evidente que la ciudad atraviesa un problema en su sistema de recolección de basuras, la vieja costumbre de hacer de cualquier esquina un basurero pervive en el imaginario colectivo de la ciudad. La pereza o la ignorancia en el momento de separar las basuras directamente desde el hogar, no solo dificulta un adecuado proceso de aprovechamiento de los residuos, sino que enreda la labor de cientos de recicladores que día a día recorren calles, casas y conjuntos haciendo un trabajo que podría ser potenciado con un adecuado dispositivo de reciclaje en cada uno de nuestros hogares.

Por otro lado, sacar la basura en cualquier horario, no disponer los residuos especiales (pilas, dispositivos tecnológicos, electrodomésticos) o escombros de construcción en los puntos autorizados, impiden que la ciudad tenga un esquema de aseo que, además de responder a las necesidades de la ciudad, cuente con ella para lograrlo.

Con este panorama en frente, se espera que en octubre la CRA expida un nuevo marco tarifario nacional, que permita reducir los costos para los usuarios y garantizar la progresividad en los pagos a los recicladores. Todo esto y los retos que implica el cambio de esquema en la ciudad, lo debe tener en cuenta el nuevo director de la UAESP, para garantizarles a todos el servicio y que la basura no siga acumulándose en calles, potreros, ríos y humedales sin una estrategia sólida.

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