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Los artistas que lideraron la restauración de la centenaria fuente de Las Cruces, en Bogotá

Para la recuperación del monumento, que fue instalado en 1910 en el sector, también participaron el Instituto de Patrimonio Cultural y un colectivo de arquitectos. Este fin de semana habrá una exposición con obras de 140 artistas para recuperar los recursos.

William Martínez
29 de octubre de 2016 - 02:06 a. m.
Un equipo de restauradores recuperaron la fuente, que fue fabricada en 1890 en Nueva York y se instaló 20 años después en Las Cruces. Artistas como Doris Salcedo y Óscar Muñoz donaron sus obras para respaldar el proceso.
Un equipo de restauradores recuperaron la fuente, que fue fabricada en 1890 en Nueva York y se instaló 20 años después en Las Cruces. Artistas como Doris Salcedo y Óscar Muñoz donaron sus obras para respaldar el proceso.

Es la primera vez que artistas colombianos con eco internacional comparten sala de exposición con artistas de barriada. Al menos en esta dimensión: son 140 pintores, fotógrafos y escultores que donaron sus obras a un colectivo de artistas y arquitectos para restaurar la Fuente de La Garza, una pila de hierro de siete metros de altura que es patrimonio cultural del barrio Las Cruces de Bogotá. Las piezas serán exhibidas en un edificio centenario, donde funcionó un colegio, y cerró sus puertas hace 20 años por fallas en su estructura. (Vea cómo restauraron la histórica fuente del barrio Las Cruces de Bogotá)

Así luce en 2016 tras el trabajo de restauradores, arquitectos e ingenieros hidráulicos. 

En los muros agrietados colgarán cuadros de íconos del arte contemporáneo en Colombia como Pedro Ruiz y Doris Salcedo, cuyos acrílicos pueden costar entre US$12 mil y US$30 mil, y en la exposición se encontrarán a $750.000 cada uno. El mismo precio que tendrán las obras de artistas emergentes y que debutan en una sala de exposiciones, algunos de ellos residentes en Las Cruces. Sólo después de una semana los compradores sabrán quién fue el autor de la pieza que adquirieron.

Una muestra inédita y una restauración que costó casi $300 millones en un barrio que compite en estigmas. “Si esa periferia no se mejora, el centro histórico siempre tendrá problemas de atracos callejeros”, advirtió sobre el sector María Eugenia Martínez, exdirectora del Instituto de Patrimonio Cultural.

Las Cruces también es denostada por el abandono de sus edificios coloniales, buena parte de ellos convertidos en inquilinatos, y porque está plagado de moteles, una de sus principales actividades comerciales.

Aunque parte de su tradición cultural se paralizó hace décadas —ya no es cuna de obreros, carpinteros y artesanos— y algunos de sus muros son un compendio de garabatos sin gracia, la fuente del barrio nunca fue desvalijada. Tampoco tuvo pintas de aerosol. Para los viejos y los jóvenes del barrio es sitio para la tertulia, una especie de ser querido que vieron al llegar al mundo y se niega a despedirse.

Eso descubrió el colectivo de arquitectos y artistas, conformado por Ana Muñoz, Stephanie Kisner, Santiago Pradillo y Sebastián Serna, cuando emprendieron una investigación en 2014 sobre el patrimonio inmaterial del barrio. Después de convivir por meses con sus habitantes, escribieron las historias de sus personajes tradicionales. Entre ellos, el relojero Héiner Restrepo, con 50 años en el sector y cuyo padre fundó la primera fábrica de trofeos de la ciudad, y Hernán Baquero, el peluquero que les ha cambiado el look a cinco generaciones.

Con este precedente tocaron la puerta del Instituto de Patrimonio Cultural para mostrar su interés en rehabilitar la Fuente de La Garza. La entidad estaba preparando su intervención desde la administración anterior, en diciembre de 2015: la restitución de las piezas metálicas, el mantenimiento de la pileta, la aplicación de antigrafiti. Hacían falta, sin embargo, $70 millones para instalar un sistema hidráulico y con eso devolver el agua a la fuente.

El taller de los arquitectos Pradillo y Serna puso el dinero. Para recuperar la inversión, llamaron a los artistas para que donaran una de sus obras. Los convencieron mostrando el resultado de su investigación: dos libros que cuentan la historia de la fuente y la tradición cultural del barrio.

La fuente, un siglo antes

Así lucía la plaza de Las Cruces hace un siglo, cuando fue instalada la fuente.

En 1890 el gerente del Acueducto de Bogotá, Ramón Jimeno, vendió al gobierno colombiano, presidido por el militar Carlos Holguín Mallarino, dos pilas de hierro bronceado, procedentes de la fábrica J.L. Mott, de Nueva York. Un año después, la pila más pequeña se instaló en la Plazoleta de San Ignacio, en el centro histórico, mientras que la más grande, la Fuente de La Garza, se plantó en la Plaza de Las Nieves, para reemplazar una pila de piedra que databa de 1665. La Garza permaneció allí hasta 1906.

Por pedido de la Compañía de Aseo y Ornato de Bogotá, el ministro de Hacienda autorizó su traslado a la Plaza de San Victorino. Allí estuvo hasta 1910. La comisión que organizó el primer centenario de la independencia del país planteó llevarla a la Plaza de San Agustín, incluso para sustituir la estatua de Antonio Nariño, precursor de la independencia, que fue inaugurada durante las celebraciones del 20 de julio. No ocurrió. La fuente fue instalada en la Plaza de Las Cruces ese año. Su primera reparación fue en 1927, cuando la Sociedad de Embellecimiento de Bogotá restauró la plaza.

Las Cruces era entonces un pueblo rural habitado por indígenas y campesinos. Como las aguateras acudían a la pila todos los días para llenar sus vasijas, se convirtió en sitio de tertulia. Debido a su valor ornamental, la fuente sobrevivió a la llegada del acueducto al barrio y hoy es un ícono del sector.

Una exposición anónima

La muestra se realizará este fin de semana, de 9:00 de la mañana a 6:00 de la tarde, en un edificio republicano con más de 120 años de historia, propiedad de la congregación religiosa Provincia de Nuestra Señora del Rosario y ubicado en la carrera séptima con calle primera. Allí funcionaba un colegio que, por la debilidad de los cimientos de la estructura, se tuvo que trasladar hace 20 años al barrio Galán.

El edificio donde será la exposición. 

Para entrar a ese edificio se debe pasar por la iglesia de la congregación: una joya arquitectónica adoquinada con mármol traído de Italia en los años 20, que ha permanecido cerrada al público. Desde la Plaza de Bolívar, mirando hacia el sur, puede divisarse la cima de esa catedral.

Durante la exposición tocarán un grupo de batucada, la sinfónica juvenil y la banda marcial de la localidad. Las tiendas del barrio también estarán presentes: el asadero de pollos Don Roque, Los Postres del Pacífico, los relojes de Héiner Restrepo, entre otros.

Cada persona podrá comprar máximo dos obras de las 140 disponibles. Son cuadros con un mismo formato: 22x22 centímetros; un mismo marco: madera cruda de color blanco y con diferentes técnicas: óleos, fotografía, mixmedia, dibujo y escultura enmarcada. Los compradores sólo sabrán cuál fue el autor de su pieza una semana después, cuando les entreguen el certificado de autenticidad.

Un óleo hace parte de las 140 obras exhibidas.

La Alcaldía de Santa Fe cerrará la carrera séptima, desde la avenida Los Comuneros hasta la calle segunda, para que la gente camine con destino a la muestra. La estación de esa localidad, en conjunto con el CAI de Las Cruces, prestarán seguridad en la zona. Habrá parqueaderos habilitados sobre la Séptima, entre la avenida Los Comuneros y la Casa de Nariño.

Para Santiago Pradilla, uno de los arquitectos que lideraron la restauración y lleva tres años yendo a Las Cruces, se trata, en el fondo, de mostrar cómo unos ciudadanos cualquiera están recuperando el patio trasero de la casa del presidente.

Para Ana Muñoz, la artista que se encargó de convencer al resto de artistas para entregar sus obras, se trata de seguir recuperando la autoestima de una comunidad acostumbrada a un paisaje de esqueletos coloniales.

El proceso de restauración de la fuente

El equipo de trabajo, integrado por restauradores de bienes inmuebles, arquitectos e ingenieros estructurales e hidráulicos, ensambló la estructura con fundiciones de hierro gris en arena de gas. El estanque, por su parte, está conformado por rocas sedimentadas de los Cerros Orientales, que fueron punteadas por una bujarda para conseguir un aspecto rugoso.

Uno de los aspectos más complicados fue intervenir una garza que remata la estructura. La figura corta con la simetría geométrica de la base y muestra un ave que tensiona los músculos de las patas y despliega las alas en actitud de vuelo. Tiene detalles en el plumaje y la cabeza, así como hojas enrolladas entre sus patas. Para cuidar los detalles del ave, retiraron elementos ajenos a la base (resinas, pintura, óxido) y los restituyeron por materiales originales. Para algunos bestiarios, esta ave se define por tener un solo nido y una sola morada. 

La Fuente de la Garza regresa al barrio Las Cruces from IDPC on Vimeo.

Por William Martínez

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