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Los Avellaneda Sierra: guardianes del agua en Chingaza y del oso andino

Jaime y Janeth Sierra cuidan con esmero el bosque de la finca El Palmar, en el parque natural Chingaza.

Redacción Bogotá

13 de julio de 2025 - 04:00 p. m.
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Jaime Avellaneda y su madre, Janeth Avellaneda, en su finca El Palmar.
Gustavo Torrijos Zuluaga
Janeth Avellaneda junto al retrato de su padre, José Avellaneda.
Gustavo Torrijos Zuluaga
Título de propiedad de la finca El Palmar que acredita a los Avellaneda como sus legítimos dueños.
Gustavo Torrijos Zuluaga
Jaime Avellaneda muestra la boca del túnel que lleva agua hacia el embalse de San Rafael y, en cuya construcción, fue desplazada su familia.
Gustavo Torrijos Zuluaga
Zona en donde se construyó el sistema Chingaza y que perteneció antes a los Avellaneda.
Gustavo Torrijos Zuluaga
Semillas del árbol de oso, una especie casi extinta, pero que Jaime Avellaneda intenta volver a sembrar en el bosque alto andino ubicado en la finca El Palmar.
Gustavo Torrijos Zuluaga
Cámara trampa con la cual Jaime Avellaneda ha logrado captar osos andinos, pumas, tigrillos, y aves en peligro de extinción.
Gustavo Torrijos Zuluaga
Jaime Avellaneda cambiando la memoria de una de las cámaras trampa de la finca El Palmar.
Gustavo Torrijos Zuluaga
Jaime Avellaneda muestra imágenes de animales captados por la cámara, entre ellos ardillas y pavas.
Gustavo Torrijos Zuluaga
En la finca El Palmar hay 130 hectáreas de bosque alto andino finamente conservadas, con las cuales se mantiene el equilibrio del ciclo hídrico de la región.
Gustavo Torrijos Zuluaga
Janeth Avellaneda con uno de los animales que cría en la finca El Palmar.
Gustavo Torrijos Zuluaga
Vacas pastando en la finca El Palmar.
Gustavo Torrijos Zuluaga
Jaime Avellaneda en la entrada de la finca El Palmar.
Gustavo Torrijos Zuluaga

La historia de los Avellaneda está permeada por el dolor y el arraigo a una tierra de la cual depende gran parte del suministro hídrico de Bogotá. Cuatro generaciones atrás, esta familia habitó un predio conocido como El Palmar, zona rural del municipio de La Calera y hoy parte del parque natural Chingaza.

Sin embargo, durante la construcción del embalse de San Rafael, la familia fue víctima de desplazamiento forzoso por parte de El Acueducto y los demás encargados de construir el embalse y el túnel que lo alimenta de agua.

Por fortuna, después de un largo suplicio, lograron recuperar parte de sus tierras y convertirlo en una reserva forestal y santuario de preservación animal. Con la ayuda del fondo del agua, en el que participan varias empresas del sector privado y entidades públicas, han logrado adecuar el terreno y convertirlo en una zona de interés visitada por locales y extranjeros con curiosidad sobre el recurso hídrico y natural de la región.

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Por Redacción Bogotá

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