Es casi imposible que quienes transiten por la zona donde se unen las avenidas NQS, las Américas y la 26 no divisen un lánguido y pálido edificio en obra: El Meridiano 3026, el cual parece desafiar todos los cánones del urbanismo. Y es que a sus 30 pisos de altura y 100 metros de frente se le suman una particularidad: lo angosto de su estructura, que no supera los 25 metros (casi lo que mide un biarticulado de Transmilenio). Saber que en este espacio habrá 732 apartamentos no solo lo convierte en una imagen difícil de digerir, sino que abre cuestionamientos sobre la validez de construir altos edificios, sin importar el tamaño del terreno, o el espacio mínimo que deberían tener las viviendas, para vivir con dignidad.
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El enigma alrededor de este edificio ha llegado a tal punto, que las especulaciones sobre el licenciamiento y las críticas por el tamaño de los apartamentos (desde 21 m2) no se hicieron esperar. Por una parte, están quienes consideran raro que un curador urbano hubiera aprobado edificio semejante, y quienes ya compraron, dicen que fue una oportunidad única para acceder a vivienda de interés social (VIS), en un lugar privilegiado de la ciudad. En medio de esta dicotomía están los constructores, que defienden la obra y lo ven como un logro arquitectónico y de ingeniería, tras superar retos derivados del terreno. El Espectador se adentró en el laberinto de pasillos largos y angostos del proyecto, y en el núcleo mismo de la obra, para conocer los secretos detrás de este curioso edificio.
Antecedentes: ¿por qué tan angosto?
Desde 2020, cuando la constructora Buen Vivir se embarcó en este proyecto, el plan original era comprar, adicional al lote actual, otro contiguo, pero no lograron negociar. Esto los obligó a realizar cambios drásticos al diseño y optaron por darle al edificio una forma angosta y excepcional. “Medimos y vimos que era posible. Por eso, en la parte más angosta hay pisos solo con una vivienda al lado del pasillo y en la parte más angosta, las escaleras de emergencia”, dijo uno de los ingenieros del proyecto. Con el nuevo diseño tramitaron la licencia ante la Curaduría Urbana 1, que se las otorgó sin problema, allende las modificaciones que hacían del edificio una construcción más angosta de lo que comúnmente se ve en Bogotá. “Fue un trámite normal. La Curaduría verificó el cumplimiento de las normas de edificabilidad y del POT”, acotó Julio Andrés Pantoja, gerente de Buen Vivir.
El Espectador intentó conocer más detalles del trámite y consultó a la actual curadura, Ana María Cadena, quien dijo no estar en capacidad legal de entregar información, amparada en una extraña explicación: que la licencia la había aprobado su antecesora, en 2020, y que no tenía documentos de lo hecho por la pasada administración. Este diario también intentó contactar a la excuradora Ruth Cubillos, pero la comunicación no fue posible.
Si bien el actual Plan de Ordenamiento Territorial (POT) prohíbe licencias para hacer apartamentos con menos de 36 metros cuadrados (m2) de área construida, vale resaltar que el permiso para este proyecto se expidió con el POT anterior (de 2004). Gracias a esto, a diferencia de otros proyectos similares, Meridiano 3026 pudo aplicar el Decreto 621 de 2016, que expidió la administración de Enrique Peñalosa, el cual no solo permitía construir viviendas de 25 m2, sino hacerlas en alturas, especialmente en zonas colindantes a corredores de Transmilenio, como la NQS, sin obligación de mayores equipamientos sociales. No obstante, el proyecto tuvo que asumir cargas urbanísticas, como la ampliación de los andenes colindantes y una plazoleta pública a pocos metros del edificio.
Estética y tamaño
Al margen de las consideraciones reglamentarias del edificio, los comentarios más reiterativos respecto a la edificación apelan a su estética. Javier Aldana, arquitecto especializado en planeación urbana, dice que el proyecto es un claro ejemplo de “la prioridad que se le da al negocio de la construcción, en detrimento de la calidad paisajística de la ciudad”.
El experto argumentó que la zona en donde queda el edificio es “una zona de alto interés urbanístico, dada su posición frente a los cerros orientales y su cercanía al corazón administrativo de la ciudad, así como la Secretaría de Planeación, el Supercade y varias entidades distritales más. Por eso, cualquier iniciativa inmobiliaria debe conservar los preceptos estéticos e ir en la misma línea arquitectónica de la zona, la cual se viola con este edificio”.
En contra vía, el gerente de la constructora argumenta que la estética siempre será una cuestión subjetiva y que, más allá de esto, la misión de la firma no es otra que la de “proveer vivienda de interés social, económica, en sitios atractivos de la ciudad, en los que se privilegie la cercanía y el acceso al transporte. Por ende, nosotros privilegiamos la funcionalidad a la estética y al factor arquitectónico”. Agregó que, una vez finalice la obra, que va en el 92 %, el aspecto mejorará.
De otro lado, Aldana critica el tamaño de los apartamentos, punto que toma especial relevancia luego de que la Secretaría de Hábitat estableciera la base mínima de habitabilidad de los nuevos apartamentos en 36 m2. La decisión estuvo cargada de polémica y críticas en la misma línea de Aldana, a quien le parece “indigno que las personas vivan en apartamentos con casi seis metros cuadrados menos a los que dicta el actual POT”. En este sentido, para el caso de Meridiano, el modelo de apartamento más grande es de 39 m2, mientras que el más pequeño es de 23,73 m2, ambos avalados por la norma de 2004.
De hecho, la vivienda más pequeña está en el extremo más angosto del edificio, de ahí que los constructores hubieran tenido que sacrificar el espacio para que embonara con el diseño del edificio. Ante las críticas, el gerente de la constructora arguyó que sus diseños responden a una tendencia demográfica decreciente en la ciudad y plenamente expuesta por el DANE.
“En Bogotá, el 23 % de los hogares son unipersonales; el 24 %, de dos personas, y el 22 % hasta de tres. Esto quiere decir que el 70 % de los hogares tiene menos de tres personas, lo cual modifica la filosofía anterior, en la cual los apartamentos tenían tres habitaciones. Ahora, con ese parámetro, optamos por hacer apartamentos más pequeños, pero mejor ubicados”, respondió el gerente de Buen Vivir.
Los pasillos angostos que conectan el futuro complejo multifamiliar están en etapa final. Los obreros trabajan arduamente para entregar el proyecto en septiembre y así las futuras familias comiencen a habitar el edificio a mediados de noviembre. Cuando esto ocurra, habrá que ver cómo resulta la residencia en ese complejo y si las visiones demográficas de los constructores son acertadas o, por el contrario, las críticas estructurales de los arquitectos se imponen. Mientras tanto, entre los cerros orientales y el occidente hay un nuevo inquilino de concreto que, seguro, seguirá dando pie a discusiones urbanas sobre el futuro de la ciudad.
Discusión con la entrega del proyecto
El Espectador recibió denuncias de personas inconformes con las fechas de entrega el proyecto. Dicen que la entrega se proyectó para comienzos de 2024, pero ahora se prevé para finales de 2025, lo que consideró un incumplimiento, por el que nadie responde.
Frente a esto, el gerente de la constructora aseguró que el contrato no los obligaba a entregar las viviendas a una fecha específica. Asimismo, aseguró que el retraso fue por problemas con la cimentación, que requirieron más tiempo, y que este tipo de novedades fueron socializadas con sus clientes.
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