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Los seis cadáveres envueltos en bolsas, que el último mes encontraron cerca del centro de Bogotá, serían un mensaje para quien fue su jefe. Son códigos encriptados que, en las dinámicas de la calle y el hampa, se leen como una advertencia: “Se quieren quedar con el negocio y están acabando con la gente”. Los crímenes no los quisieron ocultar. Por el contrario, la intención fue dejarlos expuestos a la ciudadanía y, sobre todo, a los ojos de la delincuencia, para dejar claro que hay una nueva banda que llegó a apropiarse de las líneas del microtráfico.
Los cuerpos los encontraron entre el 27 de marzo y el 26 de abril en los barrios Voto Nacional, Plaza España, El Listón, San Antonio y Las Américas. La particularidad: tenían múltiples heridas de arma blanca y señales de tortura. Además, estaban amordazados y envueltos en plástico, casi de la misma forma. Pese a que en los sitios donde los hallaron hay dos sectores que forman parte de otras localidades, esas muertes habrían sido ejecutadas por una organización ilegal, en el terreno que hoy intenta dominar: Los Mártires.