Los secretos de la ciudad

- Por las calles empinadas del barrio La Perseverancia todavía se toma chicha, como en la época en la que los obreros tenían que emborracharse a escondidas debido a que la tradicional bebida de maíz había sido prohibida. Por las mismas calles, los más ancianos todavía recuerdan con orgullo a Jorge Eliécer Gaitán: no lo olvidan porque él en sus visitas al barrio tomaba chicha, bebida que habían dejado como herencia los muiscas. No es gratuito que cada año, en octubre, se celebre la fiesta de la chicha, como en los tiempos en los que en el barrio funcionaban las más reconocidas chicherías de la ciudad. No es gratuito tampoco que una de las estatuas del líder liberal esté ubicada en ese barrio.

- La calle 10ª se llama Calle del Calvario, aunque también se conoce como la Calle de la Fatiga, del Coliseo, de la Toma del Agua y de Manuelita Sáenz. Además, se cruza con la Calle del Cajoncito, que es como se llama la carrera 3ª. Hacia el occidente se conforma un histórico conjunto arquitectónico, con construcciones emblemáticas como el Palacio de San Carlos, la casa donde nació el poeta Rafael Pombo, el Teatro Colón y la Casa Colonial, que hoy es sede de la Academia Diplomática de San Carlos.

- Para los que no conocen la Calle de las Escalinatas, se trata de las escaleras que conducen desde el Planetario Distrital hasta la carrera 5ª, y que Rogelio Salmona hizo como homenaje al poeta Jorge Zalamea por su poema ‘El sueño de las escalinatas’.

- La carrera 43, entre calles 22 y 26, lleva el nombre del religioso Pedro León Trabucchi, y en la calle 19 con carrera 38 hay una estatua suya. En la década de los sesenta era muy conocido por los habitantes de la calle que vivían en el centro, a quienes daba de comer con regularidad.

- La iglesia de Santa Bárbara, ubicada en la carrera 7ª con calle 5ª, está ahí gracias a un rayo. Dicen que durante un fuerte aguacero una esclava de una familia española murió de inmediato después de que le cayó un rayo. En este mismo punto, cerca del año 1500, el señor de la casa ordenó levantar una capilla a la que llegaban tantos fieles que terminó convirtiéndose en la actual iglesia.