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“Manipulan el precio del plástico”: recicladores que luchan por su oficio

Tras la protesta del martes, hablamos con organizaciones de recicladores sobre las denuncias por la manipulación de precios en los plásticos PET; los líos de registro de asociaciones y las soluciones que proponen.

Camilo Tovar Puentes

25 de junio de 2025 - 08:09 p. m.
Con 9 toneladas de basura plástica "PET" regadas en la Plaza de Bolívar, miembros de la Asociación Nacional de Recicladores de Colombia llegaron en la mañana de este lunes para realizar una protesta simbólica para denunciar, lo que aseguran son pagos injustos por este material que se ha reducido en al menos un 50 %.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
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A la Plaza de Bolívar llegan marchas de estudiantes, gremios, indígenas, maestros o campesinos. Al año, son centenares las jornadas de protesta que culminan allí, pero la que protagonizaron los recicladores el martes 24 de junio pasará a la historia como una de las más simbólicas.

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Para exigir cambios en las precarias condiciones de remuneración en la venta de plásticos PET, inundaron el espacio con 12 toneladas de botellas. Desde las 4:00 a.m., la Asociación Nacional de Recicladores convirtieron los 19.000 metros cuadrados de la Plaza en una piscina de residuos, resaltando la importancia del trabajo de miles de recicladores, el cual continúa siendo, pese a su importancia, el eslabón más vulnerable en la cadena de comercialización de material aprovechable.

“La jornada fue buena. Logramos impactar. Muchos estaban conmocionados, porque no sabían la cantidad de residuos que se generan en unas pocas semanas y quienes recolectan todos los días. Solo en Bogotá son 20.000 familias las que dependen de este trabajo. Es importante que la gente sea consciente del valor de los residuos; lo que significa separar; los riesgos, y de las desventajas que enfrenta la mayoría de recicladores. Por eso llenamos la Plaza con plástico. De no ser por nuestra labor, terminaría generando más contaminación en un relleno o llegando a los ríos”, señala Nora Padilla, presidenta de la Asociación Nacional de Recicladores.

Tras la jornada de protesta, un comité de la Asociación se reunió con voceros de la Superintendencia de Servicios Públicos, la Defensoría del Pueblo, la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico, y con entidades de orden Distrital como la UAESP. “La reunión fue uno de los objetivos de la protesta. Allí se acordaron mesas de trabajo para revisar la función de las entidades en cuanto a la vigilancia y el control de las empresas que compran el plástico; hablar de cómo podemos seguir fortaleciendo los esquemas de reciclaje, y de las fallas en los sistemas de vigilancia de organizaciones, su función y su legalidad”, resalta Padilla.

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“Entendemos las preocupaciones del gremio. Creemos que es fundamental buscar un diálogo conjunto, en donde Bogotá, la Nación y los recicladores podamos buscar soluciones y, en lo que corresponde a Bogotá, garantizar su inclusión”, resaltó el alcalde Carlos Fernando Galán.

¿Manipulación de precios?

El punto neurálgico de la discusión es el precio del kilo de botellas de plástico PET, que en un mes cayó casi 50%. En mayo, dicen las organizaciones, el kilo estaba casi en $3.200 y hoy no les pagan más de $1.500. “En Colombia solo hay tres grandes compradores de materia prima recuperada y si uno baja el precio, los demás también. Por eso denunciamos que hay manipulación. Además, la materia prima virgen viene de China. Entonces, no entendemos por qué nos bajan los precios, cuando no están teniendo sobrecostos. Como no pueden negociar con China, los que pagamos somos los recicladores”, resalta Padilla, quien añade que, por ley, estas empresas deben comprar mínimo 30% de material recuperado, para sus procesos industriales.

Indica también que la mano de obra de quienes recolectan los plásticos tampoco se reconoce. “Recuperar un kilo de material, que son 60 botellas, demanda tiempo de los recicladores. Pero no solo es el PET, también con otros materiales como el cartón. El asunto es que con el PET las exigencias son más altas: el material debe cumplir con varios requisitos, que cumplen varias personas y las cuales, a la hora del pago, no se ven reflejados. Se paga solo el material, la mano de obra se invisibiliza, y aun así bajan el precio”, advierte.

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PET

El tereftalato de polietileno (PET) es un tipo de políester ampliamente usado a nivel industrial por su versatilidad y su potencial reciclable. Aunque su uso se popularizó, especialmente en el envasado de alimentos y bebidas, también se usa en industrias textiles, eléctricas, automotrices e, incluso, en equipos médicos. Sin embargo, es a su vez uno de los elemenos más contaminantes del planeta.

Aunque reciclable, el PET puede tardar cientos de años en degradarse, y su acumulación provoca graves daños en ecosistemas. Además, su acumulación en grandes rellenos, como el caso de Doña Juana, deriva en problemas de capacidad. Ante ese panorama, la separación de residuos y la labor de recolección de las organizaciones de reciclaje resulta fundamental, pues además de mitigar la contaminación, impulsa modelos de economía circular y ciclos sostenibles.

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Libre competencia, ¿trampa o beneficio?

En el contexto del reciclaje en Bogotá, la “libre competencia” se refiere a la posibilidad que tienen los recicladores de recolectar material en cualquier sitio, compitiendo entre ellos. Sin embargo, esta práctica ha generado controversia, ya que algunos dicen que beneficia a las grandes empresas, mientras ellos siguen siendo el eslabón más vulnerable.

“Tenemos un problema y es que a partir de ese modelo, se empezaron a emitir registros de supuestas organizaciones de recicladores sin verificar si tienen bodegas o están asociados a organizaciones. Esta es la principal falla, que desprotege a los verdaderos recicladores e incumpliendo la orden de la Corte de tener censos y verificar las organizaciones. Lo que vemos hoy es que hay gente ajena que se está enriqueciendo y paga tarifas de $50.000 o $60.000, independientemente de lo que taiga”, resalta Padilla. Ese modelo vertical, además, riñe con el grueso de organizaciones de reciclaje, que velan por una estructura horizontal, donde no existe la figura del patrón.

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No obstante, pensando en mejorar el panorama de esta población, sigue adelante el piloto de recolección de material aprovechable, el cual comenzó en abril y busca que los recicladores sean, además, actores pedagógicos para impulsar la cultura del reúso y la correcta disposición en los hogares de Bogotá. En esencia, se busca reducir la imagen del reciclador esculcando las bolsas de basura, labor sanitariamente inadecuada e ineficiente en términos de un modelo a gran escala. “Con el piloto, el ideal es que el usuario se comprometa a separar sus residuos, para que una organización vaya en un horario y frecuencia establecida (alterna a las rutas de los camiones recolectores) a recoger el material”, agrega Ordóñez.

En Bogotá hay 382 organizaciones de recicladores, de las cuales 58 harán parte del plan. La meta es que cada una atienda a 5.000 usuarios, para un total de 290.000, que se beneficiarán de un servicio puerta a puerta, en los seis meses que durará la prueba. Para la selección de las rutas, se contemplaron los recorridos que históricamente han hecho, para no torpedear el trabajo de otras organizaciones.

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“Pedían requisitos que no cumplíamos, pero en las mesas de trabajo señalamos ese problema; explicamos cómo desarrollábamos nuestras rutas, y la relación con los usuarios. Ahí llegamos a acuerdos”, señala Magda Barinas, representante de Ecoalianza estratégica, organización incluida en el piloto.

Para ella, atender directamente a los usuarios; enseñarles la manera de reciclar; cambiar los vehículos, y consignar la experiencia en diarios de campo es una forma de fortalecer y reconocer el trabajo de la población recicladora.

“Este plan fortalece nuestro quehacer. A diferencia de otras veces, acá tuvimos voz en la construcción del programa y se moldeó según las necesidades de ambas partes, no solo del Distrito”, resalta Barinas.

Al principio se sumaron cuatro organizaciones. Luego de las mesas de trabajo, se sumaron más hasta completar 58. Sin embargo, son apenas el 15% de las organizaciones activas (382). “Esto pasa por dos cosas: se exigía que las organizaciones estuvieran reconocidas antes de diciembre de 2022 y recursos limitados para unas pocas organizaciones. También hubo un número alto de asociaciones que prefirieron no participar”, agrega Barinas.

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Y resalta el mismo problema de registro, que señala la presidenta de la Asociación Nacional de Recicladores: “En las reuniones nunca participan más de 180 organizaciones. No sabemos si las otras son de papel o no les interesa. Por eso le pedimos a la Uaesp un proceso de verificación, para que las personas que de verdad trabajan reciclando se vean beneficiadas”, advierte Barinas. Ante el panorama, aseguran que seguirán insistiendo con la protesta como forma de visibilización y que confían en que los canales de diálogo. “Nuestro siguiente paso es instaurar una petición de investigación en la Superintendencia de Industria y Comercio para que se haga una intervención integral de los registros. Es un pedido básico: que se reconozca la labor, el trabajo y la importancia ambiental de los 20.000 recicladores de oficio que, al día salvan 2.000 toneladas de residuos, que la ciudad no tiene que enterrar”.

Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

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