Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Después de haber estado casi dos décadas en los medios de comunicación, esta periodista que hoy lucha desde el Concejo de Bogotá por un mejor trato a los niños y niñas, desde hace 10 años empezó su labor de madre, oficio que define como “lo más importante que me ha pasado en la vida”.
María Camila, de 10 años, y Juan Pablo, de 8, son el motor en la vida de esta mujer cabeza de hogar, quien como millones en este país toman las riendas de la crianza y con esfuerzo sacan adelante a sus hijos, haciendo malabares con su tiempo y peripecias con su energía.
En su labor como concejala, Martha siente que tiene más tiempo para sus hijos, pues puede alistarlos para mandarlos al colegio y llegar más temprano a su casa. Además, su horario le permite tomarse unas horas para reunirse con mujeres cabeza de familia o madres que están viviendo situaciones de violencia intrafamiliar y problemas con los hijos.
Ir a cine, pasear, comer pizza y róbalo a la plancha (plato preferido de María Camila y Juan Pablo), y jugar con Choco Chabela, la mascota de la casa, son algunos de los planes que más realiza con sus pequeños.
“Soy hija única y vengo de un hogar de una mamá que nunca me maltrató, fue muy responsable, sincera y quien abordó conmigo desde muy pequeña todos los temas. He tratado de apropiarme un poco de esas vivencias y las he mezclado con lo que se vive actualmente: dialogo mucho con ellos, comparto momentos, conozco sus amigos y los invito a que conozcan los míos”, dice Martha cuando habla de la forma como imparte crianza a sus dos hijos.
Esta mujer, que no le ve nada difícil a la labor de ser madre porque “toca responder siempre al 100%”, considera que el respeto por los hijos en cuanto a sus derechos, gustos, caracteres y temperamentos, además de hacer uso de una buena dosis de paciencia, control mental y emocional, dar buen ejemplo en todo, brindar mucho cariño y generar confianza, reflejada en el hecho de que los niños nunca tengan miedo de decir algo por más terrible y complicado que parezca, es la clave para conseguir el tan trabajoso título de buena mamá.