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A los pulmones de Angie Paola no entraba aire suficiente. Su corazón latía al ritmo de las luces de la sirena de la patrulla de Policía en la que iba con su hermano. Contrario a ello, el pulso de Andrés David Jiménez Rozo iba en caída libre, su mirada se perdía en el techo del vehículo y, con el escaso aliento que le quedaba, le insistía a su hermana que cuidara de sus tres hijas.
Cuando llegaron al CAMI de Santa Librada (Usme) les confirmaron la noticia que los Jiménez Rozo presentían. “Se murió”, son las palabras que recuerda Angie de esa noche. La herida con arma blanca, que recibió Andrés David en el costado derecho, le comprometió un pulmón y dejó serias lesiones en su tórax. ¿Que si se pudo haber salvado o hubo negligencia de las autoridades al trasladarlo al centro médico? Eso ya no importa, dicen sus familiares. Ahora buscan justicia.