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Un estudio reciente de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), en alianza con la Universidad Militar Nueva Granada y la Universidad de Huelva (España), reveló que las emisiones industriales son responsables de más de la mitad del material particulado PM10 presente en el aire de la Sabana de Bogotá.
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La investigación, realizada en el sector de Manas, en Cajicá, analizó durante varios meses la calidad del aire y encontró que las plantas de asfalto, cemento, constructoras y otras industrias que operan con combustibles fósiles concentran la mayor carga de contaminantes. Pese a que las concentraciones promedio no superan los límites legales establecidos, los investigadores detectaron niveles de metales pesados —como cromo hexavalente, arsénico y cobalto— que sobrepasan los umbrales mínimos de riesgo carcinogénico.
El hallazgo plantea un desafío para las autoridades ambientales: aunque el aire cumple con la norma, su composición química revela una exposición crónica a sustancias potencialmente peligrosas. Los expertos señalan que el problema no se limita a los niveles de partículas, sino a la naturaleza de los contaminantes que respira la población.
El tráfico, eje de contaminación
Según el informe, el tráfico vehicular apenas aporta un 21 % de las emisiones, una cifra menor a la esperada dada la alta circulación de vehículos por los corredores viales de la zona. Esto refuerza la conclusión de que la carga industrial, con vehículos obsoletos en muchos casos, es el principal factor de deterioro de la calidad del aire.
Entre las fuentes señaladas figuran plantas termoeléctricas, calderas pirotubulares que operan con combustóleo industrial, fábricas de ladrillos, refinerías de sal y una cervecería que utiliza calderas combinadas. Todas estas instalaciones emiten gases y partículas que se dispersan fácilmente en el ambiente debido a la altitud y a las condiciones climáticas de la Sabana.
El estudio también propone una metodología para identificar con mayor precisión las fuentes de contaminación, mediante modelos de dispersión atmosférica que permiten rastrear el origen de las partículas en zonas específicas. Este enfoque servirá de base para fortalecer el seguimiento y control de las industrias más contaminantes, según explicó la CAR.
La investigación advierte que, aunque el corredor industrial de Cajicá no presenta episodios de contaminación aguda, la exposición prolongada a bajas concentraciones de metales pesados puede tener efectos acumulativos en la salud, especialmente en niños y adultos mayores.
Más allá de los resultados técnicos, el informe abre un debate sobre el modelo de desarrollo en la Sabana de Bogotá. Mientras la región se consolida como un polo industrial, la gestión ambiental parece rezagada frente al ritmo del crecimiento urbano y económico. La pregunta que queda en el aire es si las autoridades y las empresas podrán equilibrar la expansión productiva con el derecho de los habitantes a respirar un aire realmente limpio.
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