El caso de Mia Samara es uno de esos que generan asombro en el ámbito de la medicina, pues pese a los negativos pronósticos, esta recién nacida ha demostrado una rápida recuperación, luego de sobrevivir a un riesgoso procedimiento médico, con el que se logró atender una malformación congénita que amenazaba con dejarla en estado vegetativo.
Su historia es de esas que se enmarcan en la pandemia, pues su madre, Érika Daniela Robles, decidió irse a vivir a Chitaraque (municipio de Boyacá, de donde es oriunda) para pasar la mayor parte del embarazo y mantenerse distante de la disparada propagación del Covid-19 que se ha registrado en Bogotá.
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Aunque con buenas intenciones, con esta decisión Robles descuidó los controles médicos y prenatales. Cuando regresó a la capital, a practicarse uno de estos chequeos, su sorpresa fue grande cuando le informaron que su hija venía con una grave malformación en el cerebro y la espalda, razón por la cual los médicos le sugirieron no continuar con el embarazo.
“La única recomendación era interrumpir el embarazo, que apenas naciera iba a convulsionar, que iba a quedar como un vegetal, que, si lograba vivir, iba a tener muchos problemas. En ese momento no lo podíamos creer, no sabíamos qué decir o qué hacer, estábamos devastados. Sin embargo, de lo que si estaba segura era que el aborto no era una opción, nos aferramos a la fe y a los milagros”, asegura Robles en unas declaraciones dadas a la Secretaría de Salud.
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Puntualmente, la malformación que amenazaba la vida de Mia Samara es la Chiari Tipo II, un mielomeningocele que se produjo cuando su columna vertebral y el conducto raquídeo no se cerraron correctamente antes del nacimiento. Según los médicos que atendieron este caso, este defecto era el más grande que habían visto, lo que reforzaba la complejidad de su intervención.
“La paciente nació con un defecto bastante grande, de 5 x 8 cm de diámetro, el compromiso severo del sistema nervioso central requirió un manejo integral desde antes de su nacimiento, durante el parto y en el seguimiento posterior que estamos realizando ambulatoriamente”, asegura la doctora Ruth López, quien es líder del servicio de Neonatología de la Subred Sur, y quien acompañó el proceso en todo momento.
“Se han requerido diferentes procedimientos por cirugía plástica, además de proceso complejos y de alto costo como es el cultivo de queratinocitos, que usa para pacientes con quemaduras muy graves”, agregó.
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En suma, la intervención médica para atender la malformación que presentaba Mia Samara requirió el trabajo de profesionales de la salud en áreas de neonatología, neurocirugía, cirugía plástica, infectología, terapia, psicología y trabajo social.
La Subred Sur informa que actualmente Mia Samara tiene cuatro meses de edad y cuatro cirugías. Su caso ha sido catalogado como “exitoso”, pues el defecto congénito se logró corregir y su recuperación ha avanzado a pasos agigantados, “mejor de lo que esperábamos”, concluye la doctora López.
La madre agradece a todos los profesionales de la salud que trabajaron en el caso de su hija, a Dios y a la vida misma por permitirle abrazar y disfrutar a su bebé, quien, con tan solo meses de nacida ya cosecha el triunfo de haber vencido a la muerte.