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Migrantes ocultos en el mundo del reciclaje

Cientos venezolanos han encontrado una oportunidad reciclando en la capital, pero siguen expuestos a los riesgos de la informalidad. En la capital hay alrededor de 20 mil recicladores de oficio.

Fernan Fortich
11 de diciembre de 2021 - 04:50 p. m.
En 2021 han ingresado 74 mil venezolanos de manera regular.
En 2021 han ingresado 74 mil venezolanos de manera regular.
Foto: Ana Sofia Hoyos

A finales de 2020, poco después de perder su trabajo como vigilante, Héctor Telis, un migrante venezolano, repartió hojas de vida tres meses sin éxito. Sin antecedentes, referencias o títulos, él mismo sabía que era un candidato difícil de contratar. Con el paso del tiempo, las deudas de su arriendo semanal y otros gastos empezaron a acumularse. La presión lo llevó a buscar alternativas. Gracias a las conexiones con otros migrantes supo de una oportunidad en una bodega de reciclaje, al occidente de la ciudad.

A pesar de que nunca había trabajado en eso, aprovechó la oportunidad. “Como dicen por ahí, es mejor llegar cansado de trabajar, así sea en el reciclaje, que cansado de buscar trabajo”, confiesa Telis, quien dejó su país al no poder pagar su carrera universitaria. Ahora, lleva tres meses cargando, descargando, transportando y seleccionando material aprovechable.

Cómo Héctor, cientos de venezolanos han encontrado una oportunidad en la economía circular de la ciudad, que a diario recicla casi mil toneladas. Estos migrantes y refugiados juegan un rol clave en bodegas y asociaciones de la capital. Sin embargo, muchos, por su estatus migratorio, se integran en las márgenes del sector, obteniendo los trabajos más irregulares en un oficio de por sí vulnerable.

Dilemas de la regularización en una economía informal

Mientras la ciudad, a través de la tarifa de aseo, se supone se le paga por recoger y separar los residuos aprovechables a los operadores privados y a las asociaciones de recicladores de oficio certificadas por el Distrito, la forma como operan en el día a día muchas bodegas de clasificación continúa en gran medida bajo la informalidad, donde los migrantes suelen llegar a los puestos más abajo de la pirámide.

En la cadena existen diferentes eslabones, que realizan diferentes funciones, en una industria cada vez más compleja administrativa y tecnológicamente. Las labores de recolección y trabajo en la calle parecen ya no ser tan atractivas para los colombianos y ahora las ocupan, en su mayoría, los venezolanos informales. “En realidad son ellos los que están metiendo la mano en la basura de la esquina, para llevar el material a los puntos de clasificación y recuperación del material, donde se les paga”, aseguró Jairo González, gerente de la Asociación de Recicladores de Bosa.

Trabajando en el sur de la ciudad, Guido Rendón, que salió de Venezuela hace tres años, asegura que hoy recolectando desde las 5:00 de la mañana hasta las 5:00 de la tarde puede llegar a ganar hasta $100 mil en los mejores días, dependiendo del precio que ofrezcan las bodegas.

Sin embargo, el panorama no es tan sencillo. El Distrito ha reportado que la mayoría de recicladores venezolanos no tenían la intención de radicarse en la ciudad, sino que trabajaban por temporadas y luego regresaban a su país con los recursos recolectados. Esta modalidad pendular hace que los migrantes lleguen a trabajos informales, donde pueden ser explotados por desconocer el negocio o ante la simple necesidad.

“Lo normal es que un reciclador en un día de trabajo se gane $40 mil. A los nuevos, que no conocen el trabajo, les quieren pagar $20 mil por día”, aseguró Héctor Telis, quién asegura que en el sector de reciclaje algunas personas se aprovechan de la situación del migrante para pagarles menos.

En la primera bodega a la que llegó, Héctor asegura se tiene la práctica de contratar por día a migrantes recién llegados para asignarles trabajos pesados. Así, de cinco de la mañana a diez de la noche están cargando y descargando, recolectando cargar, entre otras, para recibir un salario, que más adelante al trabajar en otras bodegas, Héctor y otros han entendido que era muy mal pago.

Aun así, Héctor cree que la mayoría de miembros del sector del reciclaje han abierto sus puertas sin discriminación y que son importantes las redes de migrantes para informar a los venezolanos que llegan en gran número a la capital

Bogotá es la ciudad con el mayor número de venezolanos en Colombia, con alrededor de 341 mil, es decir el 19,6 % de las personas que han llegado al territorio nacional, convirtiéndose en los últimos años en uno de los polos más importantes de recepción de extranjeros. De acuerdo con reportes de Migración Colombia sobre los flujos migratorios, se estima que a la capital han llegado 74 mil de Venezuela en 2021, donde la mayoría se han integrado en las redes de economía informal.

“En el caso colombiano, el proceso de inserción ha sido más rápido por la informalidad de la economía. Existe la dinámica de poder generar espacios donde un ciudadano con una bolsa ya tiene acceso a la posibilidad de ganarse ciertos recursos. En países con modelos económicos más rígidos, donde la economía está más formalizada, estos procesos causan una mayor tensión social”, explica Rónal Rodríguez, vocero del Observatorio de Migración Venezolana, de la Universidad del Rosario.

De acuerdo con mesas distritales sobre la integración de migrantes en Bogotá, aquellos dedicados al reciclaje aseguraron que utilizaban sus carretas o vehículos de transporte para reducir los costos de vivienda, lo que ha generado problemas y conflictos por este uso del espacio público en la ciudad. Además, la llegada de venezolanos surge en un momento de regularización del sector.

La formalización de la industria del reciclaje

Los migrantes se unen a los 24.310 recicladores de oficio en Bogotá, que registra la Unidad Administrativa de Especial de Servicios Públicos (UAESP). Esto significa más competencia. De esta manera, los recién llegados dependen del día a día y del peso que recojan cada jornada. Por eso, se han convertido en los que más carga traen a las bodegas, aunque de manera desorganizada. Algunos señalan que han usurpado las líneas de reciclaje de los recicladores de oficio, que trabajan hace años en la ciudad, tienen rutas y clientes definidos.

Aun así, los recicladores del vecino país, por más carga que aporten, al no estar vinculados oficialmente, no pueden acceder a los incentivos de recolección de la ciudad, que son financiados a través del cobro en las facturas de servicios de aseo en la capital, rubro que entre 2016 y 2021 recolectó alrededor de $700 mil millones, según datos de la Superintendencia de Servicios Públicos.

Una oportunidad de mejorar el trabajo del reciclador

Lo que ocurre en la capital es un reflejo de lo que está pasando en el mundo. Según la Organización Internacional de Trabajo, en 2013 había 24 millones de personas en el planeta que trabajaban en el sector del aprovechamiento de residuos. De estos, solo 1 de cada 5 tenían contratos formales.

Algunos voceros de las asociaciones de recicladores señalaron que la integración de los migrantes puede ser positiva, pero que a pesar de su voluntad de contratarlos, existen obstáculos que dificultan el proceso. “Un reto es que muchos de ellos no tienen su permiso de permanencia [...] ni están afiliados al sistema de salud” explica Darío Castro, director de la Asociación de Recicladores de Engativá que trabaja con 20 venezolanos.

La llegada de los venezolanos puede ser una oportunidad para repensar la condición del migrante y del reciclador en la ciudad. “Cuando llegan los venezolanos se rompen esas trabas y ponen discusiones que se daban por hechas. Su llegada es una oportunidad para trabajar en la dignificación del oficio del reciclador”, aseguró Rodríguez, vocero del Observatorio de Migración venezolana.

Por el momento, Héctor y Guido continuarán ejerciendo su trabajo en el reciclaje que les permitió integrarse a la ciudad, así sea de manera temporal.

Para conocer más noticias ce la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

Fernan Fortich

Por Fernan Fortich

Periodista con enfoque en temas ambientales, posthumanistas y sociales.@fernanfortichrffortich@elespectador.com

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