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Aunque para gran parte del territorio nacional prevalecerá el tiempo seco, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) para el centro y sur de la región Andina, en especial para los municipios del oriente cundinamarqués, continúa siendo delicada.
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Desde hace unos días, el pronóstico del IDEAM viene advirtiendo sobre precipitaciones significativas en Cundinamarca; alerta naranja por crecientes súbitas del río Humea y sus afluentes, y alerta roja por deslizamientos en varios municipios.
De igual forma, en el municipio de Quetame continúa la emergencia debido a los derrumbes en las vías principales y al desplome de un puente que dejó incomunicadas a cerca de 5.000 personas residentes de veredas aledañas al municipio.
Por tal motivo, las autoridades departamentales, con base en la información recolectada en el terreno y los reportes meteorológicos del IDEAM, mantienen la alerta en gran parte de los municipios del oriente de Cundinamarca.
¿Qué alertas hay?
Alerta roja: en la cuenca del río Guavio y sus afluentes, especialmente el río Sueva y Chivor. Piden atención en el municipio de Gachetá.
Alerta naranja: en el río Guayuriba y sus afluentes, especialmente en la quebrada Blanca, quebrada Las Jotas y en el río Negro, a la altura de Quetame, Gutiérrez y Guayabetal.
Recomiendan atención en los municipios de Une, Fómeque, Gutiérrez y Guayabetal.
Cuenca río Humea: probabilidad de crecientes súbitas en el río y sus afluentes, especialmente, el río San Juanito. Atención en los municipios de Paratebueno y Medina.
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De la mano, señalaron alerta roja en Fómeque, Guayabetal, Medina, Ubalá por amenaza por deslizamientos de tierra. Al igual, ante pronóstico de amenaza por incendios de la cobertura vegetal, Caparrapí, Girardot y Guaduas, están en alerta roja.
Oriente de Cundinamarca y su eterno suplicio con las lluvias
En Quetame, particularmente, la emergencia removió recuerdos en varios habitantes de la tragedia del 17 de julio de 2023, cuando una avenida torrencial se llevó más de 20 casas y dejó 28 víctimas fatales, en la vereda El Naranjal. Ese mismo miedo lo sintió ayer Marina Sabogal, quien tras un día de trabajo, pensó que iba a ser una noche tranquila. Pero a las 7:00 p.m. sintió que el techo de su casa se iba a caer. “De la parte alta de El Naranjal me dijeron que evacuara, porque la quebrada estaba crecida. Tuve que dejar a mis gallinas y salir sin nada hasta El Limoncito. Me asusté como esa vez, pero gracias a Dios la quebrada siguió su cauce. Y nos toca seguir aquí porque es nuestro sustento, pero teniendo precaución”.
Sin embargo, los efectos de las lluvias se vivieron en la madrugada: la vía principal colapso, dejando incomunicado al casco urbano y 12 veredas. La Alcaldía estima una afectación de 5.000 personas, donde, además, no hay servicio de agua. Paralelamente, evaluaron a 50 familias en áreas contiguas al río Negro (Puente Quetame, Povitos, Trapichito, Naranjal) por la probabilidad de represamiento.
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¿Qué viene ahora?
A raíz de la emergencia, el gobernador de Cundinamarca activó el Consejo Departamental de Gestión del Riesgo, para prestar apoyo a los territorios afectados, donde no hay pérdidas humanas, pero sí 72 hogares evacuados preventivamente. “Los municipios están evaluando los daños, para ver cómo podemos ayudarlos”, aseveró Diego Fernando Contreras Rincón, subdirector de la Unidad de Gestión del Riesgo del Departamento.
Este tipo de desastres, al oriente de Cundinamarca, se explican por la deforestación del 80 % de coberturas vegetales originales en los ecosistemas andinos, lo que genera que los fenómenos climáticos, aparte de extremos, lleguen con mayor intensidad. Así lo explica Gonzalo Duque Escobar, investigador del Instituto de Estudios Ambientales –IDEA- de la Universidad Nacional sede Manizales y director del Observatorio Vulcanológico.
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