Sobre el mediodía del miércoles 28 de octubre sonó la explosión en Ciudad Bolívar y Rodolfo Romero Hernández quedó tendido en el suelo. Heridas en su cara y pecho. El uniforme hecho jirones.
Lo siguiente fueron los gritos de alarma de vecinos y compañeros de trabajo que acudieron a ayudarlo. Al poco tiempo llegó una patrulla de Policía, que trasladó al trabajador de la empresa de limpieza Aseo Capital, de 30 años, hasta el hospital distrital de Meissen, ubicado en la misma localidad. Allí llegó con heridas graves, que hicieron inminente su traslado a un centro asistencial de tercer nivel . La víctima se encontraba podando el césped en el momento de la explosión.
El jueves en la madrugada, Romero murió debido a la gravedad de las heridas que las esquirlas del explosivo le propinaron. Su muerte, pese a los esfuerzos médicos, se produjo en la Clínica Palermo.
El comandante de la Policía de Ciudad Bolívar, teniente coronel Nelson Arévalo, afirmó que luego de una evaluación por parte de los técnicos antiexplosivos se concluyó que lo que mató a Romero fue una granada que había sido enterrada en el lugar. Arévalo añadió que, al parecer, el artefacto se encontraba en un alto grado de descomposición, lo que facilitó su detonación al contacto permanente con la guadañadora.
Hasta el momento las autoridades no tienen pistas certeras acerca de quién podría ser el responsable de enterrar la granada en el césped. Sin embargo, el coronel Arévalo comentó que “se tiene información que podría señalar a un grupo de jóvenes que prestaban servicio militar, pero sin mayor profundidad en la investigación sería apresurado e irresponsable hacer señalamientos”.
La empresa no hizo ningún pronunciamiento oficial ante los hechos.