Era la madrugada del 22 de junio del año pasado. Al parecer, afirmó el testigo, uno de ellos, el asesino, —quien luego sería identificado como Cristian Alejandro Muñoz González, alias El Diablo— intentó besarla. Ella se resistió. Entonces él se le abalanzó con un cuchillo y la acostó en un colchón desvencijado que estaba abandonado en la mitad del parque. Allí la atacó una, dos, tres... sesenta veces, según el informe de Medicina Legal. Luego tiró el cuerpo en un caño cercano y huyó.
Días después del crimen su hermana Nina contó que el último conocido que vio a Évelyn con vida la acompañó a tomar un bus hasta la calle 82 con carrera 11. Eran más de las dos de la madrugada y la rubia, de 27 años, abordó el carro sola. Esa noche había estado en una discoteca de la Zona Rosa.
Lo que siguió después no pudo explicarlo ni el testigo ni los amigos de Évelyn ni su propia hermana. La productora musical y colaboradora de la revista Shock resultó en aquel parque con aquel hombre que todos los vecinos del sector reconocían por ladrón, por delincuente, por asesino. “Le decían El Diablo porque él solía decir que era más malo que el mismo Satanás”, contó un vecino del sector el día cuando fue capturado el homicida.
El arresto ocurrió dos meses después del asesinato, en el mismo escenario del crimen: el barrio Girardot. Allí vivía y delinquía el verdugo desde niño. Muñoz estaba caminando por alguna calle del sector cuando la Policía lo emboscó. Lo detuvieron, lo esposaron. Los vecinos lo rodearon. Pedían ajusticiar a El Diablo. La gente enojada intentó abalanzarse hacia él y arrojarle piedras y golpes y patadas. Las autoridades lo sacaron rápidamente “para que no lo mataran”, declaró un testigo. Muñoz sólo rompió el silencio para declararse inocente.
El Diablo tiene 20 años. Vivía con su madre y tres hermanos en ese barrio. Según la Policía, en su historial reposa un amplio “récord delincuencial”: hurto calificado y agravado, tráfico y venta de estupefacientes y, según la gente del sector, otros homicidios.
El 11 de septiembre Muñoz fue condenado a veinte años y siete meses de prisión. Ese día Nina, algunos amigos de Évelyn y otros defensores de los Derechos Humanos y la vida acudieron a la audiencia de sentencia en los juzgados de Paloquemao. Cuando El Diablo arribó, se escucharon los gritos de “asesino” y el joven apenas pudo agachar la cabeza para esconder su rostro ante las cámaras y los periodistas.
Luego de anunciar la condena el juez preguntó a Muñoz: ¿Tiene algo qué decirles a los afectados? Y él, con una voz casi imperceptible, se acercó al micrófono y dijo: “Lo siento”. La hermana de Évelyn rompió en llanto. “Ya no sirve de nada, ya está muerta”, protestó alguien en el público.