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Murió... por respetar el espacio público

Como suele pasar los sábados en el portal de Transmilenio del norte, en aquella noche del 29 de diciembre de 2007 comenzaron a llegar en flotas los trabajadores, provenientes de las afueras de la ciudad.

María Camila Peña
28 de febrero de 2009 - 10:00 p. m.

Con el pasar de las horas la plataforma de llegada de buses intermunicipales comenzó a congestionarse y los alimentadores no daban abasto. Los usuarios del servicio de transporte masivo caminaban por los pasillos del portal arrastrados por la masa de trabajadores cansados, que lo único que deseaban era llegar a sus casas.

Pasadas las nueve de la noche, en una de las esquinas cerca al túnel subterráneo, que conecta la plataforma sur con la norte, John Freddy Montaño Sánchez, de 23 años, y Carlos Andrés Niño Castro, de 18, al no encontrar baños disponibles, decidieron orinar en pleno espacio público, a la vista de quienes hacían uso de las escaleras. Motivados por el alcohol o la simple indignación, un grupo de jóvenes, entre quienes se encontraba Javier Andrés Pulido Díaz, comenzó a  agredirlos verbalmente.

Según los testigos y las imágenes que quedaron grabadas en las cámaras de seguridad del portal, Pulido y sus amigos les gritaron a los otros dos jóvenes y los empujaron. “Les decían sucios, cochinos. No sean tan asquerosos”, dijo una mujer que estaba en el lugar y que vio cuando los dos grupos de jóvenes comenzaron a pelearse.

Después de los reclamos, Montaño y Niño corrieron por el túnel subterráneo por donde habían entrado los que, según ellos, los habían irrespetado. Corrieron tras ellos y mientras se acercaban, el mayor de los dos jóvenes sacó del bolsillo un cuchillo. En las cámaras de seguridad, cuyos videos fueron revisados una y otra vez por las autoridades en los días siguientes, quedó registrado cada uno de sus movimientos. Cuando por fin alcanzaron a sus víctimas comenzó una riña. Sin que ninguno de sus compañeros se diera cuenta, Pulido fue herido en el pecho.

Sus amigos escaparon por la terminal, mientras él se desvanecía sobre el piso. La multitud comenzó a gritar, la sangre escandalizó a todos. Mientra tanto, los victimarios desaparecían entre la multitud, así como si nada. Un bachiller se acercó al lugar y le prestó primeros auxilios a Pulido, pero la herida era profunda. Inexplicablemente la ambulancia que le pudo haber salvado la vida duró 40 minutos en llegar. Cuando los médicos atendieron al joven su cuerpo ya se encontraba sin vida. Fue una muerte fulminante.

A los pocos meses los dos homicidas fueron capturados en la vereda Ventalarga, de Zipaquirá. El 22 de agosto de 2008 la Fiscalía condenó a Carlos Andrés Niño Castro y a John Freddy Montaño a 37 y 16 años de cárcel, respectivamente.

Por María Camila Peña

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