“Sin exagerar, nos iba mejor en pandemia. En esa época vendíamos poco, pero había flujo de clientes y, así fuera a puerta cerrada, manejábamos mejor la situación financiera del local, pero, lo que estamos viviendo hoy, en cuanto a actividad comercial y económica, ha sido más duro. Vendemos hasta 80% menos y no llegan clientes. Con todos los retrasos de esta obra, el panorama parece que no mejorará pronto”, señala Óscar Cristancho, en la puerta de su restaurante, ubicado en la calle 72 con avenida Caracas, y el cual se ha visto afectado por los retrasos en la construcción del intercambiador vial, clave para la primera línea del metro de Bogotá.
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Si bien, su negocio es uno de los pocos que ha logrado sortear la crisis que afrontan los comerciantes de la zona, por la baja afluencia de clientes, debido a los incumplimientos del constructor, no todos han corrido con igual suerte. La obra cumple dos años de retrasos “que nos han ido quebrando poco a poco”, agrega Cristancho, mientras señala las mesas vacías del restaurante. “Antes hemos podido aguantar. A la mayoría les ha tocado irse. Éramos 12 y ahora quedamos 6″, asegura mientras señala varios locales en arriendo.
Van cinco incumplimientos
La construcción del intercambiador vial de la calle 72 con avenida Caracas lleva enredada más de dos años. Aunque el tramo no afecta la construcción del viaducto del metro, la realidad es que sí ha impactado, no solo la movilidad en un cruce neurálgico de la ciudad, sino a los comerciantes y residentes del sector. La obra debía entregarse el 8 de enero de 2023, pero en las últimas semanas completó su quinto aplazamiento y apenas se habla de un proceso sancionatorio.
El consorcio chino Metro Línea 1, responsable por la obra, ha estado comprando tiempo, alargando la fecha de culminación de los trabajos.En ese sentido, la concejala Heidy Sánchez (Pacto Histórico) recordó que el 25 de enero se configuró el último incumplimiento, acumulando, de esta forma, “más de dos años de retraso en la entrega, tiempo suficiente para quebrar todo el comercio a su alrededor y condenar a la ciudad a un trancón sin precedente. Pérdidas irreparables por las que el concesionario solo ha pagado 60 días de retraso”, recalcó Sánchez.
Ni las grandes superficies resistieron
El panorama en las calles aledañas al intercambiador dan cuenta de la magnitud del impacto: negocios que no resistieron, quebraron, cerraron y ahora sus locales tienen avisos de “Se Arrienda”. Los que siguen abiertos, están vacíos o con una afluencia de público casi nula. “Desde antes de que empezaran las obras, las autoridades tenían el compromiso de prever el impacto comercial y socializarlo con la gente afectada, principalmente de los barrios Concepción Norte (al costado occidental de la Caracas, en Barrios Unidos) y Quinta Camacho (en el costado oriental de la Caracas, en Chapinero), pero ese proceso no se hizo de la mejor manera y ahora, viendo que estamos quebrándonos, medio han hecho algo, pero son pañitos de agua tibia”, señala Nazir Dalel, quien trabaja en un centro comercial donde, entre otras labores, se reparan teléfonos y computadores. Allí trabajaban unas 100 personas antes del inicio de las obras, y ahora, cerca del 70% tuvo que irse.
“Llevamos más de 10 años en el sector, y nunca, ni siquiera en pandemia, tuvimos una crisis así. Hemos venido sufriendo un detrimento y, la verdad, no hemos recibido ayuda real. La cosa está difícil y pinta a empeorar. Ni las grandes superficies resistieron el impacto”, señala. Nazir. En la zona habían locales de telefonía, droguerías, ropa, de café, y todas, coinciden los comerciantes entrevistados, “salieron corriendo ante tanta pérdida”.
Él y varios comerciantes del sector coinciden en que el punto de quiebre fue el retiro de la estación de la calle 72, para darle paso a las obras del viaducto. “Cuando solo estaba el intercambiador, tuvimos un bajón grande en las ventas, pero como estaba la estación, había flujo de personas, pero desde que quitaron la estación todo se nos redujo más, y como no hay un paso peatonal cercano para pasar la Caracas ha sido más duro”, recalca Dalel.
“Meses pidiendo un paso peatonal”
Frente al centro comercial donde trabaja Dalel, en el costado occidental de la Caracas, queda la ferretería de Alejandro Chemas, abierta hace más de 10 años, quien señala que “para resumirle, cuando fue el tema del covid por lo menos teníamos auxilios para pagar arriendos o empleados, pero ahora nada, la respuesta es que no hay plata y a la vez que dicen esto, pagan millones por los retrasos en las obras y los perjudicados somos nosotros. Un arriendo acá no baja de $5 millones, y ¿quién responde por la quiebra?”, asevera.
Agrega que desde que empezó la construcción del viaducto solicitaron a la Secretaría de Movilidad un paso peatonal cercano, para que las personas que caminan por la calle 72 no tengan que caminar varias cuadras para pasar la Caracas. “Movilidad nos dijo que eso lo hacía la gente del Metro y viceversa. Y así ha sido todo, se tiran la pelota entre ellos y no se soluciona nada. Y ese paso peatonal, en nuestro caso, es fundamental”
Pujando por un impulso económico
“Hemos pasado solicitudes formales a la empresa Metro, a las alcaldías locales (de Chapinero y Teusaquillo) para hablar de los auxilios económicos que necesitamos. Si los incumplimientos de una empresa redundan en nuestra actividad económica y comercial, la plata que pagan comprando días para terminar la entrega, debería ser repartida entre quienes pagamos impuestos, generamos empleo y nos vemos perjudicados, pero ni siquiera hemos tenido respuesta”, señala Nazir Dalel.
En ese sentido, la alcaldía de Chapinero anunció que en los próximos días realizará una feria comercial en la zona para visibilizar a los comerciantes del sector. Sin embargo, varios de ellos señalan que se trata de paños de agua tibia. “La próxima semana haremos un plantón exigiendo soluciones inmediatas. También estamos recibiendo asesorías legales, porque no puede ser que una obra de semejante magnitud, en el proceso, nos complique la vida y ni las empresas responsables ni las autoridades den señales de alguna mejoría. Es inadmisible”, puntualiza.
Entre tanto, agotado el periodo de cura en el deprimido de la calle 72 y demostrado el incumplimiento, la Empresa Metro deberá citar a audiencia al concesionario y, en debido proceso, debe declarar el incumplimiento y multarlo. “En este caso procede una Multa Tipo 2, la cual corresponde a 50 salarios mínimos por cada día de incumplimiento. Es decir, cada día son $71.175.000 a favor de Bogotá”, destacó la concejala Sánchez en su cuenta de X.
Es decir que, a hoy, pasados 11 días desde el 25 de enero, la empresa Metro debe responder, por multas de incumplimiento, un valor de $782.925.000 millones. Y contando
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