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A las críticas que ha recibido la Universidad de la Sabana por su ubicación en la ronda del río Bogotá se sumó la polémica por las obras de mitigación del riesgo invernal que realizó la institución educativa con la construcción de un muro para preservar su propio jarillón, hecho que, según algunos expertos y vecinos del sector del Puente del Común en el municipio de Chía, incrementó las inundaciones en la zona.
El rector del alma máter, Obdulio Velásquez Posada, manifestó a El Espectador su indignación ante estos señalamientos y agregó que los trabajos se han hecho con responsabilidad y han sido una solución efectiva, mientras que en otros sectores que no han tenido la adecuada prevención, los problemas persisten.
¿Las obras de reforzamiento del jarillón de la institución incidieron en las inundaciones de los alrededores de la vía retorno Chía-Bogotá?
Decir que esa obra inundó la vía es falso. La universidad reforzó el jarillón de modo interno para no perjudicar territorios aledaños. Además este es un sector que siempre se ha inundado. El año pasado cuando nuestro campus no se había empantanado, la vía sí se ahogó y las imágenes del 2010 son iguales a las de ahora. La carretera de Chía también estuvo cerrada desde antes que existiera el reforzamiento, así que la culpa no es de nuestras obras. Nos quieren responsabilizar de una vía y una zona que se inunda por otras causas.
¿Es cierto que las obras de construcción del dique para reforzar el jarillón no tuvieron en cuenta aspectos legales y jurídicos?
La Universidad de la Sabana ha hecho todo el proceso de prevención conforme a la ley. El artículo 124 del código de recursos naturales establece que cada institución tiene derecho a hacer obras de emergencia para atender las inundaciones. Incluso, señala que no hay que informar a las autoridades y establece un plazo de seis días después de las obras. Nosotros no empezamos las labores sin haber informado a la CAR y al Comité Local de Prevención y Atención de Desastres (Clopad), quienes nos dieron el visto bueno para que comenzáramos nuestro trabajo.
¿Por qué tomaron la decisión de construir un gran muro que protegiera su jarillón?
La universidad se inundó el 25 de abril y el 20 de mayo de 2011. Ante los pronósticos de que el fenómeno de La Niña regresaría, incluso con mayor prontitud de la esperada, decidimos buscar soluciones efectivas para nuestro problema. El río no desborda el jarillón porque a éste último le falte altura, sino porque al ser un montículo de tierra, el agua puede filtrarse y reventarlo en la base. Entonces recibimos la propuesta de la firma holandesa Soletanche Bachy Cimas, quienes han tenido las mejores experiencias en el mundo y nos indicaron construir un muro o dique de concreto para evitar la ruptura del jarillón. Otras personas han hecho jarillones con bultos de recebo y arena, pero eso no ha servido. Nosotros lo hicimos con ingeniería y una inversión de cerca de $8.000 millones.
¿Este muro aumentó el nivel de las aguas en los sectores vecinos a la universidad?
El nivel del agua está igual que siempre. La vía y los predios aledaños se inundaron porque la quebrada Torca, que cae al río Bogotá, tuvo una creciente muy grande por las lluvias de las últimas semanas y generó que las aguas llegaran a las vías. No hay ningún estudio técnico que pueda comprobar que el dique de reforzamiento nuestro tuvo que ver con esas inundaciones.
¿Accederían ante una eventual propuesta de compra de los predios de la universidad por parte de autoridades como la CAR?
Sí, claro. Yo no podría negarme a esa circunstancia. Pero con la reubicación del campus no se solucionaría el problema de las inundaciones en la sabana de Bogotá. ¿Qué pasarían entonces con los demás predios que están en el sector? Lo que hemos hecho es defendernos de manera técnica y logística, por eso contratamos a unos expertos en la materia, con recursos propios sin esperar que el Estado nos ayudara en las obras de mitigación.
Usted ha asegurado que la Universidad de la Sabana no está construida sobre un humedal. ¿Qué pruebas tienen?
Los antiguos propietarios del terreno en donde está ubicada la universidad lo registraron como tierras dedicadas a la ganadería. En ningún momento secamos esta zona para la construcción del campus en 1984. La edificación se hizo respetando el Código Nacional de Recursos Naturales que regía en ese entonces.