La popular frase “Se vende como pan caliente” acuñada desde finales del siglo XIX en Europa, hizo referencia a los amasijos de harina de maíz a la salida de centros de culto religioso, para posteriormente también hacer alusión a los “hot cakes” en Estados Unidos, siendo de esas frases que pasan a dichos populares y que en 2025 paradójicamente cae perfectamente para la venta de armas en la capital Colombiana.
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En Bogotá, al parecer es más fácil conseguir un arma que un cupo escolar, una beca o la fórmula completa de la receta médica. Si bien, no se puede caer en decir que este fenómeno es actual, lo cierto es que si bien en Colombia siempre ha sido relativamente fácil acceder a un arma, ahora el uso de las mismas por parte de los delincuentes no es solo para amenazar, sino para usar, incluso después de haber cometido el delito.
Desde el 2024, la Universidad Central, advirtió en un trabajo de campo hecho con un reconocido noticiero de cobertura nacional, que las armas en la ciudad ya no solo se venden, sino que se alquilan (arriendan) por horas y días. En San Bernardo o María Paz, por ejemplo, se consiguen armas hechizas, pero aptas para proyectiles de fuego desde $15.000la hora y de ahí en adelante armas más sofisticadas y precisas que llegan a manos de quien pague en menos de seis horas.
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Es importante decir que esto no se trata solo de Bogotá, el país en sí mismo está inundado de armas, recordemos que luego del proceso de paz con las FARC, se suspendieron los nuevos permisos de tenencia y/o porte, llamados popularmente “salvoconductos”; para ese momento, año 2017, se suponía que en Colombia las armas formales, eran unas 690.000, pero esas no son las armas problema, el real lío está en las armas ilegales, las de los delincuentes, las de criminales y grupos armados que, de acuerdo con un estudio de Small Arms Survey, se calculan que en el país son más de tres millones de armas irregulares.
Los sicariatos, hurtos con armas de fuego, feminicidios y hasta personas disparando al cielo en balcones, invitan a la administración distrital y nacional a prestar atención especial a este tema e incluir las armas blancas, que se venden a luz del día en el centro de la ciudad desde mil pesos.
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Si bien, no hay una solución mágica, es hora de poner control y no dejar todo el trabajo a la Policía, que actúa con la poca agilidad de la justicia y con nulos dientes frente a las armas de fogueo, traumáticas y hechizas. Es hora de prestar atención cómo y por dónde entran las armas a la capital, es allí donde se puede cortar la cadena y no detrás de cada ladrón a quien en un video de redes sociales se le identifique que ya tiene un arma en un bolsillo y seguramente un pan caliente en el otro.