El Cuerpo de Bomberos de Bogotá nace en el siglo 19, producto de un incendio de altas proporciones en el centro de la ciudad. Más adelante, en la primera parte del siglo 20 y producto de las emergencias diarias ocurridas en el territorio bogotano, empezó a profesionalizarse. Después de 1918, producto de un gran incendio en el Teatro Colón, arribaron a la fría Bogotá las primeras máquinas de bomberos: cinco máquinas Mack y un automóvil Hopsmobile.
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El Bogotazo de 1948 también hace parte de la historia de los bomberos. Cuando la ciudad ardía en llamas, producto de la furia de los miles de ciudadanos que quemaban y arrasaban con todo a su paso, los bomberos hicieron presencia, estuvieron delante de la turba enardecida para aminorar y enfrentar las llamas que consumían la ciudad. Aguantaron varias horas el embate irracional, pero el vandalismo terminó arrasando con las pocas máquinas de bomberos que hacían todo lo posible por cuidar a los bogotanos.
En la década de los setenta Bogotá vivió su primer incendio de altura en el icónico edificio de Avianca, gracias a los bomberos se lograron salvar más de 300 vidas. Durante los ochenta y los noventa los bomberos fueron el primer respondiente a los actos demenciales terroristas que por esa época ocurrían en todo el país.
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Hicieron todo lo posible por apagar, en medio del fuego cruzado, las llamas que provenían del Palacio de Justicia en 1985. Fueron los primeros en llegar a atender la emergencia y los estragos generados por la bomba demencial en el edificio del DAS, en 1989; estuvieron en la primera línea de atención, en el atentado contra el diario El Espectador, y atendieron la emergencia del triste episodio del atentado en 2003 contra el club el Nogal.
Los bomberos de Bogotá han sido los primeros que han llegado después de los estragos del terrorismo. Producto de su experiencia y crecimiento, los Bomberos de Bogotá se han vuelto referente para todo el país y en muchas ocasiones han viajado a otros territorios a colaborar de forma solidaria, para atender emergencias, por ejemplo, en 1985 fueron fundamentales para atender la triste emergencia ocasionada en Armero.
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En estos 24 años del siglo XXI se han tecnificado, han crecido y se han expandido por toda la ciudad, hoy sin duda, son el mejor cuerpo de atención de emergencias de este tipo en el país. En Bogotá hay 604 personas dedicadas exclusivamente para la atención de cualquier incidente en la ciudad, que vale decir, al año suman más de 36.000, aproximadamente 100 casos diarios.
Desde hace varios días hemos visto como arden diferentes lugares de nuestro país, páramos, cerros y llanuras han sido consumidas por los fuegos incontrolables. Esta emergencia ha afectado a más de 18 mil hectáreas en el territorio nacional, que equivalen a casi la mitad del suelo urbano de Bogotá. Cientos de bomberos han venido luchando incansablemente por apagar las conflagraciones ocasionadas en diferentes ecosistemas, a veces generadas por manos criminales y, en otras ocasiones, reflejan lo que todo sabemos: el cambio climático nos acorrala cada segundo.
Durante varios días los bomberos de Bogotá se enfrentaron a las llamas rebeldes en los cerros orientales, en los bordes de la ciudad y en varios otros sitios de la capital. Las más de 600 personas estuvieron trabajando sin cesar con el único objetivo de mantener a Bogotá y a su ecosistema a salvo, tal y como lo han hecho desde 1889. A todos ellos gracias, gracias por cuidarnos, por salvarnos, gracias por proteger a Bogotá.
En medio de las frustraciones, por no poder atender de forma oportuna los incendios en varias partes del país, han empezado a salir, como siempre, señalamientos sobre lo que está mal y lo que se hizo mal, si la culpa es de los municipios o de la Nación, o de la política o de la politiquería.
Cada emergencia debe ser una oportunidad para enderezar el rumbo. Hoy menos de 30 municipios del país tienen un cuerpo de bomberos profesional; las capacidades departamentales no son suficientes, y la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo tiene serias limitaciones de ejecución.
El gobierno nacional ha promulgado la necesidad de profundizar la descentralización en nuestro país, es urgente que las casi 90 ciudades con más de 100 mil habitantes tengan obligatoriamente un cuerpo de bomberos; que los departamentos cuenten con más maquinaria y recursos para soportar las emergencias, la única forma de hacerlo es dándoles recursos desde la nación.