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Difícil de encontrar una empresa pública que preste un buen servicio, esté al día en los pagos con sus proveedores y dé utilidades. Esto es algo que ha sido más la excepción que la regla, dado el habitual enfoque cortoplacista y personalista de los gobernantes de turno, con frecuencia acompañado de la corrupción y el clientelismo que ha caracterizado el manejo de estas entidades.
Se trata de Capital Salud, la Empresa Promotora de Salud del Distrito Bogotá, a la que el pasado 3 de agosto de 2022 la Superintendencia de Salud le levantó la última medida sancionatoria que le había impuesto. Este proceso comenzó en octubre de 2015, cuando el ente de control decidió intervenirla dado su estado calamitoso, por sus abultadas deudas, aumento de quejas y deterioro de sus servicios.
Capital Salud, fue creada en 2009 por la necesidad de contar con una entidad que se encargara del régimen subsidiado debido al retiro de las EPS existentes. Ese año el Concejo de Bogotá expidió el Acuerdo 357 ordenando constituir una EPS, estudio para el que se contrataron reconocidas universidades que recomendaron establecer una empresa mixta con capital público y privado.
Se seleccionó como socio una EPS privada que aportara afiliados, además de su experiencia y conocimiento en el tema, a fin de reducir los costos del proceso de montaje inicial. Igualmente, como resultado de esta alianza público-privada, se firmó un acuerdo marco que establecía un manejo conjunto en la selección del gerente y sus cuadros directivos.
Esta alianza mostró buenos resultados financieros, administrativos y de servicios hasta octubre de 2013, cuando el Distrito decidió imponer unilateralmente un gerente, desconociendo lo acordado. A partir de ese momento, la entidad se deterioró aceleradamente, acumulando en solo dos años pérdidas por $600 mil millones y deudas con los hospitales superiores al billón de pesos, lo que junto con el menoscabo de los servicios obligó a su intervención por las autoridades de salud.
Hoy el panorama es muy distinto, con una entidad modelo de gestión que da resultados. Con esto se demuestran dos cosas, en primer lugar, que sí es posible que una entidad pública preste un buen servicio y maneje bien sus recursos. Para esto se requiere que el gobernante no la utilice como parte de su ámbito de poder, se respeten los procesos técnicos y se escojan a los mejores expertos para conducirla.
En segundo lugar, con Capital Salud se demuestra que no son las EPS ni la Ley 100 de 1993 las responsables de los problemas que hoy aquejan al sector salud, como algunos se han empeñado en mostrar. Esta entidad es un ejemplo de cómo cuando hay voluntad política, un manejo técnico, honesto, ordenado y con una visión de largo plazo, las cosas tienen que salir bien. No hay que creer que “la fiebre está en las sábanas” y que hay que quemarlas para curar la enfermedad.
