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Opinión: concejales de Bogotá del siglo XIX

No es posible que un grupo de concejales se nieguen a reconocer que en la población juvenil existe una comunidad menor de edad, que no tiene por qué pedirle permiso a nadie para manifestar sus preferencias sexuales.

Óscar Sevillano
04 de octubre de 2024 - 12:44 a. m.
No es posible que se muestren incapaces de atender la petición de los cabildantes estudiantes, quienes de manera reiterativa le han solicitado al Concejo de Bogotá un proyecto de acuerdo que fije las reglas para que el Distrito ataque el bulliyn a los estudiantes que manifiesten abiertamente sus preferencias sexuales diferentes a la heterosexualidad.
No es posible que se muestren incapaces de atender la petición de los cabildantes estudiantes, quienes de manera reiterativa le han solicitado al Concejo de Bogotá un proyecto de acuerdo que fije las reglas para que el Distrito ataque el bulliyn a los estudiantes que manifiesten abiertamente sus preferencias sexuales diferentes a la heterosexualidad.
Foto: EFE - LUIS GANDARILLAS
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Concejales de Bogotá como Humberto Rafael Amín Martelo, Diana Diago y Clara Lucía Sandoval son la mejor demostración de que en esta vida no es necesario tener más de 60 años, para tener la mente de una persona, no que vive en el siglo XXI, sino en el siglo XIX o de la Edad Media.

Estoy seguro de que sí Jesucristo bajara a la tierra, ellos serían los primeros en juzgarlo y hasta de volver a crucificarlo, porque es claro que el Hijo de Dios no se reuniría a dialogar o a comer con la Conferencia Arzobispal, ni con los pastores de la iglesia cristiana, ni con los socios del Country Club, ni menos con el gabinete ministerial. Haría lo mismo que hizo durante su primera venida: conversaría con la población dedicada al trabajo sexual, los pobres y hasta con quienes están presos en las cárceles. Es decir, con toda la comunidad que, para algunos y algunas, huelen a fo.

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Todo lo anterior lo digo, porque no es posible que un grupo de concejales de Bogotá, del que hacen parte los tres cabildantes que mencione anteriormente, se nieguen a reconocer que, dentro de la población juvenil en Bogotá, existe una comunidad menor de edad, que no tiene por qué pedirle permiso a nadie para manifestar sus preferencias sexuales.

Muy claro es que para desarrollar el gusto por un hombre o por una mujer, sin importar sí se es del mismo sexo, no se necesita una cédula. Basta con que se despierten determinados instintos y eso, mis queridos señores y señoras, es algo que no tiene edad.

No es posible que se muestren incapaces de atender la petición de los cabildantes estudiantes, quienes de manera reiterativa le han solicitado al Concejo de Bogotá un proyecto de acuerdo que fije las reglas para que el Distrito ataque el bulliyn a los estudiantes que manifiesten abiertamente sus preferencias sexuales diferentes a la heterosexualidad. Pero eso sí, a la hora de buscar votos para sus reelecciones ahí si poco importan si los padres o familiares de estos menores de edad tienen en sus hogares a alguien de la población LGBTIQ+.

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El proyecto de acuerdo que ordena al Distrito combatir el bullyin hacia la población LGBTIQ+ en los colegios, que cuenta con el apoyo de la administración de Carlos Fernando Galán, pasó las verdes y las maduras para ser aprobado en la Comisión de Gobierno del Concejo de Bogotá, supongo que quienes se opusieron a este temieron perder su lugar en el Cielo. Destaco la valentía de quienes se propusieron sacarlo adelante y la decisión del concejal Ángelo Schiavenato Rivadeneira de no permitir piedras en el camino durante la sesión.

El reto ahora es que se apruebe en la plenaria en donde la iniciativa tiene más de un enemigo celestial y a donde se va atravesar otro proyecto que busca atacar el bulliyn desde un marco general, apuntándole a todo, pero sin solucionar nada. Es decir, uno que busca un cambio en los colegios para que todo siga igual.

El Concejo de Bogotá tiene en sus manos la tarea de evitar que miles de jóvenes menores de edad que pertenecen a la población LGBTIQ+, acaben sus vidas producto del maltrato en los colegios. Esto señores es una de las grandes tareas que tiene el Distrito y es urgente iniciarla. Tan importante señores y señoras es cuidar de la vida de un perrito como lo es también proteger a nuestros niños y jóvenes que prefieren una vida sexual diferente a la de una mayoría.

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Creo que es mucho mejor evitar miles de suicidios que los minutos de silencios en las plenarias del Concejo de Bogotá como señal de un dolor que están lejos de sentir, y que no es más que uno de los tantos actos fariseos con los que se manejan muchos temas en nuestra sociedad.

Señores concejales por favor abran sus mentes al siglo XXI, les aseguro que en el Cielo serán compensados.

@sevillanoscar

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Jairo(24834)04 de octubre de 2024 - 01:21 p. m.
Según Sevillano tener mas de 60 años inhabilita a una persona para elegir y ser elegido... Vaya discriminación con la que inicia su columna. Yo he sido profesor de colegio oficial por 20 tantos años, la época en que se matoneaba a los chicos LGTB ya pasaron, al menos en el ámbito escolar. Digame cuanto hace que ud. no va a un colegio público y convive con ellos al menos una jornada escolar?... Entonces porque pontifica de lo que no conoce. Ustedes, prensa y politicos, inventan la realidad.
Jairo(24834)04 de octubre de 2024 - 01:12 p. m.
Según Sevillano teneras de 60 años inhabilita a uma persona para elegir y ser elegido... Vaya discriminación von la que inicis du columna,
Johnnye(81403)04 de octubre de 2024 - 11:46 a. m.
No hay nada más asqueroso que mezclar politica con creencias religiosas, como siempre pasa que un puñado de malos funcionarios se les olvida que somo un estado laico y que sus creencias religiosas no deben importar en lo más mínimo a la hora de tomar desiciones. Hay que atacar el bulliyn venga de donde venga y sin importar quienes son los afectados. En una sociadad civilizada no se puede atacar al otro simplemente por ser diferente. Necesitamos que prime el respeto por la diferencia.
William(16260)04 de octubre de 2024 - 10:19 a. m.
Absurda esta columna, es la. Degradación de la sociedad
Óscar(22193)04 de octubre de 2024 - 03:11 a. m.
Ese cuento es muy Chimbo y pegao con babas. Sufren más matoneo los gorditos, los flaquitos, el narizón, el orejón, el negro, la de gafas, el bajito.. Etc. Si manipular y dejando a los padres ejercer su paternidad con amor y responsabilidad. Y no desde los escritorios que no conocen de verdad la problemática al interior de los colegios.
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