
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Concejales de Bogotá como Humberto Rafael Amín Martelo, Diana Diago y Clara Lucía Sandoval son la mejor demostración de que en esta vida no es necesario tener más de 60 años, para tener la mente de una persona, no que vive en el siglo XXI, sino en el siglo XIX o de la Edad Media.
Estoy seguro de que sí Jesucristo bajara a la tierra, ellos serían los primeros en juzgarlo y hasta de volver a crucificarlo, porque es claro que el Hijo de Dios no se reuniría a dialogar o a comer con la Conferencia Arzobispal, ni con los pastores de la iglesia cristiana, ni con los socios del Country Club, ni menos con el gabinete ministerial. Haría lo mismo que hizo durante su primera venida: conversaría con la población dedicada al trabajo sexual, los pobres y hasta con quienes están presos en las cárceles. Es decir, con toda la comunidad que, para algunos y algunas, huelen a fo.
LEA: La protesta en Soacha que reconfirma la urgente necesidad de actualizar el POT
Todo lo anterior lo digo, porque no es posible que un grupo de concejales de Bogotá, del que hacen parte los tres cabildantes que mencione anteriormente, se nieguen a reconocer que, dentro de la población juvenil en Bogotá, existe una comunidad menor de edad, que no tiene por qué pedirle permiso a nadie para manifestar sus preferencias sexuales.
Muy claro es que para desarrollar el gusto por un hombre o por una mujer, sin importar sí se es del mismo sexo, no se necesita una cédula. Basta con que se despierten determinados instintos y eso, mis queridos señores y señoras, es algo que no tiene edad.
No es posible que se muestren incapaces de atender la petición de los cabildantes estudiantes, quienes de manera reiterativa le han solicitado al Concejo de Bogotá un proyecto de acuerdo que fije las reglas para que el Distrito ataque el bulliyn a los estudiantes que manifiesten abiertamente sus preferencias sexuales diferentes a la heterosexualidad. Pero eso sí, a la hora de buscar votos para sus reelecciones ahí si poco importan si los padres o familiares de estos menores de edad tienen en sus hogares a alguien de la población LGBTIQ+.
Le puede interesar: Cuatro años de la masacre en el CAI de San Mateo, sin sentencia ni reparación
El proyecto de acuerdo que ordena al Distrito combatir el bullyin hacia la población LGBTIQ+ en los colegios, que cuenta con el apoyo de la administración de Carlos Fernando Galán, pasó las verdes y las maduras para ser aprobado en la Comisión de Gobierno del Concejo de Bogotá, supongo que quienes se opusieron a este temieron perder su lugar en el Cielo. Destaco la valentía de quienes se propusieron sacarlo adelante y la decisión del concejal Ángelo Schiavenato Rivadeneira de no permitir piedras en el camino durante la sesión.
El reto ahora es que se apruebe en la plenaria en donde la iniciativa tiene más de un enemigo celestial y a donde se va atravesar otro proyecto que busca atacar el bulliyn desde un marco general, apuntándole a todo, pero sin solucionar nada. Es decir, uno que busca un cambio en los colegios para que todo siga igual.
El Concejo de Bogotá tiene en sus manos la tarea de evitar que miles de jóvenes menores de edad que pertenecen a la población LGBTIQ+, acaben sus vidas producto del maltrato en los colegios. Esto señores es una de las grandes tareas que tiene el Distrito y es urgente iniciarla. Tan importante señores y señoras es cuidar de la vida de un perrito como lo es también proteger a nuestros niños y jóvenes que prefieren una vida sexual diferente a la de una mayoría.
Más información: Ola de sicariatos en Bogotá: reportaron seis casos en un mes, ¿qué ocurre?
Creo que es mucho mejor evitar miles de suicidios que los minutos de silencios en las plenarias del Concejo de Bogotá como señal de un dolor que están lejos de sentir, y que no es más que uno de los tantos actos fariseos con los que se manejan muchos temas en nuestra sociedad.
Señores concejales por favor abran sus mentes al siglo XXI, les aseguro que en el Cielo serán compensados.
@sevillanoscar
