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La Secretaría Distrital de Salud de Bogotá recientemente declaró la alerta amarilla en la red pública hospitalaria debido al creciente incremento en el uso de los servicios de urgencias y hospitalización.
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Durante la semana del 14 al 23 de mayo de 2025, la utilización en hospitalización pediátrica pasó del 90% al 94,3% y las UCI pediátricas aumentaron del 88,6% al 95,1%. Además, según el reporte del Centro Regulador de Urgencias y Emergencias (CRUE) el 75% de los hospitales con servicios de urgencias tienen una sobreocupación promedio superior al 250 % mientras que en los pediátricos llegó al 350%.
Esta es una situación que no se veía en la ciudad desde 2015, cuando igualmente fue originada por la profunda crisis financiera en la EPS del Distrito, Capital Salud, entidad que acumuló pérdidas por más de $600 mil millones de pesos ese año, lo que a su vez arrastró consigo a los hospitales públicos cuya cartera superó el billón de pesos. Estos hechos igualmente deterioraron la confianza en la red hospitalaria privada ante la acumulación de deudas agravando aún más la situación.
En la actualidad el problema responde fundamentalmente a tres factores esenciales: en primer lugar, el deterioro estructural que padece el sistema de salud a nivel nacional, pero muy especialmente en Bogotá donde la desfinanciación ha llevado al menoscabo en la prestación de los servicios al no contarse con los recursos suficientes. Esto ha generado demoras en la atención en consulta externa, descompensación de pacientes crónicos por falta de medicamentos y controles médicos, lo que deriva en un aumento en la presión sobre los servicios de urgencias que se convierten en la única alternativa disponible.
En segundo lugar, el mismo desbalance estructural nacional ha obligado a Bogotá a recibir pacientes de otras regiones del país donde tampoco han podido ser atendidos por la misma razón. Y, en tercer lugar, por el pico respiratorio estacional originado por la temporada de lluvias, que ha aumentado la demanda de atención por enfermedades respiratorias, especialmente en niñas y niños que no alcanzan a ser atendidos en los menguados servicios no urgentes.
Para afrontar el pico respiratorio, las autoridades de salud hacen un llamado urgente a reforzar las medidas de autocuidado como son mantener actualizado el esquema de vacunación (influenza, tosferina, sarampión), practicar el lavado frecuente de manos, evitar aglomeraciones y usar tapabocas si se presentan síntomas gripales y no visitar a niños o personas mayores si se tiene gripa.
Pero igualmente, hay que hacer un llamado urgente al gobierno nacional para que afronte esta situación con medidas concretas e inmediatas, comenzando por cumplir con lo que le ordenó la Corte Constitucional de revisar retroactivamente el valor de la UPC con la que se financian los servicios de salud y girar los recursos faltantes, cosa que aún no ha hecho.
Es la gente de menores recursos económicos la que está padeciendo las consecuencias de esta situación que bien podría haberse evitado.
