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Opinión: El ámbito familiar será copado por el social y comunitario

El estancamiento del crecimiento demográfico generará que la familia se contraerá y los hogares, monoparentales o biparentales, tendrán muy pocos hijos. ¿Qué va a pasar entonces con el legado cultural y familiar?

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Carlos Roberto Pombo Urdaneta
27 de junio de 2024 - 07:56 p. m.
Recorrido por la carrera séptima peatonal, centro de Bogotá.
Recorrido por la carrera séptima peatonal, centro de Bogotá.
Foto: Óscar Pérez
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La plataforma DataCivilidad y entidades como el DANE han señalado que la población colombiana está dejando de crecer y que mantendrá esta tendencia en los próximos años. Una de las consecuencias trascendentales de este fenómeno es que las familias se contraerán. Las familias grandes del pasado desaparecerán casi por completo y los hogares, monoparentales o biparentales, tendrán muy pocos hijos.

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¿Qué va a pasar entonces con el legado cultural y familiar? ¿Cómo se transmitirán los valores y las costumbres? Ya no tendremos en el hogar la figura amorosa y sabia de la abuela, del abuelo, de los padres ancianos. Ya no veremos al clan familiar entero, abuelos, padres, hijos, sobrinos, nietos, bisnietos, yernos, nueras, madrinas, sentados a la mesa celebrando un ritual en el que se perpetuaban las maneras de ser, de comportarse, de trabajar, de amar, de construir la vida.

Una madre y un niño, un abuelo y una nieta, dos jóvenes esposos, ¿qué se van a decir el uno al otro en el reducido espacio de la vivienda que van a habitar? ¿Qué se dirán a sí mismos los millones de personas que van a vivir solas? Es como si nos estuviéramos dirigiendo hacia una sociedad de solitarios, de aislados, que por toda compañía tienen las redes sociales y los dispositivos electrónicos. Un mundo en el que estamos conectados con la “aldea global” y sin embargo, nunca estuvimos más solos.

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Lo que cumple hacer entonces, lo que como sociedad podemos hacer, es preservar la fraternidad en la calle, en el espacio público. En el parque, en el salón comunal, en la iglesia, en el escenario deportivo, en la junta de acción comunal, en la asociación de vecinos. No nos queda otra salida. De otra forma nos volveremos unos seres apáticos, enajenados, alienados, con alergia a estar en grupo, a estar en compañía.

Con aversión hacia lo colectivo, hacia lo comunitario. Y agresivos y violentos cuando sintamos que tenemos que ceder, que comprender, que respetar, que tolerar, que acoger. Tengamos en cuenta que uno de los mayores problemas de la Bogotá del presente, y de las ciudades de la modernidad en general, es la inseguridad y la violencia y destrucción que esta trae.

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Erigiríamos la sociedad de la indiferencia, del egoísmo, del individualismo a ultranza, de la insolidaridad como norma de comportamiento. Una sociedad, además, sin espíritu político en el sentido más antiguo y puro de la palabra, a la que es posible conducir como rebaños sordos, mudos de ovejas. Y cuando eso sucede, cuando ha sucedido en otros momentos y circunstancias de la historia, las instituciones y las ideas y principios políticos se pervierten y se degradan.

Y la sociedad en su conjunto se deshumaniza y se enfrenta al totalitarismo y la falacia. La ciudadanía se resiente terriblemente y el territorio, los recursos naturales, se dañan de forma casi irreparable, pues ya no hay una conciencia social, palpitante y verdadera, que los proteja con miras a la subsistencia.

Nuestra única opción es reemplazar lo que vamos a perder en el ámbito privado y familiar, por lo público, que empieza en lo local. Y desde allí, metro a metro de cada calle y de cada barrio, construir una sociedad y un gobierno y unas instituciones moldeadas por nuestras manos. Por nuestra esperanza colectiva.

Carlos Roberto Pombo Urdaneta

Por Carlos Roberto Pombo Urdaneta

Presidente de la SMOB. Arquitecto y urbanista experto en el desarrollo histórico, físico y demográfico de Bogotá. carlospombourdaneta@gmail.com
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