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Entre tanto, el Gobierno Nacional, a la cabeza del presidente Gustavo Petro y casi todo su gabinete, salvo contadísimas excepciones (pero las hay) se hallan dedicados a tuitear, hostigando y violentando con sus mensajes a todo aquel (persona o institución) que disienta del mandatario nacional por el desgobierno del país, en la gran mayoría de las ciudades del país la realidad es destacablemente esperanzadora.
Los nuevos mandatarios departamentales, distritales y municipales, quienes llevan a penas un poco menos de dos meses, desde las cero horas se hallan dedicados a gobernar, procurando con la debida oportunidad, pero gruesas dificultades por múltiples razones, la atención de una serie de problemas que requieren decisiones y acciones inmediatas, como la inseguridad, el caos del tráfico, la suciedad de las vías y áreas públicas, entre otros.
También resulta destacable la actitud de los exmandatarios, quienes en su gran mayoría reconocen que ya pasó su oportunidad y están prestos a colaborar con sus sucesores, siendo la mejor colaboración dejarlos gobernar para lo que es vital abstenerse de estarlos hostigando por las dificultades que enfrentan. Dificultades que, paradójicamente, vienen de las deficiencias de las administraciones pasadas.
En las cuatro ciudades más importantes del país (Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali) la conducta de los nuevos mandatarios corresponde de manera exacta a lo dicho. También es destacable el comportamiento de sus esposas (las primeras damas o gestoras sociales locales, etc.) quienes comprenden que los electos popularmente fueron sus esposos, que los recursos públicos son sagrados y con ellos no deben financiarse actividades que la ley no autoriza.
La conducta de los exmandatarios y sus parejas, en esas mismas ciudades, salvo en el caso de Medellín, también corresponde de manera exacta a lo dicho. En el caso de Bogotá, reciente y únicamente la exalcaldesa se ha pronunciado para defender su proyecto de “corredor verde”, pero lejos está de pretender, como sucede en Medellín, obstruir la labor del nuevo mandatario.
La prudencia, respeto y amor por sus ciudades se advierte en la conducta de unos y otros, incluso en el caso de Bogotá, donde la pareja de la exalcaldesa Claudia López tiene la dignidad de senadora de la República. Ella, la senadora Angélica Lozano, no obstante su intensa actividad política, solo se pronuncia en relación con la ciudad capital para sumar, dejando gobernar al alcalde Galán Pachón y a su equipo.
El caso de Medellín es a medias. Por un lado, Federico Gutiérrez y su equipo están dedicados a gobernar con oportunidad para enfrentar la gran lista de preocupaciones y problemas que aquejan a los medellinenses, mientras, por el otro lado, el exmandatario Quintero Calle y su esposa Diana Osorio están desatados en hostigamientos a Gutiérrez Zuluaga por no haber podido solucionar en 30 días todos los desastres que dejó en 4 años la administración de Quintero.
Los gobernadores también son protagonistas de este cambio, que procura básicamente sumar, al margen de las ideologías y posturas políticas. Así quedó claro en la Cumbre de Gobernadores donde fuera elegido el gobernador de Boyacá, Carlos Amaya, como presidente del nuevo Consejo Directivo de la Federación Nacional de Departamentos para 2024.
Si el Gobierno Nacional no reorienta su errado estilo tendencioso, quedará rezagado del tren del cambio que arrancó en las regiones bajo el decidido liderazgo de los gobernadores y los alcaldes.
