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La desaparición forzada es un crimen de lesa humanidad, que ha llevado a crear protocolos e instituciones como la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, que, entre otras, sea la oportunidad de resaltar el técnico y enorme trabajo que realiza con las familias y personas buscadoras.
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Pero ¿Qué pasa con las personas desaparecidas que aún no son clasificadas como víctimas de desaparición forzada? ¿Qué está pasando en ciudades como Bogotá donde no hay presencia directa de grupos armados, pero diariamente desaparecen ciudadanos sin dejar rastro?
De acuerdo a datos del Instituto Colombiano de Medicina Legal y analizados por el Observatorio de Seguridad de la Universidad Central, en el primer trimestre de 2025 se reportó la desaparición de 124 niños y 281 niñas, además de 577 hombres y 156 mujeres mayores de edad, para un total de 1.158 desaparecidos en Colombia. Es decir 12 personas al día.
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En menos del 20% hay indicio de ser causa de un grupo armado o de ser desaparición forzada, situación que no es nueva en la medida que en 2024, en promedio, cada mes 678 personas fueron reportadas como desaparecidas por algún familiar.
Según el estudio de la Universidad, cuando no se trata de desapariciones forzadas, la principal razón para “desaparecer del mundo”, son los problemas económicos relacionados con deudas formales o informales; la segunda causa relacionada mayormente a menores de edad, estaría conexa con problemas familiares, delitos sexuales y violencias en el hogar; la tercera con problemas de pareja no resueltos y la última con paseos millonarios, secuestros exprés y hurtos con sustancias como escopolamina.
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La problemática debería ser un llamado colectivo a la alarma, no puede ser que hayan casos en los que pareciera que a las personas se las tragara la tierra en la medida que no hay indicios, pruebas, grabaciones de cámaras o testigos que puedan dar pistas sobre su paradero. Entre esos casos, los de niños y niñas no son pocos, a cierre de 2024, en 288 eventos con menores extraviados no se tiene ningún detalle.
Preocupa enormemente que al macabro panorama se suma el desconocimiento de las modalidades de trata de personas, circunstancia en la que quizás pudieran estar muchos de los casos.
En la misma línea, urge derrumbar mitos como que hay que esperar más de 24 horas para poder reportar, situación que no es cierta y que hacer perder tiempo valioso, esas primeras horas son cruciales para encontrar a las víctimas.
Al final no hay que normalizar que una persona desaparezca, sean las razones que sean, no se debería descansar hasta encontrarles en totalidad.
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