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Cuando el Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá fue adoptado, llovieron críticas desde muchos sectores. Desde la oposición se decía que frenaría el desarrollo y pondría en riesgo la vivienda y la inversión.
Pero el tiempo, los resultados y los hechos están demostrando otra cosa: el POT avanza bien. Bogotá necesitaba un instrumento serio, técnico y estable para planificar su futuro. Y hoy, ese instrumento está funcionando.
Uno de los mayores aciertos del POT ha sido la puesta en marcha de las actuaciones estratégicas, una herramienta que permite transformar áreas completas de la ciudad bajo criterios de sostenibilidad, densidad equilibrada y aprovechamiento del suelo.
En 2024 se adoptó la Actuación Estratégica del Distrito Aeroportuario, una de las más determinantes para consolidar lo que se conoce como la Ciudad Aeropuerto: un proyecto que integra industria, servicios, conectividad y que aprovecha el potencial del Aeropuerto El Dorado, hoy el de mayor tráfico en América Latina.
Hace pocos días se aprobó la Actuación Estratégica de la Zona Industrial de Bogotá, con 256 hectáreas que podrán convertirse en uno de los polos productivos y urbanos más relevantes del país. Allí avanza el proyecto del Distrito de Ciencia y Tecnología, que combina un plan parcial y herramientas para promover el talento, la innovación y la cultura en una zona de renovación.
En este momento están en desarrollo las actuaciones de Montevideo, Chapinero, Calle 72, Fontibón, La Sevillana y El Campín, que traducen en hechos una idea central del POT: revitalizar la ciudad construida, transformar sin expulsar y modernizar sin fragmentar.
En materia de movilidad, tal vez uno de los mayores retos de la ciudad, los resultados son igualmente alentadores.
Mes a mes se consolida la visión de movilidad integrada y multimodal que el POT planteó. La Línea 1 del Metro avanza con un 70% de ejecución; la Línea 2 está cerca de ser adjudicada, la Línea 3 sigue su proceso de factibilidad y hace poco se firmó el convenio de cofinanciación del Regiotram del Norte, que complementará al Regiotram de Occidente.
A ello se suman los nuevos cables en Ciudad Bolívar y San Cristóbal, ambos en ejecución. En Ciudad Bolívar, el segundo cable conectará las zonas altas de Potosí con el sistema de transporte público, y en San Cristóbal, el proyecto avanza con solidez y ya recibió un premio internacional por su visión, integración y revitalización urbana, un reconocimiento al esfuerzo de planificar una ciudad más equitativa y conectada.
Además, por fin inició la obra de la Calle 13, una vía fundamental para la competitividad regional, que por años fue el principal cuello de botella del país y hoy comienza a transformarse. El gran lunar, sin embargo, sigue siendo la Avenida Séptima, una obra ya contratada y adjudicada entre la calle 99 y la 220, que aún no inicia. Las comunidades de Usaquén, en particular las zonas altas, necesitan esa obra con urgencia: el semáforo de la 187 con Séptima es hoy uno de los peores nudos de movilidad de Bogotá.
Para cerrar las buenas noticias, está muy cerca de ser adoptado el primer PRUM (Plan de Regularización Urbanística y Mejoramiento) de Bogotá, será en el sector de la Primera de Mayo, un instrumento incorporado en el POT que permitirá ordenar el territorio y priorizar la inversión pública.
Tal vez uno de los temas más observados era el de la vivienda. Durante meses se dijo que el POT frenaría la construcción, que la nueva normativa encarecería los proyectos y que el mercado se paralizaría. Los datos muestran lo contrario.
A septiembre de este año, las ventas de vivienda nueva en Bogotá crecieron 19% frente al mismo periodo de 2024. Se vendieron 47.633 viviendas de interés social (VIS) y 17.242 No VIS, con aumentos del 14,6% y 15%, respectivamente. Estos resultados demuestran que el POT no frenó la vivienda; la organizó, que ya pasó la etapa de acoplamiento, y que la gran mayoría de licencias urbanísticas se tramitan hoy bajo el Decreto 555. En medio de un contexto nacional complejo para el sector y de una política nacional de vivienda nefasta, Bogotá muestra resiliencia y capacidad de adaptación.
Gran parte de quienes criticaron o se opusieron al POT durante su planeación y adopción hoy guardan silencio.
Porque ven que lo que se pensó, se diseñó y se ejecutó está dando resultados visibles. Y aunque falta mucho por hacer, la ciudad empezó a demostrar que planear con rigor si transforma, y que el futuro se construye con decisiones sostenidas, no con impulsos de coyuntura.
¡Bogotá tiene hoy un POT que garantiza estabilidad, seguridad jurídica y planeación estratégica!
